jueves, 7 de enero de 2016

TRES REPORTEROS

La buena noticia de Jesús es para todos los pueblos y religiones
Marcos Rodríguez

Esta fiesta es de las más antiguas que se conocen. Fue la única fiesta de Navidad que se celebró en toda la Iglesia, hasta que en Occidente se empezó a celebrar el 25 de Diciembre la Natividad.
La palabra “Epifanía” significa en griego "manifestación", sobre todo la aparición de la primera claridad de la mañana. En los primeros siglos se confundía con la celebración del nacimiento de Jesús, hasta que desde Roma llegó la obligación de celebrarlo el 25 de Diciembre.
Siguió celebrándose también en occidente la fiesta de Epifanía, pero con otros significados. Durante mucho tiempo se celebraban en ella tres “epifanías” de la vida de Jesús: la adoración de los Magos, el bautismo de Jesús y las bodas de Caná. Hay que tener en cuenta que el 6 de Enero se celebraba en Roma el triple triunfo de Augusto Cesar.
Empezábamos el tiempo de Navidad con un relato del evangelista Lucas que hablaba de pastores, ángeles y el niño en el pesebre. Hoy terminamos el tiempo de Navidad con otro relato no menos fantástico de Mateo, sobre unos magos que vienen a adorar al Rey de los judíos. En esta “historia” está recogida la tradición del Antiguo Testamento y la experiencia de los primeros cristianos.
Se intenta expresar una cristología ya avanzada. Debemos recordar que el título de Rey de los Judíos no se le dio a Jesús hasta después de su muerte. También debemos tener presente que los tres títulos que en el relato se sobreentienden (Rey, Hijo de Dios y Mesías) se implican unos en otros.
También se manifiesta en este relato una conciencia nueva sobre la universalidad del mesianismo de Jesús. La apertura de los primeros cristianos a los paganos fue un salto cualitativo en la manera que tenía el pueblo judío de interpretar sus relaciones con Dios. Este cambio de perspectiva no se llevó a cabo sin traumas dentro de la primera comunidad. Los escritos del Nuevo Testamento dejan bien claro que sólo se consiguió después de muchas discusiones y mucha reflexión.
No nos debe extrañar esta dificultad. Los judíos se consideraban el pueblo elegido. Creían sinceramente que Dios había hecho por ellos prodigios que no había hecho con ningún otro pueblo. Todavía nos cuesta mucho a nosotros aceptar que Dios no puede tener privilegios con ninguna persona ni con ningún pueblo ni con ninguna religión. Nosotros los cristianos, sobre todo los católicos, seguimos sintiéndonos los privilegiados y nuestra apertura no pasa de esperar que los “paganos” pasen un día a formar parte de los privilegiados.
Esta universalidad del mensaje es el tema de las tres lecturas e incluso del salmo de la liturgia de este día. Desde distintos ángulos, todas nos hablan de una novedad en la comprensión de la relación de Dios con los hombres.
Dios se manifiesta siempre a todos, aunque sólo le descubre el que le busca con ahínco. La originalidad de la experiencia religiosa de todo el pueblo judío, no la puso Dios sino la peculiar manera de ser de este pueblo, capaz de interpretar los acontecimientos de la vida como manifestación del amor de Dios hacia ellos.
En realidad, Dios no puede hacer por uno lo que no hace por otro. Dios es AMOR absoluto y total. En Él, el amor es su esencia, no una cualidad, que podría tener o no tener, como pasa en nosotros. Dios no puede amar más a uno que a otro ni puede dejar de amar a una sola de sus criaturas, porque dejaría de ser.
Dios constantemente se está manifestan­do en su creación, para todo aquel que está atento. Esa atención no se refiere a los sentidos sino al ser. Muchas veces os he dicho que Dios no actúa desde fuera como las causas segundas, sino desde el ser de cada criatura y acomodándose a la manera de ser de cada una; por lo tanto, será inútil todo intento de percibir esas acciones con nuestros sentidos.
Para descubrir esas manifestaciones de Dios hay que desplegar una muy especial atención, dirigida al centro de nuestro propio ser. Conseguir esa atención es el objetivo de la meditación.
El relato de los Magos va en esta dirección. Sólo ellos descubrie­ron la estrella, porque se dedicaban a escudriñar el cielo; porque fueron capaces de levantar los ojos de la tierra... Ellos a pesar de estar lejos vieron la estrella; la inmensa mayoría de los que estaban alrededor del recién nacido, ni se enteraron.
Nuestra religiosidad no consigue su objetivo, porque nos empeñamos en encontrar a Dios donde no está. Porque nos empeñamos en descubrir, no al verdadero Dios, sino al idolillo que nos hemos fabricado. Por ese camino no hay manera de aclararnos en el conocimiento de Dios. Si encontramos a Dios en lo externo a nosotros, en los acontecimientos espectaculares, será siempre un ídolo lo que encontremos.
Dios no está en los fenómenos que podemos percibir por los sentidos. Mejor dicho Dios está en todos los fenómenos, aunque no de una manera especial en los que nosotros percibimos como maravillosos. Nosotros nos empeñamos en descubrirlo sólo en lo extraordina­rio, pero la verdad es que Dios se manifiesta exactamente igual en los acontecimientos más sencillos y cotidianos, sólo hay que aprender a descubrir esa presencia. En la fragancia de una flor, en un amanecer, en la sonrisa de un niño, en el sufrimiento de un enfermo, etc. Es un error pensar que Dios se manifiesta más en un cataclismo o en hechos extraordinarios, que en los hechos y cosas sencillas de todos los días.
Esa manera de manifestarse, exige del hombre una decidida actitud de búsqueda. La experiencia de todos los místicos les llevó a concluir que Dios es siempre el escondido, el ausente.
S. Juan de la Cruz: "A donde te escondiste, Amado y me dejaste con gemido. Como el ciervo huiste, habiéndome herido. Salí tras ti clamando y eres ido."
Y el místico sufí persa Duélala Edwin Rumi dice: "Calla mi labio carnal. Habla en mi interior la calma, voz sonora de mi alma, que es el alma de otra Alma eterna y universal. ¿Dónde tu rostro reposa, Alma que a mi alma da vida? Nacen sin cesar las cosas, mil y mil veces ansiosas de ver tu faz escondida.
También Pascal: “Toda religión que no predique un Dios escondido, es falsa”.
De Dios nunca se podrá decir está aquí o está allí, es esto o es lo otro. Y cuando lo hacemos, fallamos estrepitosamente. Todas las fiestas que recuerdan acontecimientos portentosos, hay que celebrarlas siempre con grandes reservas. Esta de la Epifanía es especialmente peligrosa, porque podemos quedarnos aferrados al relato sin descubrir que son teología narrativa, cuya verdad está mucho más allá de lo contado.
Me preocupa que los “católicos”, estemos convencidos de que no hay nada que aprender sobre Dios, porque ya lo sabemos todo. Sea en cuanto a las verdades, sea en cuanto a las normas morales, sea en cuanto a las celebraciones litúrgicas, el hecho de que no haya capacidad de innovación, es la mejor prueba de que estamos en una religión sin vivencia, es decir en una religión muerta. Dios se manifiesta siempre como novedad. Si encontramos dos veces el mismo dios, estamos relacionándonos con un ídolo.
Ya hemos dicho que la clave de esta celebración es la universalidad del mensaje. En Navidad veíamos a Dios encarnado. Hoy celebramos a Dios manifestado. La manifestación de Dios es universal, en cuanto al tiempo y en cuanto a espacio; es decir, se está siempre manifestando y se manifiesta en todo lo creado.
Esto no lo hemos asumido del todo, los cristianos. Seguimos creyéndonos unos privilegiados porque conocemos a Jesús. Seguimos lamentando la situación de los que no creen en él, porque los pobrecitos no podrán participar de su salvación. Es verdad que desde el Vaticano II, hemos avanzado mucho en esta materia, pero no hemos dado el paso definitivo.
Hoy debíamos tener ya muy claro que Jesús no vino a fundar una religión frente a la religión judía; ni una Iglesia frente a otras Iglesias. Jesús predicó el Reino de Dios. Jesús nos trajo un evangelio (buena noticia) para todas las religiones, para todas las Iglesias, para todos los pueblos, para todos y cada uno de los seres humanos.
Nuestra religión, como todas las demás, tiene que estar abierta a la buena noticia de Jesús. No debemos dar por supuesto que somos portadores de esa buena noticia; mucho menos que somos los únicos depositarios de ella. Si perdemos la capacidad de autocrítica y de confrontación de nuestro mensaje con el mensaje del evangelio, podemos terminar predicando ideologías y salvaciones que no tienen nada que ver con el mensaje de Jesús.
Es curioso que el término “católica” que significa universal, haya terminado significando sólo una parte de los seguidores de Jesús. Claro que el término universal se puede entender de dos maneras. Universal porque todos pertenezcan a ella (así lo hemos entendido siempre). Universal por el objetivo de nuestra preocupación y nuestra entrega. Para mí, este segundo aspecto sería mucho más evangélico que el primero. Que el objeto de la preocupación, del cariño; en una palabra, del amor, fueran todos los seres humanos sin excepción. Lo primero no está en nuestras manos. Pero si no tenemos claro lo segundo, es que no hemos entendido nada del evangelio.
Meditación-contemplación
“Los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo
y participes de la promesa.”
Todos somos exactamente iguales ante Dios.
Esta es la “buena noticia” sobre Dios, que nos trajo Jesús.
Si no la he asimilado, estoy fuera del evangelio.
…………………….
El camino para llegar a esa verdad, es desconcertante.
No será conociendo mejor a los demás como la alcanzarás,
sino conociéndote a ti mismo y descubriendo lo que hay en ti de Dios.
Descubriendo que eres uno con Dios,
encontrarás al otro identificado con Dios.
…………………
Si los fallos, que ves en el otro, impidieran esa unidad,
tus fallos la habrían impedido también.
La grandeza de Dios está en que
su amor no depende de lo que nosotros somos.

Fuente:
http://www.feadulta.com/anterior/Ev-mt-02-1-12-MR-08.htm

Epifanía universal

“epifaneia” significa manifestación. Toda manifestación de Dios tiene que ser universal. Dios no puede tener ni privilegios ni exclusivismos. Dios siempre se manifiesta a través de los seres creados, pero es para que todos los hombres descubran lo que son y lo vivan.
No estamos celebrando la fecha de un acontecimiento. El día 6 de Enero se celebró la Natividad de Jesús en toda la Iglesia durante varios siglos. Más tarde en Occidente se comenzó a celebrar el 25 de Diciembre, pero en Oriente se sigue celebrando el día 6 de Enero. Al celebrarse la Natividad de Jesús el 25 de Diciembre, se reservó la fecha del 6 de Enero para celebrar la “Epifanía del Señor”.  Durante mucho tiempo, se celebró, no sólo la adoración de los Magos, sino también, el Bautismo del Señor y las Bodas de Caná.
El relato de los magos es el mejor ejemplo de cómo no sirve para nada  la exégesis si no se la hace llegar al pueblo. La inmensa mayoría de los fieles siguen pensando en una historia real. En realidad es una narración fantástica que ni siquiera es original. En otras muchas culturas se habla de estrella que anuncia el nacimiento de un gran hombre; de tiranos que persiguen a un niño que va a ser un salvador para su pueblo; de inocentes que mueren para salvar al escogido, etc., etc. Todo con la única intención de hacer ver la grandeza de ese personaje desde el instante en que nació.
Dejemos bien claro, una vez más, desde el principio, que cuando nació Jesús no pasó absolutamente nada fuera de lo normal. Ni siquiera sabemos cuándo, ni sabemos dónde, ni sabemos cómo nació. El pasaje de los magos, como todos los relatos de la infancia, es una historia muy bien tramada para transmitir teología. Todo el relato tiene un lenguaje específicamente mateano. Se trata de dejar claro que los de cerca rechazan de plano a Jesús por lo que significa, y los de lejos lo buscan y lo aceptan como lo que es. Esta visión sería impensable sin la experiencia de su pasión y muerte, provocada por las autoridades judías.
A través de los siglos se han ido añadiendo al relato afirmaciones que no están en el texto, pero que hoy todo el mundo cree a pies juntillas. Ni dice que eran tres. Mucho menos sus nombres. Ni dice que eran reyes. Ni “Magos” tiene, para nada, el significado que hoy damos a la palabra mago. En su origen fue el nombre de un miembro de la casta sacerdotal persa. Más tarde designó a otros representantes de la teología, de la filosofía y de la astronomía. Los “magos” son unos paganos que orientados por Dios llegan a descubrir a Jesús. Mateo nos está advirtiendo de la llamada de todos los hombres a creer en Cristo.
Las tonterías que se han inventado sobre la estrella, no merecen mayor comentario. Ni cometa ni estrella, ni conjunción de astros. El intento de encontrar explicación científica al fenómeno es olvidarse de que es un relato simbólico. Pero es que, si se encontrara explicación científica, quedaría anulada la intervención de Dios que es lo que se intenta poner de manifiesto. Una estrella no puede pararse “encima de donde estaba el niño”. Pero desde el punto de vista teológico, sí es relevante: al que busca de verdad, Dios lo guía.
También queda la historia fuera de toda lógica, cuando nos dice que se sobresaltó toda Jerusalén con Herodes. Herodes era odiado por todos los judíos. El anuncio de un rey distinto, sólo podía provocar alegría. Pero Mateo está pensando en la Jerusalén que dio muerte a Jesús. Para Mateo el rechazo de los judíos no es cosa del último momento, sino constante y anterior a cualquier manifestación de Jesús.
Se trata de marcar la diferencia entre los magos y el Niño Rey por una parte, y los letrados y Herodes por otra. A pesar de la estrategia de Herodes para perder al Niño, Dios está allí para salvarlo. Tanto la intervención de Dios por medio de la estrella y de los sueños, como la derrota de Herodes a pesar de su maldad, están hablando de la experiencia de la comunidad de Mateo. A pesar de todas las dificultades con los judíos y con los paganos, Dios está cerca, y les va conduciendo hacia la victoria.
El miedo de Herodes y de los jefes judíos, es también nuestro miedo. El reinado de Dios es una amenaza para nuestro egoísmo. Estaríamos dispuestos a adorar a un Dios que potenciara nuestras seguridades y nuestro poder. Un Dios que reine sin hacernos reinar a nosotros, no nos interesa.
Como los magos salen de su tierra para buscar, nosotros tenemos que salir de nuestro “ego”, de nuestras seguridades terrenas para buscar. Sin esa actitud, aunque haya nacido el Niño, aunque aparezca la estrella, el encuentro no se producirá.
Los letrados lo saben todo sobre el Mesías, pero no mueven un dedo para comprobarlo. Se quedan con su conocimiento y sus libros. El amor a la verdad crea nómadas, no instalados satisfechos. Cuántas veces los cristianos nos hemos conformado con marcar a los demás la dirección sin mover un dedo para acompañarles.
Esta diferente actitud nos tiene que hacer pensar. Los paganos adoran al niño, los judíos intentan matarlo. Los paganos reconocen al niño, los judíos no lo reconocen. Son tesis propias del evangelio de Mateo.
El hecho de que en un momento determinado, los magos pregunten a los que conocen las Escrituras es muy interesante. Las Escrituras pueden servir de pauta, pueden indicarnos el camino a seguir cuando atravesamos lugares sin estrella. Pero depende de la actitud del que las estudia. Ante millones de estrellas que brillan en el firmamento, los magos descubren la de Jesús. Ante las miles de estrellas que llaman la atención en nuestro mundo, nosotros tenemos que descubrir la de Cristo. Si no estamos atentos, nos equivocaremos.
Todo hombre tiene la obligación de dejarse iluminar por su estrella, pero también la de ser guía para los demás. No hay que “convertir” a nadie. Nuestra obligación es hacer ver a los demás la bondad de Dios, manifestando con nuestra vida su cercanía. Hacemos presente lo que es Dios, siempre que salimos de nosotros mismos y vamos hacia los demás.
No debemos presentarnos como poseedores de la verdad, sino como compañeros en la búsqueda. El verdadero creyente será siempre un buscador de la verdad, no un poseedor de ella.
Esta celebración nos tiene que lanzar más allá de los raquíticos planteamientos de una iglesia, “fuera de la cual no hay salvación”. Dios se manifiesta a todos los pueblos de todas las épocas. Todos los hombres están a la misma distancia de Dios.
En el momento en que nos sentimos privilegiados o detentadores de la verdad, hemos hecho polvo el mensaje de esta fiesta. Todos recibimos todo de Dios y todos tenemos la obligación de aprender de los demás y enseñar a los demás. Todos tenemos la obligación de encender una luz, en lugar de maldecir de las tinieblas.
El reino de Dios es algo mucho más extenso que los contornos, siempre limitados, de una Iglesia. El amor, la entrega, la capacidad de salir de sí e ir al otro, son universales y deben abarcar a todos los hombres. Esto no quiere decir que todos los hombres tengan que pertenecer a la misma institución, y menos aún a la misma cultura. Lo que celebramos hoy es la apertura de Dios a todos los hombres, no el sometimiento de todos a la disciplina de una Iglesia.
Allí donde haya un hombre que crece en humanidad, amando a los demás, allí se está manifestando lo críptico y enigmático. Hoy no podemos entender la apertura a los gentiles como propuesta para que se conviertan a nuestra religión porque es la única verdadera. Lo importante es lo que hay de cristiano en cada hombre, aunque no conozca a Cristo.
Meditación-contemplación
¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido?
Nunca sabremos a ciencia cierta dónde está,
porque Dios está siempre revelándose y siempre ocultándose.
En cuanto dejo de buscarlo, desaparece.
.....................
Dios no es un ser concreto que puedo buscar con un candil.
Está en todas las cosas, pero no soy capaz de descubrirlo.
Está dentro de mí, formando parte de mi propio ser.
Si encuentro mi verdadero ser, ya lo he encontrado a Él.
............................
La puerta que te llevará a tu centro, se abrirá sola.
Sólo tienes que dejar de buscarle en ninguna otra parte.
Céntrate y concéntrate una y mil veces.
Sin saber cómo, irá apareciendo la luz, en lo más íntimo de ti mismo.
....................................
Déjate iluminar desde dentro,
Como la lámpara atravesada por la corriente eléctrica.
No sólo te convertirás tú en luz
sino que lo iluminarás todo a tu alrededor.
Juan de Arimatea

Fuente: 
http://www.feadulta.com/anterior/Ev-mt-02-1-12.htm
Ilustración: https://scharboy2009.wordpress.com/2015/04/05/reporteros-graficos-o-burros-de-carga/camarografos/

Brevísima nota LB: Veinte años atrás, creemos, escuchamos una extraordinaria homilía que versó sobre los tres reporteros que le dieron a conocer al mundo la Buena Noticia.

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