jueves, 20 de octubre de 2016

CUADERNO DE BITÁCORA

El agresivo ministro de Transporte y Obras Públicas, Ricardo Molina, niega el hambre en Venezuela (http://www.sinedicion.com/2016/10/18/ministro-molina-en-venezuela-nadie-se-esta-muriendo-de-hambre) y, encima de todo, quien no sea devoto al gobierno, simplemente no come. Se le agradece la franqueza pública.

Al salir de la sesión, el diputado Cheo Hernández y yo fuímos testigos de una cruda, triste e inaceptable escena. !Jamás se había visto algo semejante! La cola, densa y, de repente, en pleno centro de Caracas, sacaron sendas bolsas de basura. Ante la impotencia del vigilante, una familia entera las devoró. No esperó siquiera a la búsqueda, clasificación y guarddo del desecho orgánico, sino que directamente, cadaquien como pudo, comenzó a comer. Hasta el más pequeño. Tomamos fotografías, pero no pudimos bajarnos del automóvil por la peligrosidad del lugar, exhibiendo nuestros modestos teléfonos.


Avanzaba parsimoniosa la cola y los peatones aceleraban el paso, alertas ante los motorizados. Una escena, ciertamente, diaria, ignominiosa que desea expresión de la normalidad, mientras que el régimen se autopresupuesta y el que parte y reparte ... Todos los presupuestos de todos estos años, recordemos, no reparan en el gasto ostentoso.


Un día antes, esperando a la sesión y cercada la sede de la Asamblea Nacional por la Casa Militar a los efectos del acto de Nicolás, buscamos dónde comer bbb (bueno, bonito y barato). De todos modos, la escena de la una de la tarde no es una excepción en el MetroCenter. Una panadería que antes rebosaba de personas,  tiene las mesas semivacías y de muy pocos consumidores reales, pues,quien puede, se lleva lo poco que tiene. Una feria que estaba anteriormente repleta de todos los empleados de las inmediaciones, objetivamente, como para un trabajo académico, tiene muy, pero muy pocos comensales y no por casualidad, uno de ellos con vestimenta roja-rojita. El resto, no espera la orden, sino que aprovecha para sentarse a descansar o hablar. En tiempos más o menos remotos, quien no consumía no se sentaba por  la presión de aquellos que esperabn un buen rato para hallar una mesa.


El escolar entra y sale de la historia en menos de un minuto. No lo sabe, es parte de ella...

LB

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