domingo, 10 de diciembre de 2017

DEL MERCADO DE LA DESESPERACIÓN

De un laboratorio farmacéutico
Luis Barragán

Disculpándonos por el testimonio personal, quizá tres o cuatro años atrás, le preguntamos a la endocrino por el llamado cocuy de penca e, inmediatamente, respondió que sus beneficios para el tratamiento de la diabetes no están científicamente comprobados y, si fuere el caso,  por muchos litros que consumamos a la larga, cumplimentada una pequeña copa diaria y mañanera, no cuenta con la eficacia y garantía de un fármaco capaz de neutralizar  la enfermedad en escasos días.  Ocurre algo semejante a la infusión de hojas o al consumo de las semillas de ciertos árboles ornamentales, cuyos nombres adquieren ahora un rango importante en las conversaciones cotidianas.

La Venezuela que padece la pavorosa escasez e inexistencia de medicamentos, vuelve paulatina y resignada a la medicina natural, recobrando el interés por los frutos que ayudan y contribuyen a nuestra salud, aunque no hay un consenso en relación a sus efectos reales e inmediatos.  Con el redescubrimiento forzado de la naturaleza, surgen con mediana fuerza algunos mitos urbanos alusivos y, sin que nos atrevamos a desmentir a sus predicadores, pues, la esperanza es lo último a perder, de alguna manera ayuda a traspapelar, esconder o evadir el desastre de la industria farmacéutica actual que antes fue – entendemos - una de las más adelantadas y abaratadas de América Latina.

Ha prosperado el irremediable consumo de medicamentos de fechas ya vencidas y, por la conversación sostenida con María Efe, al parecer, tampoco existe garantía ninguna de su eficacia, ya que todavía no hay suficientes estudios sobre sus consecuencias. Presuntamente, surgen evidencias de una negativa afectación de los órganos, como el hígado, a juzgar por algunas pruebas realizadas en ratas, requeridos ya  de una urgente, intensa y pública discusión con clara vocación pedagógica. 

Por lo pronto, el asunto nos lleva a dos conclusiones provisionales al tratarse de una situación masiva y, por lo demás,  inédita. Por una parte, referidos a la opinión pública, por más censura y bloqueo informativo que exista, deben los expertos contribuir a una convincente orientación de los necesitados, sobre todo, pacientes crónicos, en una materia que no debe quedar al azar de un Estado que ya carece de una solvente autoridad y credibilidad; y, por otra,  desterradas las grandes industrias,  Venezuela se ha convertido en un laboratorio farmacéutico, ,evidenciado el interés en estudiar las consecuencias del consumo de los medicamentos vencidos, constituyendo el nuestro un fenómeno – el del mercado de la desesperación – como pocas veces, hoy, se ve en el mundo, aunque luzca exagerada la afirmación.

Lo deseable hubiese sido una inmediata investigación parlamentaria, comenzando por la comparecencia de las autoridades ejecutivas, pero  todo sabemos de la insólita quiebra de las instituciones republicanas y de la obvia incapacidad de la tal constituyente para atender, debida y convincentemente, estos casos.  Por ello, la emergencia política en la que nos encontramos, optando por la superación de la dictadura, ya que su solo reemplazo debe aportar las soluciones más elementales respecto a la medicación adecuada de la población tan injustamente sometida a privaciones que arriesgan la propia existencia física.

Fotografía: http://www.elcorreodelorinoco.com/redes-sociales-las-nuevas-farmacias-ante-la-escasez-medicinas/  El régimen dice responder al problema con redes demasiado efímeras que no van a fondo del asunto.
11/12/2017:
http://www.opinionynoticias.com/opinionpolitica/31515-de-un-laboratorio-farmaceutico

No hay comentarios:

Publicar un comentario