jueves, 4 de febrero de 2016

ENSAYOS PARCIALES


Una Asamblea bajo asedio
Luis Barragán

Días atrás, asistimos a la sesión de la Comisión Permanente de Política Exterior que abordó inicialmente el problema esequibano, compartiendo la presentación de las metas que los diputados adscritos se proponen cumplir este año. Nos llamó la atención el reparo que hizo la bancada oficialista respecto a lo que entendió como “propaganda” y que, a nuestro juicio, constituían expresiones legítimas y – sobre todo – razonables de un plan pendiente de aprobación.

Sencillamente -  inferimos -  no constituye propaganda la tonelada de consignas que anegó a la Asamblea Nacional en el pasado período constitucional, pero sí lo es el enunciado de objetivos susceptibles de argumentar, inspirado por la propia Constitución. Todo esto zanja una diferencia entre la necedad y la sensatez, inadvertido resultado de los todavía recientes comicios parlamentarios.

Diferencia notable al iniciarse los trabajos del novísimo parlamento, pues, bajo la conducción de la mayoritaria bancada democrática, el contenido y el estilo resultan contrastantes con el período anterior, convirtiendo la vieja sede en epicentro de la polémica pública por la sobriedad y profundidad de los planteamientos. Los que, por cierto, impotentes, no ha sabido de una contra-argumentación convincente, coherente y rotunda del oficialismo que todavía espera por el diligente vocero que lo logre y, mientras tanto, intenta o ensaya con otras incursiones temerarias que compensen todo el defecto.

A pesar de la aceptación de la actual correlación de fuerzas, protocolizada con el consenso que produjo el nombramiento de los miembros de Parlatino y Parlasur, el gobierno se resiste a los hechos. De pobrísima movilización de las huestes, ha asediado el Palacio Federal Legislativo con grupúsculos que ensayan la agresión verbal y física de los diputados opositores, por supuesto, en los días hábiles, y hasta ha estallado una que otra caja de las que llaman sonora, en sus alrededores, vomitando sendos panfletos atribuidos a una tal fuerza bolivariana armada o algo parecido.

A falta de argumentos, perdido el protagonismo de otros tiempos, fracasada la maquinaria publicitaria, pareciera que esperan por una respuesta cada vez más violenta de rechazo a una derrota electoral que, todavía incomprendida, mira con nostalgia a aquellos Guerreros de La Vega que concursaron decididamente en los ataques sistemáticos a los senadores y diputados de 1999 que, además, llegado el momento, eran secuestrados o no podían acudir puntualmente a su natural lugar de trabajo. Tratamos ahora de un asedio más o menos tenue, quizá bajo el obligado cálculo del costo político que pueda representar.

01/02/2016

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