martes, 1 de mayo de 2018

AVISOS

1.- EL AVISADOR, Caracas, 1900: Términos como el alzamiento y afines, resultaban peligrosos. Suponemos que, a propósito de cualesquiera actividades, la sola mención despertaba fuertes sospechas. No obstante, al dar la dirección, igualmente suponemos que la policía de entonces, la de El Cabito, hizo el chequeo correspondiente. Lo cierto es que el vendedor tuvo el ingenio y también el coraje de emplearlo para vender o alquilar el inmueble y, acaso, banalizándolo, dio cuenta de una voz que seguramente estuvo en el medio ambiente, como sinónimo de audacia y desprendimiento.

2.- EL NUEVO DIARIO, Caracas, 1925: Si lo piden de buenas costumbres, es de suponer que no se le requiere para las malas. Se ofrece también una casa ubicada en la parte alta de la ciudad y WC incluido. Seis mil bolivaritos era una importante suma. Empero, más importante será la de un terreno que tiene, a medio construir, tres casas: no por el realero, aunque ni tanto de compararlo con la casa de la colina anterior, sino por tener tan cerca el Palacio de Miraflores y el tranvía. Casi nada. Pareció bien importante la agencia de M&M de bienes raíces, por lo visto.

3.- DIARIO DE LA GUAIRA, 1897: Ahora que el precio del calzado está tan astronómicamente elevado, habrá que buscar con exactitud dónde queda la alpargatería. Se dice con muchos años de establecida en el lugar, por lo que no debería tener problema alguno de localización, aunque tiene por ventaja la de dar el número telefónico que tampoco reportará dificultad alguna en ubicarlo por WhatsApp. Por cierto, recordamos de muchachos, apuntándolo en algún viejo cuaderno, a Pedro Duno entrevistado en televisión, señalando que que Pérez Jiménez hizo la revolución del calzado en Venezuela. Traspapeladas las notas, no olvidamos la publicación de un aviso oficial, a finales de 1957, donde quedaba prohíbida la importación de zapatos. Vale decir, inadvertidamente, comenzaba la política de sustitución de las importaciones que, después, se hizo regla, como política de Estado. Mientras tanto, la insigne alpargata, símbolo en una época de nuestra propia identidad nacional, tuvo sus méritos y quién sabe cuál variedad de ofertas también.

En el aviso, se cuela también un medicamento para las afecciones gástricas, aunque no comprendemos el por qué de tan elevado monto de recompensa. Quizá, como las medallas de oro, le fue reconocida a la fórmula, oficialmente, sus aportes por un determinado organismo oficial europeo, a menos, que los consumidores organizados o gremios industriales así lo acordase, garantizando la calidad del producto. Desafortunadamente, la muestra no trae el precio del pasaje para destinos nacionales o extra-nacionales, pero queda muy claro que un viaje a Puerto Rico requiere del visado correspondiente en el consulado español.

4.- EL NACIONAL, Caracas, 1953: Llama la atención,  la profusa oferta de cursos y cursillos de distinta índole, sobre todo para lograr un empleo rápido. A las nuevas generaciones debe extrañarles, porque no hay ya nada, el más modesto curso, que así lo garantice. Y, además, el empleo de la taquigrafía. Faltando poco, la taquigrafía a máquina, toda una novedad por entonces. Teniendo a mano el móvil celular, con su calculadora, dirá que todo está resuelto para las faenas de contabilidad y lo que importa es tener el visado del colegio correspondiente. Para todo lo demás, está la videograbadora. ¿Quién pedirá a estas alturas de la vida una calculadora científica? No por casualidad, la muestra nos orienta a la ubicación preferente de los centros de enseñanza, en el centro de Caracas.

5.- ¿AUTO-PROMOCIÓN? Sí, por qué no. Aunque involuntariamente la colocación de los artículos en el Facebook quedaron muy bien en el muro. Sin embargo, nos sirve de pretexto para dsculparnos por no actualizar, como es lo deseado, nuestras redes sociales de preferencia. Sobre todo, el blog, pues, a la lentitud e intermitencia de la señal, no da ocasión de ver y leer todo lo que quisiésemos y de seleccionar los materiales que deseamos tener acá a la mano. Quizá por ello, conocemos a personas a las que les llevan las redes. No es fácil.

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