lunes, 2 de octubre de 2017

LA REVOLUCIÓN COMO CASTIGO

Saber entender
Nicomedes Febres

* Hace un par de días me caí para atrás al leer la declaración de maduro sobre que su venganza contra la gente es seguir desarrollando la revolución. Es una frase críptica que delata muchas lecturas y no sé porque no ha causado más revuelo en los medios. Primero, revela que la revolución como tal, como proyecto político perfectible ya fracasó. No va a ningún lado y si bien eso nosotros lo sabíamos desde 1998, es asombroso que su director reconozca al fin su fracaso, tanto, que ya no está planteado ningún proyecto político y social con miras morales y sociales más elevadas. Es reconocer que se va a mantener en el gobierno con la intención desembozada de hacer el mayor daño posible a toda la población. La maldad como fin último del gobierno es algo impensable porque un proyecto político siempre necesita de una utopía, una visión de país, de un mundo ideal imaginado como meta que guie la acción política, pero gobernar para hacer daño es inconcebible. Otra deducción es reconocer que no existe un plan B de tipo personal sino mantenerse hasta que lo derroquemos porque no encuentra salida alguna fuera del poder para él ni para los suyos a nivel personal. O sea que esa decisión la ha conversado con algunos de sus amigos que lo apoyan. En conclusión, es que reconozcamos que hay una política suicida aceptada por el grupo y ni siquiera se ha planteado ceder el poder a alguno de sus compañeros de desastre. Ni tampoco se plantea la capitulación para justificarse históricamente y defender su gestión y lo que desea es que su fracaso sea lo más letal que se pueda. Es una frase que además debe ser reveladora de manera diferente para sus seguidores que para sus adversarios, es una frase humana, demasiado humana y revela después de la batalla muchas cosas, es esa frase que se pronuncia en la soledad del dormitorio, frente al espejo y donde el balance final es negativo. Una frase así se la dijo fidel castro a García Márquez cuando le comento que después de tantos años al mando no le gustaba el resultado de su producto político pero que ya era demasiado tarde para cambiar, o la actitud de adolfo hitler luego que le metieran el bombazo de la operación Barbarroja a manos del almirante Canaris y del mariscal Rommel, cuando ya era aceptado por el alto mando militar que Alemania perdería la guerra y que la muerte de Hitler era un acto necesario para abreviar el sufrimiento del pueblo alemán y facilitar la rendición de ellos. Luego de ese intento de magnicidio el tirano nazi la emprendió contra su propio pueblo al que acusó de no haber tenido el coraje de luchar contra el mundo entero con suficiente énfasis. Le pasó al revés a Betancourt después del bombazo de Los Próceres cuando dijo: ni renuncio ni me renuncian, frente a esa fatalidad. Nunca le paso por la cabeza a Mussolini cuando trató de huir a Suiza como cualquier roba gallinas, sin entender el inmenso daño que le había hecho al pueblo italiano. Es una frase criptica de un hombre solo y decepcionado frente al espejo. Así que esperemos lo peor porque lo que nos espera con maduro es peor y por maldad, pura maldad. Esto ya es digno de una tragedia griega.
* En la foto el presidente Betancourt dando una alocución horas después que sufrió el atentado dinamitero en Los Próceres, su jefe de la Casa Militar, que iba a su lado falleció en el atentado y en esa alocución fue que dijo: Ni renuncio ni me renuncian, y ese reto lo cumplió siempre. Tiene las manos quemadas, que lo limitó mucho después.

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