jueves, 27 de julio de 2017

UNA NECESARIA COMPARACIÓN



Magistratura y lumpen-magistratura

Luis Barragán

Excepto los estudios de actualización aportados por Roberto Briceño-León, por ejemplo, no existen referentes de profundidad sobre las clases sociales en la Venezuela de los días que corren.  Por supuesto, una economía rentista suele desmentir los presupuestos teóricos más elaborados, remitiéndonos a los  fenómenos de descomposición que estamos a tiempo de atajar.

Teniendo por origen un viejo texto publicado en El Nacional de Caracas (http://lbarragan.blogspot.com/2012/09/invertebracion.html), tempranamente sentimos inquietud por el signo de la pretendida revolución con la que abrimos el siglo XXI que, por cierto, nos retrotrajo al XIX, endeudados, miserables y hambreados,  bajo una brutal dictadura. Se asomaba ya protagónico el populacho, expresión de los desclasados de todas las clases, soporte de toda experiencia fascista, como la que vivimos, en nombre de un socialismo que jamás fue definido y, menos, aportó un análisis de clase, perdedor de cuantas elecciones sindicales y gremiales se atreviera hasta – simplemente – prohibirlas.

 Condensación de toda anomia, el socialismo venezolano se escudó en la yunta cívico-militar, donde nunca pudo decir la alianza obrero-campesina. Y arribó al Estado Cuartel por los cauces del lumpen-proletariado y, asaz oportunista, despilfarró los más altos ingresos petroleros y también la más alta concentración de poder en toda nuestra historia, para beneficiar únicamente a sus burócratas, familiares, socios y relacionados que, además, esperan compartir  el dorado exilio en el extranjero ante cualquier eventualidad.

Inevitable, quizá más cercanos a la noción de casta que de clase social, surgió una lumpen-burguesía derivada de los desmanes propios de sendas mafias conformadas y ramificadas con saña y habilidad, en las distintas áreas de la economía, atadas a un Estado que muere por asfixia mecánica. No hay ánimo alguno de descalificación personal, pero – en ese batiburrillo de los partidarios que hace la cotidianidad oficial -  el dirigente político no es tal, sino un mandadero agradecido; el militar, sinónimo de ciego represor; el especialista, el tarotista esperado; y, entre varios de los renglones, el juez, un dócil office-boy.

De acuerdo a un cuadro que circula profusamente por las redes, existe un fundamental contraste entre el grupo de magistrados nombrado arteramente por la Asamblea Nacional en el apresurado diciembre de 2015, y el que designó la Asamblea Nacional en el lento julio de 2017. De compararlos, según el cuadro en cuestión, a juzgar por las maestrías, hay 7 en 2015, frente a 42 en 2017; doctorados: 0 en 2015 y  28 en 2017; especializaciones: 15 en 2015 y 68 en 2017; bilingües: 0 en 2015 y 10 en 2017; trilingües, 0 en 2015 y 12 en 2017; años de docencia, 28 en 2015 y 384 en 2017; libros (IBSN): 3 en 2015 y 73 en 2017; horas de juicio: 1700 en 2015 y 5000 en 2017; prontuario: 11 en 2015 y 0 en 2017.

 La comparación habla por sí sola y no es desventurado catalogar a los express de 2015, como lumpen-magistrados, ya que, sin reunir los requisitos mínimos necesarios, en una rápida maniobra gubernamental,  accedieron ilegítimamente al TSJ. Y éste, aunque más vale tarde que nunca, con la legítima y reciente designación hecha en 2017, podrá recuperar la dignidad que merece.

La lumpen-magistratura en cuestión, nos remite a dos circunstancias y a una consideración sobre  la cual podrán abundar más los especialistas.  Quizá debamos esperar a un examen más sereno, a un estudio revelador que, concienzudamente, ayude a levantar el mapa de los tiempos que corren.

En un caso, por una parte, las decisiones adoptadas en año y medio por la Sala Constitucional, en completa y quirúrgica sintonía con los intereses de la dictadura, gozan de  una abierta ajuridicidad inherente a la escasez de criterio de los titulares y de sus asesores, improvisadores de una argumentación que, clara y expresamente, contradice hasta la letra misma de la Constitución, en un juego de procedimientos que los convierte en descarados ingenieros de la leguleyería. Y, por otra, fácil de constatarlo, media una distancia sideral entre quienes asesoraron a los viejos dictadores que, muy pocos o nadie,  a pesar de todo, los demeritaba como juristas, por ejemplo, Pedro Manuel Arcaya, quien dejó como legado una estupenda biblioteca abierta al público.

 Finalmente, imposibilitado el libre, estable y confiable ejercicio de la profesión, el  derecho ha quedado como una  opción secundaria frente a la administración de justicia que un buen día Manuel Quijada dijo sanear de un plumazo, agravada la situación por todos estos años: quizá exagerado, referido por un amigo que apenas sobrevive en el estrado, el mejor camino para un litigante es el de demostrarle al juez que  sabe poco o nada. Más que tribus, se habla de sendas mafias también enquistadas en el Poder Judicial, antes las cuales – integrantes o firmes aspirantes a la lumpen-burguesía – sólo cabe una labor complementaria de carpinteros, una diligencia de notaría o registro, una partición de bienes o declaración sucesoral, algún rito tributario o trámite vehicular, para lo que bastan los formularios y demás documentos pre-elaborados con mera vocación de taquilla.

24/07/2017:
Fotografías:
LB, Las Mercedes (Caracas, 21/07/2017): reunión previa a la sesión de la AN.
Expréss:

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