viernes, 16 de junio de 2017

PUNTERÍA



De la etapa final

Luis Barragán

Toda dictadura que se precie, procura maquillarse. En el caso venezolano, desde sus orígenes, desde sus orígenes artificiosamente amables, se exhibió como la consumación de todo respeto hacia los Derechos Humanos.

Ahora, una de las varias capas de colores se ha diluido, manchando el propio texto constitucional. La actuación del Defensor del Pueblo, otrora activista bullicioso en la materia,  sintetiza muy bien la naturaleza, carácter y alcance del régimen.

Frente a la legítima, pacífica y muy lógica protesta ciudadana, la que había tardado en copar el escenario por distintas razones, actúan con una radical franqueza, sin tiempo ni talento para echar la otra capa que tiña un rostro ya impresentable. Al momento de suscribir estas líneas, numerosas comunidades residenciales soportan la brutal respuesta de los grupos paramilitares que las tirotean saquean y procuran reducirlas, apresando a justos y pecadores; los tales colectivos armados, asesinan a un oficial supervisor jefe de  la Policía de Mérida, tratando  de escarmentar al resto de sus compañeros; o, en Caracas, le disparan a Cross, la mascota del vecino de un edificio tomado por asalto ante la indiferencia de la GNB, ergo, FANB, por no citar a más  de setenta personas caídas en medio de las jornadas cívicas que rabiosamente reprimen con algo más que gas  del bueno.

Ajada la cara de la dictadura por las varias capas que la sinceran, llegando a la íntima piel de sus desafueros, asistimos a una etapa final que es de barbarie. La más celebrada novelística latinoamericana alusiva, da cuenta de la satisfacción morbosa que les concede la etapa final, quizá como la única compensación a una enfermiza crueldad, de revisar Oficio de difuntos de Uslar Pietri, Yo el supremo de Roa Bastos, El señor presidente de Asturias, El otoño del patriarca de García Márquez,  El recurso del método de Carpentier, La fiesta del chivo de Vargas Llosa.

Ya no da tiempo para inventarle un delito tributario al dirigente político o social de oposición, hacer de un burdo incidente de tránsito una posterior calamidad personal, poner a prueba la lealtad de los jueces titulares o provisorios en la jurisdicción ordinaria,  enfriadas las ollas – según la nomenclatura en boga -  que enredan a los más inocentes para fulminarlos, o tratar de hacerlo, moralmente. El descarado empleo de la fuerza bruta reemplaza cualquier sutileza y habilidad, honrando el profundo desprecio a la dignidad humana que tiene por mejor símbolo el tropel de motorizados armados de dudosa nacionalidad, pues, convengamos, los venezolanos no hemos llegado a tanta vileza.
19/06/2017:
http://www.opinionynoticias.com/opinionpolitica/30164-de-la-etapa-final 

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