viernes, 19 de febrero de 2016

LA MISMA ARENA QUE ESCASEA

Desabastecidos de tiempo
Luis Barragán


De escaseces se entienden los días que corren, por lo que debemos invertir demasiado tiempo en la búsqueda – infructuosa o no – de alimentos, medicamentos, productos del aseo personal, respuestos variados, y paremos de contar. Obliga a colas extenuantes, largas, pesadas y también arriesgadas que no pueden hacerse ante la otra asombrosa carestía, como la del agua, el gas  y la electricidad.

Los celebérrimos teóricos de las colas de un gobierno que los festeja por sus improvisadas y temerarias disertaciones de ocasión, nada refieren a la acumulación de las horas perdidas. Suponen muy normal que, al hacerlas por un producto, deba realizarse un posterior esfuerzo - acaso inútil y tardío -  por otro, mientras que no hay oportunidad de trabajar para costear la aventura.

Hay quienes, en el sector privado, cuentan con la suerte de turnarse para un escape tolerado y administrado hacia las colas, mientras que, en el sector público, ya luce como un derecho adquirido, a la vez que el ciudadano y contribuyente que los requiera, debe gozar de la suerte – escapándose de su propia cola – para consumar una diligencia en las numerosas taquillas de la administración pública. O, bachaquerismo aparte, jugoso negocio que cuenta con la venia del socialismo, sea aceptada y jerarquizada la condición de desempleado en la familia, incluyendo a ancianos, delegada la caza y pesca de los productos.

Robándonos descaradamente el tiempo, como si no hubiese otras diligencias importantes, sumados  los necesarios ratos de esparcimiento, el gobierno apuesta por un país que no trabaje, sino que sobreviva y mendigue. Los aplaudidos  teóricos de las colas que intentan absurdamente justificar, en realidad lo son de la destrucción del capitalismo feroz y salvaje que, al caer  en ultrapetita, alcanza al país mismo.

Coletilla:
Demasiado clara está la opinión pública en torno a la consabida decisión del TSJ, por lo que haremos un breve comentario, pues, más de las veces, solemos reiterar lo ya conocido, incurriendo en lugares comunes – por ejemplo - en reclamo de un cambio político por el cual, en realidad, poco se hace. La Constitución es muy clara sobre la aprobación o no del decreto de una emergencia económica que, por una parte, no necesitaba del instrumento, al contar el gobierno con una legislación ordinaria para atacar el desastre que generó; y, por la otra, probando que hay regímenes que, por prolongarse,  incurren en cualquier locura, los magistrados no temen a la desfachatez que quizá esconda otras presiones y amenazas personales del gobierno.


15/02/2016

No hay comentarios:

Publicar un comentario