domingo, 28 de febrero de 2016

CAZA DE CITAS

"El presidente Caldera, haciendo uso de sus constitucionales atribuciones decide aceptar la renuncia del Ministro de la Defensa, en la práctica equivalía a sustituirlo del cargo. Una vez más parecía como si el control civil estuviese consolidado en la Venezuela de esos años. Hasta donde sabemos, el General García Villasmil no escribió sus Memorias. Éstas serían, como en el caso del General Flores, un valioso aporte para el estudio de la realidad militar venezolana de la segunda mitad del siglo XX"

Domingo Irwin - Ingrid Micett

("Caudillos, militares y poder", UCAB, Caracas, 2008: 227)

Reproducción: "El Presidente Caldera brinda con el ministro saliente, Martín García Villasmil, y el entrante, Jesús Carbonell Izquierdo". Momento, Caracas, nr. 786 del 08/08/1971.

NOTICIERO RETROPECTIVO


- Dosier. "La cuestión militar". El Ojo del Huracán, Caracas, nr. 9-10 de 02/1992.
- Hernán Gruber Odremán. "Las Fuerzas Armadas en la Venezuela de hoy". Tribuna Popular, Caracas, 02/96.
- Seguridad y Defensa. SIC, Caracas, nr. 425 de 05/80.
- Alberto Müller Rojas. "Los militares". El Globo, Caracas, 21/12/92.

Reproducción: "El Coronel Pérez Morales y Carlos Larrazábal". Momento, Caracas, nr. 107 del 01/08/1958.

PONTÍFICES

El mito del precio justo
Luis Barragán


Los más variados especialistas coinciden no sólo sobre el nefasto modelo económico en curso, sino – específicamente – en el mecanismo de formación de los precios de bienes y servicios que lo agrava.  De un modo u otro, lo admiten hasta los partidarios de un gobierno al que procuran no desafiar a través de la más modesta declaración, cuidando el propio pellejo político.

Siendo tan marcada, masiva o generalizada la irresponsabilidad de los más altos funcionarios del Estado, en esta u otras materias, deseando pasar por inadvertidos, sólo les queda un pretendido recurso moral: sentenciar lo que es justo o injusto. Ocurre con la regulación obsesiva y extrema de los precios, como – por ejemplo -  el de la harina pre-cocida, cuya cifra está por debajo del costo de producción y distribución, facilitando una triple circunstancia: la de castigar y estigmatizar personal y políticamente al empresario, auspiciar la quiebra de la empresa y enmascarar el monumental fracaso del Estado en estas lides que lo desbordan, teniendo por único resultado la hambruna creciente de la población a la que urge domesticar.

De una reiterada y comprobada incompetencia, esos mismos funcionarios dictaminan cuál es y, en consecuencia, no es el precio justo. Quienes quebraron un país que, mal que bien, funcionaba al exhibir irrefutables y superiores niveles de vida más de un década y media atrás, ahora empobreciéndolo hasta lo indecible, incluyendo la ininvestigable putrefacción de los alimentos en los puertos venezolanos, hoy dictan cátedra en un asunto que, valga acotarlo, particularmente no los afecta al gozar de los privilegios del poder y permitir la consolidación de sendas mafias, porque el problema no se limita al impune desempeño de los llamados bachaqueros y colectivos armados que operan un negocio del que sospechamos frondosas complicidades.

¿Cómo determinar si es justo o injusto el precio de un producto o la prestación de un servicio, partiendo de un contexto doloso que lo llevó al espacio sideral, a pesar – por lo demás – de todas las advertencias que se hicieron? ¿Cuál es, en definitiva, el criterio económico aplicado para justipreciarlos, en medio de una prolongada emergencia que es muy propia del naufragio de un modelo, resistiéndose a aceptarlo  aún teniendo el agua al cuello? O, mejor, ¿por qué un gobierno tan injusto pontifica sobre lo que es justo o no, tratándose de la dieta diaria de alimentos y del tratamiento farmacológico de cada venezolano? Acaso, ¿no son necesidades vitales las de comer o medicarse oportunamente, accediendo a los productos indispensables?

Concluyamos, hemos pagado un injusto y altísimo precio por un régimen que no tiene parangón histórico alguno, porque las etapas de hambruna y desasistencia médica remiten al lejano país despoblado e incomunicado de las guerras y escaramuzas civiles del siglo XIX y, aceptemos, hubo de todo con el consabido Caracazo del XX, menos el desabastecimiento que nos acogota en el presente.   Mito endeble y pernicioso, fracasada la tozuda regulación, aspiran a otra tarifa: la del miedo.



29/12/2016

VOLUNTAD ESPECIALIZADA

De una suerte de sociología política esequibana
Luis Barragán


Apartando el llamado de unidad contra Venezuela hecho por  David Granger, mandatario guyanés, de suyo grave, revelador asimismo de las probables dificultades políticas internas que experimenta, deseamos apuntar brevemente a las organizaciones intermedias de la sociedad civil que, acá, prestan el debido seguimiento al problema.  Y tanto que sabemos de ese llamado, por la diligente atención de una de ellas, como Mi Mapa de Venezuela.

Solemos olvidar que existen entidades ciudadanas que contribuyen a avivar una reclamación histórica, como la de El Esequibo, estudiándolo y diligenciándolo con responsabilidad y profundidad, incluyendo las necesarias campanadas, a veces, incomprendidas por los decisores públicos, añadidos los parlamentarios. Tañido indispensable en un contexto saturado de problemas, obliga o debe obligar a la institucionalización de las coincidencias y de las discrepancias para perfilar – en definitiva – un mejor esfuerzo de reclamación.

Desarrollan una actividad voluntaria que, además de concretar  el principio constitucional de corresponsabilidad del Estado y de la sociedad civil en un ámbito tan delicado, ilustra la necesidad de contar con un canal  especializado de agregación de las específicas demandas que aporten a una deseable institucionalización interna para lconcebir, diseñar, aplicar y evaluar las políticas públicas en materia de política exterior y de seguridad y defensa. Institucionalidad hoy endeble, creyendo monopolizarla el jefe del Estado, ha de contar también con la pluralidad de los partidos políticos, la academia y de las organizaciones no gubernamentales e individualidades expertas, con todos los riesgos que supone esta otra expresión de una anhelada democracia.

Se habla del  Instituto de Estudios Fronterizos de Venezuela, Movimiento Revolucionario 2 de enero, Movimiento Nacional Al Rescate de los Esequibanos y del Esequibo, Fundación Amigos del Esequibo, Generación Esequiba, Mi Mapa de Venezuela y Nuestro Esequibo que, en el pasado y en el presente, aportaron y aportan sus luces a la tarea común. Una suerte de sociología política de la histórica reclamación, da cuenta del concurso de los expertos, de las universidades, de las Academias Nacionales, de las organizaciones cívicas y de las personalidades que convinieron o disintieron de una determinada orientación oficial, sin que – por una parte – fuesen criminalizadas; y  – por otra – tuvieron en la tribuna parlamentaria y en el de la opinión pública, sus mejores recursos. Valga la triple acotación: Caracciolo Parra Pérez, otrora alto funcionario de una dictadura, lo cual no demeritaba sus dotes de intelectual, contribuyó con puntuales investigaciones desde el extranjero para un mejor asiento histórico-documental de nuestra posición en la década de los sesenta del siglo XX;  no logramos todavía comprender la inestabilidad y cuasi-clandestinidad de las organizaciones que agremien a los esequibanos, hoy desamparados; y, más allá o más acá del Esequibo, los servicios de inteligencia apuestan por la debilidad de toda iniciativa ciudadana respecto al reclamo mismo.

En días pasados, a propósito de una sesión solemne para renombrar como Esequibo a la antes avenida  principal de La Guairita, en el municipio Baruta, tuvimos ocasión de sugerir el estudio que merece un relacionamiento indispensable de la sociedad y del Estado respecto al problema esequibano, ayer y hoy. Por cierto, por distintas razones, nunca nos inclinamos a aceptar la invitación a participar en actos semejantes y, menos, a recibir reconocimientos, pero está vez lo consentimos por la importancia extraordinaria del tema que reivindica a la propia tribuna municipal, aunque – sostenemos – mejores merecimientos tiene cada ciudadano que, en estos tiempos tan aciagos, se interesa y procura la recuperación de un territorio que legítimamente nos pertenece.

Fotografía: Rueda de prensa frente a la Casa Amarilla, Caracas (11/2013).



29/12/2016

BARRIL DE MUNICIONES

Fuerza Armada, acto administrativo y acto de comercio
Luis Barragán


En distintas ocasiones, a propósito de sendas solicitudes de crédito adicional en el pasado período, ventilamos nuestra discrepancia en la Asamblea Nacional. Marcando una distancia entre el acto administrativo y el acto de comercio, intentamos la contra-argumentación de la bancada oficialista que nunca se produjo, por lo menos, de manera convincente, sobria y coherente, como lo ameritaba la materia, respecto a las numerosas firmas mercantiles adscritas a la Fuerza Armada.

Ahora, de conformidad con el decreto nr. 2231, publicado en Gaceta Oficial nr. 40845 del 10/02/2016, ha sido creada la Compañía Anónima Militar de Industrias Mineras, Petrolíferas y de Gas (Camimpeg), adscrita al ministerio de la Defensa. De acuerdo con su motivación, la empresa del Estado se ajusta al nuevo (sic) modelo de gestión inspirado en las directrices y políticas esenciales de la Revolución Bolivariana (sic); bajo las premisas de un modelo económico productivo ecosocialista (sic) que, al generalizar sus orientaciones, tiene por finalidad asegurar la defensa y soberanía de la Nación; decretándose la empresa con un amplísimo objeto social que, en principio, la hace competidora de PDVSA, otras empresas del sector público y del privado, dando pie a las más legítimas suspicacias.

Evidentemente, la iniciativa afecta la naturaleza y fines específicos de la entidad castrense, inequívocamente establecidos en la vigente Constitución de la República, y – además – la circunscribe a una parcialidad política que ya es, en sí misma, un dramático problema para el país. Desde 2013, incorporadas a la llamada Zona Económica Militar Socialista,  con personalidad jurídica y patrimonio propio, sabemos de numerosas firmas que, por supuesto, tienen su asiento en el Código de Comercio, capaces de incursionar en los más variados ámbitos, incluyendo el radio-televisivo y bancario, interrogándonos respecto a los particulares objetivos de seguridad y defensa o, mejor, de defensa que atienden.

En más de una década y media, el gigantismo estatal se ha afianzado en la duplicidad de funciones y, proliferando las instancias, añadida la calculada exclusión del derecho administrativo que ha de explicarlas, existen entidades que hacen de todo y terminan por no hacer nada.  Fenómeno anunciado por las empresas antecedentes,   parece hoy consagrarse con una de superiores, inusuales y múltiples dimensiones que, a la postre, militarizando la vital actividad petrolera, relegará a PDVSA como una curiosidad más legada por el constituyente, reconociendo su fracaso en el contexto de un socialismo demoledor.

Gigantismo pernicioso que constituye una apuesta del socialismo saliente, el sector militar sabrá de una mayor tergiversación de sus fines y misiones esenciales. A la transición democrática le tocará lidiar con la irresponsable herencia que deja Nicolás Maduro, reivindicando la finalidad constitucional y el desempeño profesional del soldado venezolano que está al servicio de toda la nación.



29/02/2016
Referentes:
http://www.talcualdigital.com/Nota/123575/militares-consolidan-su-poder-economico-con-11-companias-creadas-por-maduro

¿PARAMOS EL RETROCESO?

La derrota del continuismo
Luis Barragán


Escarapeladas democráticamente o no, fueron y son largas las dictaduras en América Latina. Y, tanto, que la alternancia en el poder constituyó una de las mayores conquistas políticas y programáticas avaladas por el sacrificio de generaciones enteras.

Equiparamos el poder alternativo con la democracia misma, explicándola. El continuismo gozó de un pésimo prestigio, igualmente, explicando buena parte de nuestros males. 

La tergiversación llegó a tales decibeles que Chávez Frías, ganando por un escaso margen la consulta popular que – así -  lo desautorizaba, forzó la parentela entre democracia y continuidad del gobierno, erigida la plebiscitación como un retroceso que arropó amablemente con las consignas participativas de su democracia.

Retroceso que celebraron impunemente los elencos del poder establecido, bajo el grueso maquillaje de una supuestamente novedosa revolución que halló eco en el continente. Sin embargo, la derrota – asaz amarga e inocultable – de Evo Morales, lo es para una tesis que nos impregnó de una premodernidad solamente defendida entre los abalorios de un marxismo atrabiliario e inmerecido.

Los tesistas en boga, incluyendo  a los que académicamente se han aventurado a darle una sustentación imposible, mediante trabajos de divulgación que no soportan la más modesta interpelación conceptual, avalados por alguna universidad de clara estirpe oficialista que la desmienten, ahora buscarán otros pretextos para reflotar esa devolución al pasado. Lamentablemente, pagamos con creces la desventura y persistimos en el empeño de la no reelección mediata ni inmediata y hasta defendemos el quinquenio gubernamental que una vez ostentamos en Venezuela, eficazmente.



29/02/2016

LA SÉPTIMA CUERDA

De una curiosa crónica
Luis Barragán


A finales de 1966, desde París, Mario Matute Bravo escribe una breve y curiosa crónica sobre Los Beatles que algún día, mientras haya el tiempo necesario, incorporaremos a un ya viejo ensayo o, mejor, modesto borrador, referido al impacto del rock en Venezuela (https://pendientedemigracion.ucm.es/info/especulo/numero30/jbalza.html). El autor, a quien imaginamos en un exilio forzado, acusado de delatar el paradero de Fabricio Ojeda y, si tampoco recordamos mal, luego, partidario consumado de Augusto Pinochet, transmitió - por entonces - sus impresiones tras la decisión de un juez escocés que multó al padre de un jovencito de larga caballera (La Religión, Caracas, 09/12/1966).

Aseguró que la melena del cuarteto, ahora integrante de la Orden Británica,  simplemente constituía una herramienta de trabajo de la que se liberaba al volver a la intimidad, desprendido de la “ironía infantil”. Y, aunque lo parezca, no era tan absurdo el supuesto, en el contexto de una era que, por menos de cien años, hizo de la cabellera corta un emblemático sinónimo de lo varonil. Valga – precisamente – la coletilla, en el fondo, la larga cabellera desafiaba el corte militar en tiempos en los que no era tan común reconocer el derecho a la libre y entera disposición de la pelambre, pasando – por lo demás – de la sanción moral a la penal, como ocurrió a finales de la década aludida con la persecución de un famoso prefecto de  Petare contra la muchachada que faltaba a los usos y costumbres de la otra y hoy insospechada Venezuela.

En la otra e insospechada, los ingleses ya competían duramente con Billo’s, por ejemplo, para amenizar cualquier sarao, comenzando a radiarse con la definición de un “target” que más tarde autorizó a la creación de emisoras exclusivamente orientadas a la sonora juventud avant-garde. Apenas, hacia octubre de 1965, por vez primera en la televisión local, hubo una reseña fílmica de la banda de Liverpool, en los días que las cintas magnéticas o el toca-disco portátil eran una novedad, distantes todavía del video-clip y, más, de las redes sociales.

Curándose en salud, el cronista en cuestión aseveró: “… Cuando la fiebre haya pasado del todo, quizás llegue a reconocerse que la música no es tan mala como parece”. En medio de aquella explosión de modas (y modismos), era natural apostar por la provisionalidad de un grupo al que faltaba todavía poco menos de un año para un octavo e importante álbum, como “Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band”, dejando – así – constancia en notaría de sus búsquedas.

Investigando sobre otras materias,  conseguimos el texto de Matute Bravo que nos permite escapar un poco del fortísimo temario político de los días que corren y, a la vez, abundar un poco más en torno a un género musical que, al parecer, no puede más. Reconocidas sus virtudes, además, los arreglos de la banda inglesa, difícil de resistir cuando nuestra adolescencia y juventud coincidió con su también exitosa separación, permitieron fácilmente deslizarnos hacia otros grupos y, a la postre, a modo de ilustración, descubrir las excelencias de la música llamada clásica y del jazz.

Ilustración: Leland Castro.

29/02/2016