sábado, 26 de marzo de 2016

LA TRANSICIÓN IDEOLÓGICA

De una versión habanera
Luis Barragán


Hay noticias que escapan de nuestros modestos artículos semanales, porque – al concordar con la opinión generalizada – nos parece redundar inútilmente. Procuramos consignar algún inquietud que rompa un poco con el esquema de rutina, alejados de las consignas de ocasión. Sin embargo, luce pertinente e inevitable una rápida alusión a la versión que manejó o administró Telesur sobre la visita de Barack Obama a Cuba, inmediatamente después que se marchara a Argentina; por cierto, una costosa emisora internacional que, al reseñar abundantemente los sucesos continentales, celebra las protestas u otras manifestaciones de malestar que en Venezuela implacablemente se reprimen.

Los compatriotas de Mario Conde, el ex – policía de Leonardo Padura, seguramente colado en las festividades de recepción, olfateando alguna oportunidad de trabajo, insistieron en la victimización radical y de muchos años, mostrando la entereza de todo un pueblo ante el estrangulamiento del imperio. El análisis fue típico de un marxismo de muchos años de escolaridad, en su vertiente guevarista, adaptado a las circunstancias actuales con la obvia moderación que le concedió el tradicional enfoque del papel de un presidente “atípico” en el reino estadounidense de los desmedidos intereses lucrativos  y de las corrientes conservadoras que aspiran a asfixiar lo que hoy representa la Casa Blanca.

Todavía se sienten los cubanos, por lo menos, los periodistas “libremente” consultados así lo reflejaron, acreedores de una militante exigencia de perdón al agresor que, además, le ha dado identidad a la dictadura. En un claro contraste con las maniobras de los Castro, propulsores del dramático viraje cuando Venezuela ya materialmente no los puede sostener,  la consulta ejemplificó la mínima y necesaria coherencia de un discurso interno que no deja de fustigar a la “gusanera” de Miami.

La concatenación discursiva al interior de la isla, por más que contradiga el ritmo noticioso internacional, se nos antoja natural, pues, insistimos, después de medio siglo de una intensa escolaridad, se impone un manejo o administración que permita, por una parte, evolucionar hacia la otra legitimidad deseada, y, por otra, empuñar banderas como la del levantamiento del embargo que, además de darle la razón a la dictadura, la hagan potable en las nuevas relaciones inter-americanas que pudieran vislumbrar. Bien los venezolanos nos asombramos de la línea promisoria de inversiones que, en definitiva, constituye la promesa esencial del acercamiento estadounidense, faltándonos acá literalmente de todo, bajo una dictadura que permite la crítica a la monstruosidad capitalista, pero no repara en festejar sus beneficios. Valga acotar,  obviando la decisiva y extrema condición de flexibilidad laboral que garantiza, en una dizque revolución que desconoce los derechos más elementales del trabajador; con el desparpajo moral de Nicolás Maduro, cuya visita - previa a la de Obama, - lo impuso habaneramente de las novísimas circunstancias que ha de aceptar con la resignación del activista político que, por entera casualidad, llegó a Miraflores para emular de nuevo a Paúl, el célebre personaje de Pedro Emilio Coll.

Queda la interrogante abierta para determinados sectores del exilio cubano que, de Mariel para acá, quizá abusando de una distinción respecto al que originalmente salió – debió o pudo salir – de la isla, temen a una Cuba competitiva en los mercados internacionales del futuro. Adicionalmente, está el dilema de una transición caribeña entre el deslizamiento vietnamita que tiene por ejemplo el que exitosamente vivió China, preservando la tosca rigidez de una dictadura política, o la sinceridad de un cambio para entera satisfacción de las mafias que nos lleva a un contraste inaugural entre la Rusia de Borís Yeltsin y la República Checa de Václav Havel.

28/03/2016

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