sábado, 27 de agosto de 2016

CUADERNO DE BITÁCORA



Nos quedamos hasta casi culminar el foro, pero – inevitable – hubo que marcharse a un par de reuniones de distinto cuño. Suele ocurrir, gustamos de un novelista – por ejemplo – y, casi inadvertidamente, con el tiempo, indagamos la opinión de los críticos. Por supuesto, esto no nos convierte en expertos de su obra y, a lo sumo, ingresamos a las filas de los más o menos avisados. Con las piezas de Julio Pacheco Rivas, pasa algo semejante y, aunque la agenda del día marcaba otras prioridades, fue necesario acudir al foro y escuchar versión múltiple y multiplicadora, la de los especialistas. 


Valga acotar, dimos una brevísima mirada a un edificio en construcción, cercano al Espacio Cultural del BOD. Existe una familiaridad innegable que, tratada por los artistas, añadidos sus críticos, nos lleva a una realidad meditada, quizá depurada, definitivamente humanizada por la reflexión.


Las intervenciones fueron satisfactorias, mas debemos esperar a la publicación del catálogo que constituye la promesa de la curadora, Susana Benko, quien se extenderá en aspectos que hoy, como en el día de la inauguración de la muestra, esbozó. No obstante, retenemos algo que dijo, palabras más, palabras menos: un compendio de ilusiones que nos lleva a la razón. Además, hay espacios reales que sirven de soporte a los ficticios. 


Por un momento, planeamos un texto para el lunes, el día de nuestros artículos: digamos, esta asfixiante antología de realidades que desembocan en una ilusión fallida. Así, la obra de Pacheco Rivas supone una severa advertencia contra las falsificaciones.  Hay espacios reales que generan los ficticios, mas no al revés. La sola, maliciosa y maligna intención, hace de la ilusión una estafa que no es, en propiedad, una limpia, espontánea, transparente y genuina ilusión, sino el más torpe de sus simulacros. Una estafa, en definitiva. 


Posiblemente, con la muestra descubrimos o confirmamos una perspectiva del actual orden político que, falsificador, viaja por nuestro torrente sanguíneo, el de una sociedad en vías a la devastación, de la que quedará ese paisaje constructivista, como dijo Bélgica Rodríguez para la primera etapa del pintor, hasta llegar a una racionalidad necesaria que esta otra etapa, la de la soldadura, deja ver como denuncia. Valga también la coletilla, nos pareció interesante lo que ella dijo sobre el autodidactismo que no es tal cuando el artista u obrante galopa incansablemente los museos. Como Pacheco Rivas hizo en Europa.


Erminy se extendió innecesariamente. Comprensible, aunque contraproducente. La aperturista del evento abrió muy bien la puerta. 


¿Arte del post-rentismo? A lo mejor. Inexpertos, postergamos el artículo alusivo para otra ocasión, satisfechos con asistir – por breve tiempo – a una actividad que, en la ciudad, constituye una rareza, una excepción, otro gesto de anormalidad para un siglo que nos tiene como sus más incómodos inquilinos.

2 comentarios:

  1. Nuevamente, muchas gracias Luis. Valoro mucho tu apreciación y este maravilloso registro del evento de ayer.

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  2. Por nada. Insistimos: agradecidos debemos estar con uds., pues, lo que hacen constituye una excepción en medio de la desolación de la crisis....

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