lunes, 18 de enero de 2016

SONORIDAD DE UNOS FILOS

Cuando las bayonetas hablan
Luis Barragán


En las vecindades de un nuevo aniversario de la caída del régimen encabezado por Marcos Pérez Jiménez, debe adquirir una importante (re) significación el espíritu unitario de entonces, en el (otro) contexto de las difíciles circunstancias actuales. Inédito en nuestro historial republicano, la promesa democrática emergió – por entonces – sobre los hombros de una movilización o, mejor, un movimiento político opositor articulado y convincente que valoró la experiencia acumulada, aunque algunas de sus expresiones sobredimensionaron otras posibilidades. Empero, deseamos apuntar a la curiosa  supervivencia del propio dictador derrocado en el imaginario colectivo, como muy pocos lo lograron.

En efecto, a la vuelta de pocos años, el perezjimenismo adquirió el rango de un exitoso movimiento político y social, consagrado en un  partido que alcanzó un número importante de curules parlamentarias y edilicias. Puede aseverarse que tuvo también una fortísima competencia con la insurrección armada que, al penetrar a la institución castrense, le restó un quizá natural soporte, diluyéndose igualmente influido por el desarrollo de la política de pacificación, principiando la década de los setenta del XX.

Pérez Jiménez representa toda una era de la modernización,  patente en las grandes obras públicas que heredamos, monumentales o faraónicas muchas de ellas que, junto a los superbloques, transmitió la idea que se hizo convicción en torno a la solución de los problemas habitacionales, como los restantes del país. E hizo de la institución armada un soporte simbólico incuestionable, perfeccionando los postulados del positivismo.

Digamos de inquietudes a las que, de una u otra forma, ha respondido una compilación de quince trabajos de factura académica, publicada a finales del año pasado, bajo la responsabilidad de José Alberto Olivar y Guillermo T. Aveledo: “Cuando las bayonetas hablan. Nuevas miradas sobre la dictadura militar 1948-1958” (Unimet-UCAB, Caracas, 2015). Distintos ámbitos, como el político, ideológico, discursivo, militar, comunicacional, jurídico, económico, petrolero, educativo, eclesiástico, artístico, urbano, internacional, añadido el infaltable Mario Briceño Iragorry, explican una  antología de indispensable consulta.

Específicamente, por una parte, nos llama la atención el aporte de María Elena del Valle: “El discurso político de Marcos Pérez Jiménez: Su estructura e implicaciones” (55-86). Al realizar un análisis crítico en torno al uso del lenguaje, versa sobre el imaginario – por cierto, persistente – de lo heroico, mito fundacional que “coquetea” con el elemento militar (58), colaborador exclusivo en los esfuerzos de modernización que redundan en el nacionalismo inspirado por el Nuevo Ideal Nacional. La autora no duda sobre una propuesta “profundamente militar” que contrasta con los pueblos fracasados, dirigidos por civiles (70, 72).

La invocación de los valores, el honor y  la fe, propulsores de una mística del combate, orientan a la reconquista de las viejas glorias de la Independencia (83), algo que todavía es tan familiar al presente venezolano. La legitimidad del “ser militar”, deriva de la pertenencia a “ese selecto grupo [que] implica codearse con la plenitud y ser civil es sinónimo de la parcialidad o sentido incompleto de la labor histórica” (81 s.),  algo que – nos permitimos consignar - ofrece mayores dificultades para Maduro Moros, no ocurriendo así con Chávez Frías, aunque éste no tuvo las credenciales académicas y profesionales de Pérez Jiménez.

Inmediatamente, por otra, acudimos al trabajo de Luis Alberto Buttó: “¿Modernización de las Fuerzas Armadas?” (87-138), quien – al incidir sobre lo militar – señala una cosmovisión que amplía sus horizontes convertidos sus miembros en “operadores de primera línea de las funciones gubernamentales  entre las postrimerías de 1948 y los albores de 1958” (99).  El siglo XXI depara una situación semejante que, explicando las diferentes facetas del imaginario colectivo, afortunadamente le permite al autor apuntar al válido y pedagógico contraste de las realizaciones de los gobiernos democráticos con las de la década militar en cuestión, respecto al kilometraje de las autopistas y de las carreteras asfaltadas por año, la construcción de viviendas o las obras militares (101 ss.).

Además, desde la especialidad, diserta sobre el nivel de desarrollo castrense que encontró Pérez Jimenez al arribar al poder y, luego, el que propulsó,  destacando las grandes inversiones en la adquisición del sistema de armas y el resto del equipamiento, acorde a la hipótesis de conflicto por entonces prevaleciente. Ignorada y combatida toda discusión pública, bien observa Buttó: “… Gastos […] erogados sin escrutinio alguno de la sociedad civil, negando de plano cualesquiera posibilidades de que la población debatiera en torno a la eventualidad de que en sí mismos tales desembolsos constituyeran dispendio […]  los venezolanos […]  nada pudieron decir en relación con la conveniencia o no, la necesidad o no, la pertinencia o no, de privilegiar la dotación de la fuerza armada como proyecto clave de los regímenes actuantes; es decir, el costo de oportunidad implícito en tal escogencia que la nación debió pagar, todo ello sin la posibilidad de detectar posibles actos de corrupción debido a la ausencia de eficaces mecanismos de contraloría institucional y/o social” (131), utilizando a “su leal saber y entender” los ingresos petroleros (129).

Luego, no sólo puede asombrar la supervivencia inmediata y mediata de un imaginario social que muy bien cotizara y legara Pérez Jiménez,  sino constatar la necesidad de profundizar en un estudio que, al multiplicar las perspectivas,  marque también una orientación respecto a la polémica política actual, como bien lo hace Buttó. Por ello, tenemos confianza en que Del Valle podrá ofrecernos otros trabajos que, intencionadamente o no, contribuyan a ganar nuevas interrogantes, pues, el suyo – en esta oportunidad – apenas fue “un abreboca del potencial que arroja la deconstrucción de los diferentes discursos pronunciados por diferentes personajes históricos” (86).

Fotografía: Guillermo T. Aveledo (tomada de Facebook).
Fuente:

No hay comentarios:

Publicar un comentario