domingo, 16 de octubre de 2016

ULTRAJE Y VILIPENDIO

De la genuina susceptibilidad (y una nota octubrista)
Luis Barragán


Días atrás, nos encontramos casualmente con un viejo condiscípulo que, por cierto, por vocación, quiso alguna vez hacer carrera judicial. Empero, desde que se inició el actual régimen, renunció a su modesto juzgado con la clara intuición de lo que vendría después.

Traspapelada entre otras noticias, la denuncia interpuesta por la canciller Delcy Rodríguez contra el diputado Henry Ramos Allup, responde a una genuina susceptibilidad de los ocupantes de un poder arbitrario que no logran distinguir entre el ámbito personal y el político. Éste, está llamado siempre al duro y lógico cuestionamiento democrático, porque se trata del decisor de un destino inevitablemente compartido, exponiéndose como un exabrupto cualesquiera acciones de orden penal o civil y tratándose, para más señas, de un parlamentario que tiene responsabilidades y prerrogativas muy bien definidas por la Constitución y la tradición republicana.

Ejercitando algunas nociones con nuestro amigo, es necesario distinguir entre el ultraje contra las personas investidas de autoridad pública (básico, con violencia o amenaza) y el vilipendio: el ofendido no es tal,  cuando versamos sobre sus funciones; el vilipendiado no es tal, cuando no peligra ni se menosprecia las bases misma del Poder Público, según la pacífica doctrina de varias décadas. De modo tal, que constituye la denuncia una maniobra más, un momento adicional a la confabulación de un órgano del Poder Público – el Ejecutivo – contra otro – el Legislativo – encaminado a derrumbar, esta vez, las bases mismas de una adecuada y deseada coexistencia de los poderes en Venezuela, por decir lo menos.

UNA NOTA OCTUBRISTA: TENSIONES

Cercano el 71° aniversario de la llamada Revolución de Octubre, añadimos a los apuntes alguna vez consignados (http://www.opinionynoticias.com/opinionnacional/17055-tres-notas-importantes-sobre-el-18-o),  dos instantes de  la acción política y militar. En un caso, fraguada la conspiración, Rómulo Betancourt  no comprometió a toda la dirección de Acción Democrática y un día antes del evento, escenificó un extraordinario mitín en el Nuevo Circo de Caracas, sin que levantase la menor sospecha; y, en el otro, asumió su responsabilidad en el curso de un golpe de Estado que, de no haber resultado, lo hubiese confinado, irrecuperable, al degredo político.

Dos momentos personalmente de una inmensa tensión que, por el solo registro fotográfico, revelan una fuerte y decidida personalidad capaz de afrontar con serenidad las circunstancias. En el coso taurino, sabiéndose cercano a la hora de todos los peligros, hace sus planteamientos con una habilidad poco común que, al considerar el acto, Manuel Caballero estima que le hubiese servido de alegato ante un tribunal de haber fracasado (“Rómulo Betancourt, político de nación”, Alfadil – FCE, Caracas, 2004: 232); y, a las puertas de Miraflores, rodeado de sus más cercanos colaboradores, según una imagen de la época, hora poco conocida, enciende literalmente un cigarrillo, completamente resteado en tan dramática coyuntura. Queda esto para la reflexión, a favor y en contra, claro está.


Reproducciones: Élite, Caracas, Nr. 1047 del 27/ 10/1945; y Resumen, Caracas, Nr. 103 del 26/10/1975 ("Rómulo Betancourt dirigiéndose a un multitudinario auditorio en la noche del 17 de octubre").
17/10/2016:
http://www.opinionynoticias.com/opinionpolitica/27862-luis-barragan

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