viernes, 13 de enero de 2017

ARRIEROS SOMOS ...

Unidad
Dulce María Tosta

Uso y abuso se ha hecho del término «unidad», como expresión de una cohesión inexistente entre los dirigentes del grupo de partidos que conforman la Mesa de la Unidad Democrática (MUD).

Hablamos de dirigentes porque las decisiones y acuerdos que allí se toman emanan de los líderes visibles de AD, PJ y UNT, dado que los demás solo cuentan a la hora de las apariencias, de las fotos y de la dilución de responsabilidades.

La palabra que nos ocupa, en manos de los cabecillas de la MUD, se asemeja más a una franquicia comercial, como puede ser Mc Donald o Arturo’s, que a la expresión de una realidad política o de un sentimiento popular. Para nuestra lengua, la franquicia es una concesión de derechos de explotación de un producto, actividad o nombre comercial, otorgada por una empresa a una o varias personas en una zona determinada.

Con la misma vesania con que el PSUV se apropió la palabra Patria, quienes se llaman sus opositores lo hicieron del término Unidad, pero un leve análisis nos permite concluir que ambos se asemejan en la antonimia de sus realidades: ni los del PSUV tienen patria ni los de la MUD unión.

¿Cómo pueden llamarse patriotas quienes son sumisos a potencia extranjera o unitarios quienes se asemejan a beodos peleando por una botella vacía? ¿Acaso no es de todos sabida la presencia e influencia cubana en nuestro País, o el permanente atajaperros entre los precandidatos presidenciales de la MUD?, cada uno de los cuales arrima la brasa para su sardina sin importarles la realidad de un pueblo al que el hampa le ha arrebatado centenares de miles de vidas y, lo que es peor, lo somete al riesgo de que las próximas generaciones sufran de cretinismo como consecuencia del hambre que trata de mitigar con la ingesta de basura, propia de los países más pobres del mundo.

Hablar de unidad en ausencia de unidad de propósitos es una estafa. La comunidad de objetivos es necesariamente previa a cualquier unidad de acción. No pueden marchar juntos quienes se dirigen a diferentes lugares, como absurdo es que partidos que sostienen la conveniencia estratégica de mantener a Maduro en el poder, compartan su andar con quienes promueven la salida como solución a buena parte de nuestros males.

Estos conflictos de fondo convierten a la MUD en un canceroso metastásico y terminal, por mucho que sus beneficiarios pretendan cambiarle el nombre y esconder a algunos hombres para que todo siga igual, en una jugada capaz de sonrojar de envidia a Giuseppe di Lampedusa, autor de El Gatopardo.

Tal como están las cosas, el mejor servicio que puede prestarle la MUD al País es su desaparición; no me refiero a las letras que conforman la sigla, sino a los hombres que la determinaron, anteponiendo sus intereses particulares a los del colectivo y que ahora pretenden cambiar de camisa para parecer distintos.

Los que durante más de tres lustros jugaron ping-pong con el régimen, copando espacios que correspondían a otros, deben ser repudiados por todos y marcharse de la política venezolana. Hacen falta nuevas caras que impulsen nuevos procedimientos signados por los principios que diferencian a la democracia de los demás regímenes políticos; pero detrás de esas caras debe haber estadistas que estén más atentos a la próxima generación que a la próxima elección.

En ausencia de propósitos comunes, cualquier organización se asemejaría a un grupo de borrachos empujando a un automóvil que se niega a prender, sin tomar en cuenta que unos lo hacen hacia atrás desde el capó y otros hacia delante desde la maletera, mientras piensan quién sería el bribón que escondió la botella que no sabe vacía.

Fuente:
http://www.dulcemariatosta.com/index.php/de-dulce-maria-tosta?layout=default&id=833
Ilustración: Dumont.

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