viernes, 26 de mayo de 2017

TRAICIÓN



De la infiltrada Fuerza Armada

Luis Barragán

Al caer la dictadura de Pérez Jiménez, las Fuerzas Armadas se hicieron – en sí mismas – un campo de batalla. Distintos sectores procuraron instrumentalizarlas para sus realizar sus intereses políticos inmediatos, concretos y parciales.

Más allá de las frecuentes tentativas golpistas surgidas en su seno, enfrentaron uno de los mayores desafíos externos, como fue el de una insurrección literalmente armada, evidentemente importada y decididamente adelantada en el marco de la Guerra Fría. A la victoria política, con los resultados de los comicios generales de 1963, fracasado el persistente sabotaje y llamado a la abstención, siguió la victoria militar ante la subversión leninista-guevarista que, al mismo tiempo, concibió la calculada infiltración de la entidad castrense, tal como destacó en el debate de plena sinceridad que ocasionaron las declaraciones del otrora ministro de la Defensa en la cámara de diputados hacia finales de 1969.

La mayor gracia o, mejor, morisqueta del denominado chavismo, fue – precisamente – infiltrarlas, inoculando el virus de la desprofesionalización y desespecialización. A muy largo plazo, cumplieron la lejana meta de los años sesenta, alterando los valores, funciones y roles esenciales: violentando la Constitución de 1999, la entidad armada está ultrapartidizada e, incluso, dedicada a áreas muy distintas a las que conciernen al sector defensa.

Nada parcial y mezquino fue el objetivo de la democracia representativa al proponérsela como fiel cumplidora de la Constitución de 1961, empeñada en articular definitivamente su subordinación al sector civil. Ahora, el sectarismo político la aísla del resto de la población que mayoritariamente rechaza al régimen, imposibilitado de expresarse a través de unas elecciones pulcras,   oportunas y transparentes, según lo manda inequívocamente la Constitución de 1999, incluyendo la consulta posterior a la declaratoria parlamentaria del consabido abandono del cargo.

Incluyendo a la actual Fuerza Armada, los venezolanos hemos pagado un altísimo costo por una infiltración consumada, indebida y suicida. Agreguemos, deliberada, porque el madurato tiene su mejor apuesta en la descomposición de una institución esencial de Estado completamente de espaldas al artículo 328 de la vigente Constitución de la Repùblica.

22/05/2017:
Ilustración: Dumont, El Universal (Caracas, 13/05/2017).

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