viernes, 5 de mayo de 2017

RACIONALIDAD E IRRACIONALIDAD



Del difícil vaticinio

Luis Barragán

Evidentemente, no existe un lógico y, por tal, compartido desarrollo político de los acontecimientos en Venezuela, por sufridos que fuesen. Los más diversos analistas y comentaristas políticos lo desean con el fervor de sus viejas lecturas y experiencias, pero en toda dictadura resulta difícil vaticinar el más modesto evento.

Nos recreamos con algunos mitos y, cual moneda de curso legal, el comentario ocasional dice adquirir alguna  prestancia para el intercambio. Algo natural, porque todos urgimos de un sentido para la vida personal y colectiva.

El régimen caerá de tocar fondo la situación nacional, fue uno de los argumentos más favorecidos. Nunca se supo de cuál de los tantos fondos que ya hemos tocado, asfixiándonos, porque el precio del petróleo más bajo no puede caer ante la gigantesca voracidad fiscal del socialismo del siglo XXI y, además, hubo República y hubo democracia, mal que bien, con el barril a siete dólares durante el gobierno de Caldera.

Los militares solamente esperan que las calles se llenen, algo que ha ocurrido sometiendo a justos y pecadores a una feroz represión.  En su sano juicio, nadie espera que la protesta pueble todo el territorio nacional para apostar por una militarada más, pues versamos sobre la necesidad de una transición democrática.

O esto se acaba cuando los cerros bajen y, desde hace un buen rato, ya lo hicieron, o ¿acaso las autopistas urbanas las ocupa exclusivamente la mesocracia harta y desesperada?  Por definición, toda dictadura es irracional, caprichosa y soez, por lo que cuenta con una dinámica propia que, por ilógica, genera un severo y continuo corto-circuito hasta que colapsa. Y es lo que está aconteciendo en una Venezuela a la que el magistrado consular, por más encumbrado que se vea en el TSJ, ni siquiera ofrece una respuesta coherente, simuladora de alguna convicción jurídica.
01/05/2017:

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