viernes, 11 de marzo de 2016

SISTEMA POLÍTICO Y SALUD

Medicina en revolución
Nicomedes Febes

* como este encaratado tiempo político sigue su curso aguas contaminadas abajo, hablemos de cosas más importantes. Por ejemplo, antier me encontré con un excelente alumno de la Facultad de Medicina que hoy es un destacado profesor de la facultad, se trata de Roberto Ochoa, quien es brillante internista en el Hospital Universitario y en el Hospital de Clínicas Caracas. Roberto me contaba de las vicisitudes que están sufriendo en el Universitario y eso me recordó mis propias vivencias en el complejo mundo académico y laboral de un hospital. Parto del supuesto de las bondades de mi enseñanza como alumno de mis respetados maestros para quien “un hospital es un cuartel”, para indicar la importancia de los valores de la disciplina y la jerarquía dentro de una institución hospitalaria y todas las facetas de ese mundo. Nuestros hospitales eran mejores cuando esa disciplina y jerarquía eran sacro santas. Luego vinieron los profesores y médicos socialistas, unos del mundo subversivo y otros del mundo demagógico democrático que empezaron a hacer populismo con los empleados y obreros. Hubo un tiempo cuando algunos profesores se rasgaban las vestiduras para pedir el derecho a voto paritario de los empleados universitarios para la elección de las autoridades académicas a partir de la idea que eran miembros de la comunidad universitaria. Todo era para tratar de imponer, mediante los votos, a rectores de izquierda a través de ese fraude intelectual. Por supuesto, me enfrenté a esa infamia porque era como argumentar que dentro de una familia, la empleada doméstica podía opinar y decidir sobre la manera de llevar la vida familiar y educar a los hijos. Como por algún extraño destino me ha tocado siempre vivir vidas paralelas, por otro lado presencié negociaciones con sindicatos obreros de la salud. Necesité mucho estómago para soportar como la dirigencia sindical negociaba, por no decir que chantajeaba, mediante privilegios personales la aceptación de normas indispensables para el buen funcionamiento del hospital y eso fue irritante, como por ejemplo: “te permito que metas a las queridas de tres dirigentes como enfermeras del hospital antes de que se formen como tales y pagar por la educación de ellas, mientras están en comisión con goce de sueldo”. Esa negociación permitía que se abrieran servicios necesarios para el hospital y no hubiese huelgas más adelante o sabotaje a los equipos para la atención médica o desaparición de los mismos. Así puedo echar muchos cuentos que me alejaron de la dirección obligada del mundo asistencial, incluso vivir eventos como el suicidio de mi asistente de confianza, un hombre decente que cayó así por haber aceptado irregularidades administrativas por el amor de una mujer al servicio del sindicato. Mientras aquí el sistema político permita a los sindicatos dirigir el reclutamiento y selección del personal, nuestros hospitales nunca mejorarán. Tampoco los médicos podemos ser una casta intocable ni puede aceptarse las solidaridades automáticas a ningún nivel, ni aceptarse los privilegios que gozan estamentos por encima de la plena competencia por los cargos a concurso, cosa que persiste en el mundo académico y que es propia del mundo medioeval. Lo de ahora es más grave, porque la sevicia del régimen contra el conocimiento ha puesto cabeza abajo la dirección del mundo sanitario asistencial y gente como José España, el anterior director del Hospital Universitario, un viejo amigo chavista de izquierda y de quien he denostado en estas columnas, tuvo que renunciar a la dirección del hospital por no poder enfrentar el poder sindical de allí. Por eso el Universitario está como está. Les garantizo: no es lo mismo ver los toros desde la barrera que estar en la arena, frente a los pitones del toro. Se los digo yo, que he toreado en algunas de las siete plazas. Pero en ninguna parte de este país hay tanta reserva moral como en el mundo de los médicos.

Fuente: https://www.facebook.com/nicfebres/posts/10208199662050010

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