lunes, 8 de febrero de 2016

LEGITIMADOS

El otro Estado
Luis Barragán


Sabido, recientemente  la capital aragüeña acató el toque de queda declarado por la jefatura de una banda criminal. Muy pocos se arriesgaron a incumplir la medida, dictada como si proviniera de una legítima autoridad pública.

Naturalmente, a todos ha indignado una noticia que, reiterada, rubrica el fenómeno advertido por los especialistas. El Estado nominal, agigantado, ineficaz, invertebrado e inútil, ha abierto paso a otra versión que tiene en la violencia su mejor oferta y que, digamos, ha quedado protocolizado con el hurto de unas armas bajo resguardo del sector militar.

El Estado no constitucional, propugnado por un tal poder popular a la medida de los objetivos e intereses del gobierno que cuenta con el más poderoso arsenal del país, convertido en secta dirigente, nos retrotrae a etapas que alguna vez creímos superar. El paso lógico, al descomponerse, es el de realizarse como un poder de facto librado de cualesquiera controles, incluso, morales, frente a otros poderes de facto que no lucen bajo la mirada escrutadora de servicio de inteligencia alguno.

Tuvo por origen la duplicidad de funciones y la confusión con el principal partido de gobierno, diciendo demoler la versión burguesa, para abrirle camino a otras expresiones que ayudasen al  ejercicio de  un riguroso control social. Las más variadas manifestaciones del delito, adquieren una prestancia y jerarquía corporativa al enlazarse con las instancias formales del Estado que se desea, al monopolizar su dirección, superar. Por ello, muy pocas diligencias pueden pedirse a un régimen que evade o desconoce las cifras mortales, atreviéndose a adulterarlas o versionarlas.

Importa combatir, perseguir y reprimir toda oposición política que lo amenace, constituyendo su más consumada especialidad, porque el resto de sus responsabilidades queda a la deriva: estuvo en el fondo de la tentativa de reforma constitucional de 2007, al pretender transferir a las comunidades los problemas más agudos en el orden de la seguridad personal, producción y distribución de bienes y servicios, salubridad. Siempre que la muerte sea una noticia ajena, el pacto de convivencia es el de las mafias establecidas que hallaron en el socialismo una bandera de legitimación.



08/02/2016

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