lunes, 23 de mayo de 2016

Y SI LOS MATA ES POR DESCUIDADOS



Dictadura avisada

Luis Barragán

Hace más de dos años atrás, estuvimos entre quienes advertimos, denunciándolo, que presenciábamos y sufríamos una dictadura. Otros la negaron tozudamente, recurriendo a las definiciones más simples que les permitieran concurrir a los medios de comunicación – sobre todo audiovisuales – sobrevivientes a los latigazos de la censura y del bloqueo, incluyendo las citas electorales pendientes.

En lugar de interrogar al régimen, apuntando a sus contradicciones, los acomplejó que   autorizara la actuación en algunos espacios que nos dejase al azar de ciertas libertades necesarias para una muy mínima legitimación, pues, un símil del que gustaba Ortega y Gasset, la moneda falsa no circula sin la verdadera. Por supuesto, hubo – por decirlo de alguna manera – una severa deficiencia respecto a la interpretación de las realidades, como si los gobiernos de un Juan Vicente Gómez o un Marcos Pérez Jiménez, se hubiesen declarado formalmente dictaduras para tenerlos por tales y la historiografía así no los hubiese ponderado por la sobrada elocuencia de los hechos.

Además, tiempo atrás, nos identificamos con los que alertaron sobre la crisis humanitaria que se nos venía encima, la nacionalidad de Maduro Moros, el colapso eléctrico, la incineración de fármacos importados desde Cuba, las consecuencias de la tragedia de Amuay o la nada circunstancial, como directa y feroz represión ejercida con morbo. Por supuesto, trabajar en los aludidos espacios, los que quedaban y de los que, de un modo u otro, caracterizaron también al gomecismo o al perezjimenismo, comportaba y comporta, un riesgo inmenso, teniendo por tribuna principal e inexorable la calle, porque no se podía esperar un comportamiento del gobierno con fiel cumplimiento de lo indicado en el manual de urbanidad y buenas costumbres de Manuel Carreño.

El caso no está en recriminarlo, ahora que claman a los cielos y rasgan las vestiduras ante las evidencias, sino en recordar y afrontar la situación con entereza, ya que la sola invocación de la Carta Democrática Interamericana tiene importantes consecuencias. Sin embargo, un dato por siempre fundamental, significa preservar la unidad de lo diverso, propio del esfuerzo opositor, a través de una conducción política confiable y efectivamente concursada por todos.

Hacemos nuestra la sentencia:  dictadura avisada no mata ciudadanos y si los mata …No es tiempo de reproches y, mucho menos, retaliaciones (la historia más adelante se encargará), sino de actuar juntos frente a esta dictadura del nuevo siglo.

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