miércoles, 7 de junio de 2017

OFRENDA

EL NACIONAL, Caracas, 21 de mayo de 2017
Las homilías de la resistencia
Los hábitos y las sotanas tienen un espacio en las marchas del último mes y medio. En las iglesias se ora por las madres de los caídos en protestas y para “iluminar a los gobernantes”. El presidente Nicolás Maduro, señalan analistas, está manipulando la posición del Vaticano sobre el diálogo a fin de apuntalar su nueva estrategia
Carmen Victoria Inojosa

Después de proclamar el Evangelio según San Juan, queda un lapso para atender las circunstancias que enfrenta el país. Los feligreses miran al sacerdote como intentando, por medio de la palabra de Dios, obtener respuestas ante la incertidumbre política. Por la quietud de sus cuerpos podrían confundirse con las imágenes de yeso en los altares del templo. Quizás sea una calma que, puertas afuera, no existe. Ese silencio que cubre a la Catedral de Caracas, también los envuelve para escuchar la homilía.
Monseñor Adán Ramírez, deán del Capítulo Metropolitano de Caracas, con un pasaje bíblico de la vida de Jesucristo promete una historia de salvación. Celebran la cuarta semana de Pascua y cuenta cuando Jesús, después de lavar los pies a sus discípulos, les dijo: “Yo les aseguro: el sirviente no es más importante que su amo, ni el enviado es mayor que quien lo envía. Si entienden esto y lo ponen en práctica, serán dichosos”. Monseñor explica la frase: “Puede que caigamos en la tentación de sentirnos más cuando se nos da un servicio en la comunidad o en la Iglesia. La persona puede creerse que es dueño de Dios, que es dueño de todo”.
Pese a que es jueves y es la misa de 8:00 am, la cantidad de voces que contestan “Gloria a ti, Señor Jesús” logra la sonoridad de un coro. El padre –sin hacer mención directa a gobernantes y políticos– le encomienda a Dios a quienes “tienen cargos y responsabilidades al servicio de los demás. Para que busquen siempre el progreso y la paz”.
Hace 10 días, en el Santuario Nacional Expiatorio, en La Concordia, ofrendaron velas “para darle luz a los gobernantes y que entiendan que su trabajo es un servicio”. El sacerdote inició la homilía con una plegaria por las madres de los jóvenes que han muerto durante las protestas. Luego de una breve pero contundente pausa, retomó sus palabras para enlazar con la cotidianidad que abruma a los feligreses.
“No todo es vida, esa vida debe ser plena. Por eso hay jóvenes que prefieren morir en la calle que vivir sin ser libres”. Las miradas se mantenían fijas al frente. De vez en cuando, alguna voz carraspeaba en medio de las pausas. Apenas el padre continuaba su prédica, el silencio se imponía para atender a las palabras que salían desde el púlpito. Paso a paso los asistentes cumplieron con los responsorios y las ofrendas: una por la paz, otra por las madres que perdieron a sus hijos en protestas, otra por los alimentos, la salud y por la iluminación de los gobernantes.
Antes de terminar, el sacerdote recordó que la oración era una herramienta que ambos grupos estaban dejando por fuera. “Si hay marcha y no hay oración, no hacemos nada; una constituyente sin oración, no sirve de nada; una protesta sin oración, no lleva a nada. La oración debe ser nuestra fuerza, el insumo principal que nos ayude a salir de esta situación”. Recordó que hace poco –a propósito de su cumpleaños– la escasez lo dejó sin torta porque, como la mayoría de los venezolanos, no tenía harina de trigo para preparar el tradicional pastel. Aprovechó el momento para decir que “la protesta sin fe es como una torta sin harina”.
Más allá de las declaraciones de los jerarcas de la Iglesia, misa a misa, en las homilías se hace un trabajo de resistencia. Entre oraciones, sermones y hostias racionadas por la escasez de harina, encuentra cierto sosiego la conflictividad que se agravó en el país, luego de que el Tribunal Supremo de Justicia suprimió las funciones de la Asamblea Nacional, lo que ha llevado a casi 50 días continuos de protesta y un número similar de muertos durante la represión de las manifestaciones. La crisis política del país también se dirime en los templos.
El 7 de mayo fue el domingo del Buen Pastor y en la parroquia homónima –ubicada en Bello Campo, en Caracas, a media cuadra de donde se han librado encarnizadas batallas entre manifestantes y la GNB– se escuchó antes de la misa de 9:00 am un audio con la lectura de uno de los comunicados de la Conferencia Episcopal Venezolana. En él exhortan al gobierno al cese de la represión, rechazan el llamado a una Asamblea Nacional Constituyente y exigen que se cumpla la Constitución vigente.
Al concluir la lectura con los nombres de los obispos firmantes, comenzó la misa. El párroco, Carlos Márquez, saludó a la feligresía con una esperanza: “Aunque caminemos por cañadas oscuras –aludiendo al salmo 22 de la Biblia– nos llevará a pastos tranquilos”. Hizo referencia rápidamente, sin aspavientos ni tragedias, a las duras circunstancias que les ha tocado vivir estos días. Terminada la eucaristía, el sacerdote anunció que la misa de las 5:30 pm tuvo que ser suspendida por los recurrentes disturbios. “Tengo al menos 30 latas de bombas lacrimógenas que han caído dentro de las instalaciones”, contó luego de la ceremonia.
“La homilía es un medio para alentar al pueblo frente a esta situación que estamos viviendo actualmente donde Dios es el centro del camino que nos lleva a ese encuentro con los demás. Y siempre teniendo presente que su palabra va encaminada con la verdad que vivimos. La iglesia no puede vivir ajena a este momento”, explica el sacerdote Alberto Cisneros, misionero claretiano.Los religiosos también piensan en lo que vendrá después de la polvareda. “Nos va a tocar reconstruir el tejido social que está desgarrado. Eso no será sencillo. Hay que hacerlo con la caridad, con la verdad y con la justicia. Aquí se ha dicho que hay una guerra económica, social, de todo tipo. Pero yo apunto como sacerdote, que lo que existe es una guerra espiritual”, señala monseñor Ramírez.

Tensión histórica
En las escenas más convulsas de la historia del país, las sotanas han entrado en el encuadre: desde el padre José Cortés de Madariaga en el balcón del Ayuntamiento aquel 19 de abril de 1810 hasta la carta pastoral que publicó monseñor Rafael Arias Blanco, arzobispo de Caracas, cuando faltaba un año para el fin de la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez, en la que denunciaba que la mayoría del pueblo estaba viviendo en condiciones que no se podían calificar de humanas.
El Estado y la Iglesia, desde el inicio de la República, han tenido una relación hostil. En los gobiernos de José Antonio Páez, Antonio Guzmán Blanco, José Tadeo Monagas, Juan Vicente Gómez, Cipriano Castro y en el primer período de los adecos hubo grandes tensiones. Incluso, hasta Simón Bolívar fue excomulgado. Con Hugo Chávez también se estableció una posición frontal desde muy temprano.
“Las élites tenían posiciones contrarias al catolicismo, aunque eso empieza a cambiar a mediados del siglo XX, lo que permite una nueva relación porque en el Estado había élites más simpatizantes, las socialcristianas y socialdemócratas. Además, se le veía a la Iglesia como un socio del sistema político. Cuando llega el chavismo la Iglesia es considerada parte de la élite a desmontar, planteaban que debería existir una iglesia genuinamente cristiana y separada de la jerarquía eclesiástica. Y desde muy temprano tuvieron malas relaciones con la Conferencia Episcopal Venezolana”, explica el politólogo e historiador Guillermo Tell Aveledo.
En estos dos meses de protestas, la presencia de religiosos en la calle asistiendo a las marchas, se hace cada vez más evidente. Hábitos y sotanas, imágenes y rosarios han sido parte de los símbolos de esta etapa del conflicto. La única movilización que ha logrado llegar al oeste de Caracas fue precisamente “La marcha del silencio”, que tenía como destino la sede de la CEV, en Montalbán. La participación del Vaticano en los intentos de diálogo y las declaraciones de la alta jerarquía católica han marcado el ritmo de la tensión política venezolana.
El sacerdote jesuita, abogado y politólogo, Arturo Peraza, hace una analogía del momento con la historia de Moisés y el cruce del Mar Rojo, que significó para el pueblo de Israel el paso de la esclavitud a la libertad, para explicar el papel de los religiosos en este momento: “Cuando vives en un contexto de opresión, la palabra viene a buscar caminos de liberación. Este es el elemento más fundamental de la palabra de Dios. Moisés, que lo escucha, viene, ilumina a su pueblo y lo hace atravesar el Mar Rojo para caminar hacia la libertad”.
Presidente cristiano
La última vez que el gobierno se reunió con la directiva de la CEV fue el 10 de julio de 2012. El entonces vicepresidente Elías Jaua fue el encargado de asistir a la 98° reunión de la institución católica. Dijo que querían restablecer el clima de respeto tras 13 años de desacuerdos. El presidente de la CEV, monseñor Diego Padrón, expresó en ese momento que la intención del encuentro era la búsqueda de una relación por los canales institucionales. Durante la rueda de prensa, Padrón atendió una llamada del presidente Chávez a través del celular de Jaua. Ambos se saludaron y prometieron reunirse.
En 2010 Chávez había llamado “trogloditas y cavernícolas” a los obispos venezolanos, luego de que la CEV respaldara al cardenal Jorge Urosa Savino tras acusar al mandatario de violar la Constitución e impulsar el proyecto socialista. En 2006 fue el cardenal Rosalio Castillo Lara quien declaró que Chávez –que ya había aparecido con un crucifijo en la mano luego del golpe de Estado del 11 de abril de 2002– estaba llevando al país al desastre.
Aveledo señala que el poco apoyo que tenía el chavismo en la jerarquía católica, que era monseñor Mario Moronta, lo ha abandonado. Arturo Sosa, sacerdote de la Compañía de Jesús, pese a su posición de izquierda, ha sido crítico desde 2014. Los cardenales que se han nombrado, como Castillo Lara, Urosa Savino y ahora Baltazar Porras, todos han sido críticos.
Hace 10 días el presidente Nicolás Maduro dio muestras en cadena nacional de su fe, en medio de otro episodio de tensiones con la Iglesia. “Yo soy católico. Soy un cristiano, practicante profundo, no solo por la oración, soy cristiano de acción”, dijo mientras mostraba una foto de él como monaguillo. Ese día rechazó que la CEV se negara a asistir al encuentro para presentar la propuesta de la constituyente convocado para el 8 de mayo en Miraflores. “El jefe de Estado convoca a la cúpula de la Iglesia por la paz, la democracia, la constituyente y dicen: ‘No quiero hablar’. Se niegan a hablar con un presidente cristiano. ¡Qué se puede esperar de ellos!”, aseveró. La instrucción que le dio al ministro Elías Jaua fue “obligarlos” hasta que se sienten a dialogar, “como ha sido el mandato del Papa”. Maduro, incluso, solicitó una audiencia al nuncio apostólico, Aldo Giordano, para presionar a los prelados venezolanos.
Este año, la Conferencia Episcopal Venezolana ha fijado posición tras la publicación de las sentencias del Tribunal Supremo de Justicia, en torno a la crisis económica y social, por la represión en las marchas y también por la convocatoria al proceso constituyente. Este mes los exhortos no han cesado. Y esta semana realizaron la 43° Asamblea Extraordinaria Plenaria otra vez centrada en la crisis del país y reiteraron lo que han dicho: “No hay que reformar la Constitución, sino cumplirla”, y aceptaron recibir a Jaua, nuevamente, en la sede del episcopado.
Peraza señala que Maduro busca apoyarse en los llamados al diálogo que ha hecho el Vaticano para aplicarlas al caso de la constituyente. “Eso es utilizar o manipular las frases del papa Francisco a favor de propuestas que no han sido de ninguna manera apoyadas por él. El Papa ha llamado a la necesidad del diálogo, y este diálogo tiene unas precondiciones que fueron definidas por el cardenal Pietro Parolín, secretario de Estado del Vaticano. Sobre eso es lo que Maduro no desea dialogar cuando ese es expresamente el llamado del Santo Padre”.
Aveledo agrega que pese a que el gobierno ha intentado manipular el discurso del papa Francisco, “la Conferencia Episcopal Venezolana influye más en la Santa Sede de lo que se podría creer”.
En Venezuela la mayor parte de la población es católica, pero no fanática, destaca el investigador. 7 de cada 10 ciudadanos ve favorable la influencia de la institución. “La sociedad tiende a ver positivamente a la Iglesia y al papado. Por eso su influencia en esos momentos pesa para el gobierno, al que le convendría que la institución solo se dedicara a los asuntos pastorales. Pero la Iglesia tiene desde hace años una vocación no solo de opinar, sino de intervenir por las mejoras en la sociedad”.
Vaticano mediante
En julio de 2016 el gobierno y la oposición aceptaron el acompañamiento del Vaticano para un eventual diálogo. En septiembre ambos grupos políticos hicieron formal esa invitación. Pese a que solo se lograron dos encuentros entre las partes y sin efectos, desde entonces el papa Francisco sigue de cerca la situación en Venezuela
2016
24 de octubre: El presidente Maduro se reunió con el papa Francisco en  Roma y conversaron sobre la situación en Venezuela. Ese mismo día el representante del Vaticano, monseñor Emir Paul Tscherrig y el Nuncio Apostólico, Aldo Giordani, sostuvieron un encuentro con representantes de la oposición.
30 de octubre: Monseñor Claudio María Celli, enviado del Vaticano, calificó como “un buen comienzo” el primer encuentro entre el gobierno y la oposición en el museo Alejandro Otero.
1 de noviembre: El papa dijo: “apuesto todo y de corazón  por el diálogo para resolver los conflictos” en referencia a Venezuela. Calificó la situación como "compleja".
5 de noviembre: Monseñor Celli expresó que si el diálogo fracasa, “es el pueblo venezolano el que se hunde más”, en advertencia a la posibilidad de que alguna de las partes se levantara de la mesa.
11 de noviembre: El segundo encuentro entre los actores políticos en el Hotel Meliá Caracas, el monseñor Celli lo calificó como un momento de “intenso diálogo”. Reconoció que existen posiciones diferentes sobre algunos asuntos, pero expresó que existe el deseo de encontrar soluciones.
20 de noviembre: Francisco recibió en una audiencia privada al cardenal venezolano Baltazar Porras, y dijo: “La Santa Sede ha enviado, por pedido de ambas partes de mediadores, un facilitador para ayudar al diálogo y eso es para servir al pueblo de Venezuela; a todas las partes y para que se logre la paz y un acuerdo”.
1° de diciembre: El secretario de Estado del Vaticano, cardenal Prieto Parolin, envió una carta para mostrar su preocupación ante el retraso en la aplicación de los acuerdos. Demandó que se produzcan cuatro hechos antes del 6 de diciembre: implementación urgente de medidas para el abastecimiento de comida y medicinas, un cronograma electoral, la restitución de las competencias del Parlamento, y los instrumentos legales para acelerar la liberación de los detenidos.
6 de diciembre: La MUD en protesta por el incumpliendo de los acuerdos, decidió mantener la relación únicamente con los mediadores. Se reunieron por separado con monseñor Celli.
25 de diciembre: El papa Francisco dedicó un momento a Venezuela en su mensaje de Navidad: “Dicha valentía anime también a la amada Venezuela para dar los pasos necesarios con vistas a poner fin a las tensiones actuales y a edificar conjuntamente un futuro de esperanza para la población entera”.
25 de diciembre: La MUD afirma que no existen condiciones para restituir la mesa de diálogo en la sesión programada para el 13 de enero, luego del receso navideño. Pidieron al Vaticano activar mecanismos para verificar "el no cumplimiento de los acuerdos" por parte del gobierno.
2017
6 de enero: Tras una reunión con representantes del gobierno, monseñor Claudio María Celli ratificó su disposición de diálogo en Venezuela.
9 de enero: Francisco pidió que el gobierno y la oposición apuesten al diálogo y busquen la paz del país, para que "las consecuencias de la crisis política, social y económica" dejen de pesar sobre los ciudadanos.
19 de enero: Monseñor Celli comunica su renuncia a visitar Venezuela, por lo que no participará en próximas reuniones. El lugar fue ocupado por el Nuncio Apostólico Aldo Giordano.
21 de enero: El papa ratificó el papel de la mediación del Vaticano en los intentos de acercamiento en el gobierno y la oposición. Pero afirmó que “la diplomacia vaticana tiene que ser mediadora, no intermediaria".
22 de febrero: El presidente Maduro se reunió con el Nuncio Apostólico Aldo Giordano para tratar de reanudar el diálogo. El gobernador de Miranda, Henrique Capriles, descartó esa posibilidad.
2 de abril: El papa Francisco pidió evitar la violencia y abogó por buscar "soluciones políticas" en Venezuela, cuya situación política aludió tras el rezo del Ángelus.
25 de abril: El Vaticano se solidarizó a través de una llamada telefónica con el cardenal Urosa Savino por la arremetida que sufrió la iglesia católica en la Basílica de Santa Teresa.
30 de abril: Francisco aseguró que la Santa Sede está dispuesta a intervenir frente a la crisis: “Tiene que ser con condiciones, condiciones muy claras. Hubo intervención de la Santa Sede bajo pedido fuerte de cuatro presidentes que trabajaban como facilitadores. Y la cosa no resultó. Quedó ahí. No resultó porque las propuestas no eran aceptadas o se diluían. Eran un sí sí, pero no no”.
6 de mayo: El Vaticano llamó a los obispos a hacer lo posible para que se establezcan puentes entre el gobierno y la oposición. La Conferencia Episcopal Venezolana publicó la carta en que el pontífice les expresa su cercanía “consciente de las dificultades que están atravesando”, y les agradece “su continuo llamamiento a evitar cualquier forma de violencia, a respetar los derechos de los ciudadanos y a defender y promover la dignidad humana y los derechos fundamentales”.
13 de mayo: “Se necesita mucha buena voluntad de parte de todos, comenzando por el gobierno, que debe dar señales que quiere solucionar y tomar en cuenta el clamor del pueblo y buscar soluciones. Yo creo que las soluciones son las elecciones”, dijo el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado de la Santa Sede, durante la canonización de los pastorcitos con motivo a la misa de la Virgen de Fátima.

Con olor a ovejas y a lacrimógenas
El padre Wilfredo Corniel asegura que al asistir a las protestas lo que hace es acompañar al pueblo de Dios que sufre. Dice que está entre el rebaño, pastoreando. Pero también se le ha visto respirando gas mientras lleva pancartas con mensajes religiosos
CVI

La sotana beige del padre Wilfredo Corniel resistió a la lluvia, al sol y también a 12 horas de plantón en la avenida Victoria el lunes 15 de mayo. Es de Cojedes y desde septiembre de 2016 está en Caracas como párroco de la iglesia San Miguel Arcángel de El Cementerio. En apenas ocho meses en la capital se ha convertido en un símbolo de las marchas. Ora por Venezuela no solo ante el altar, también lo hace entre cientos de personas que piden libertad en las calles. En sus manos no lleva el cáliz ni la vinajera, sino un pote de agua que contiene bicarbonato y un cartel con mensajes que considera pertinentes para el momento. El de ese día: “No más muertos por protestar”. Detrás de la cartulina se esconde, como una protección, una imagen de San Miguel Arcángel.“Pido que el corazón que se ha endurecido de aquellos que nos gobiernan se ablande y no sean sordos a la voz del pueblo. Esto se parece a lo que era el tiempo de los profetas. Los gobernantes se olvidaron de escuchar al pueblo y la comunidad sufría”, dice Corniel en medio de un grupo. La gente se le acerca y él también la aborda. Entre bendiciones, palabras de consuelo, ha caminado desde el inicio de las protestas en el mes de abril. “He asistido a casi todas. Menos a las de Semana Santa porque estaba haciendo mi trabajo como sacerdote. No he abandonado nunca mi realidad principal: ser sacerdote”.
Dice que como pastor le corresponde acompañar al pueblo de Dios que sufre, pero también está ahí por sus compromisos como ciudadano. “Estoy por quienes no pueden hacerlo por temor a que los saquen del CLAP. Estoy como un agente de paz. No solamente es orar, ofrecer la eucaristía, sino también caminar por la paz de Venezuela”, insiste.
En 2013, cuando el papa Francisco presidió su primera misa crismal de Jueves Santo, pidió a los sacerdotes presentes renovar el espíritu de santidad con que fueron ungidos el día en que se ordenaron como presbíteros. “Esto os pido: sed pastores con ‘olor a oveja’, que eso se note”, dijo. Monseñor Adán Ramírez explica que eso hacen los sacerdotes y religiosas que asisten a las movilizaciones: “Estamos llamados a tender puentes, no a ahondar en las heridas. Eso también es una manera de expresar lo que dice el papa Francisco: ‘Hay que oler a oveja’. Un sacerdote tiene que estar con su pueblo. En este caso muchos no solamente han olido a oveja, sino que también han tragado bombas lacrimógenas”.

El padre Corniel, de 41 años de edad, es uno de los que ha tenido su dosis de gas, pese a que en las marchas se ubique en un punto intermedio para socorrer y levantar a las personas que resultan heridas o asfixiadas. Además de lacrimógenas, recibe amenazas. Le han llegado amenazas de que le van a rayar la iglesia, que lo van a secuestrar. “Aquí en El Cementerio muchas personas me dicen que tenga cuidado. También me acusan de ‘apátrida’ en las redes sociales. Yo oro por todo el pueblo de Dios. Soy el párroco de todos. Si es chavista igual lo voy a atender con todo el amor y el cariño”. Asegura que un “grupo de inteligencia social” acude a sus misas para escuchar lo que dice.
El lunes en la avenida Victoria el padre Corniel alivió a muchos con su prédica. Cerró la jornada con una plegaria por la justicia y la verdad. Los manifestantes entrelazaron las manos para rezar el Padre Nuestro. Al terminar les dijo: “Podemos ir en paz”.

Fuente:
http://www.el-nacional.com/noticias/sociedad/las-homilias-resistencia_183250
Fotografías: Omar Véliz.

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