miércoles, 13 de enero de 2016

LA RUPTURA CON UN ANCLAJE

EL UNIVERSAL, Caracas, 13 de enero de 2016
EEUU y el comienzo del fin del petróleo
Gracias a la acción de Riad, el grueso de sus reservas petroleras -y las nuestras- quedarán bajo tierra
Alfredo Toro Hardy

La Unión Europea se encuentra involucrada hasta la médula en materia de energía renovable. Buen ejemplo de ello es la llamada iniciativa de la Tercera Revolución Industrial. Esta fue endosada por su Parlamento en 2007 y se encuentra en fase de instrumentación por varias agencias de la Comisión Europea, así como por los 27 Estados que la integran.
Este proyecto se sustenta en varios pilares. El primero busca convertir a los inmuebles de Europa en minicentrales de generación de energía eléctrica. Ello se lograría dotándolos de paneles solares, de máquinas para convertir la basura en energía o a través de cualquier otro mecanismo apto para producir energía renovable. El segundo buscaría dotarlos de métodos adecuados para conservar esa energía, contrarrestando así los altibajos en su capacidad de generación (ejemplo, la noche o la falta de sol en el caso de los paneles solares). El tercero se sustentaría en redes transmisoras de energía eléctrica bidireccionales que replicarían a las redes de Internet. Por esta vía los inmuebles podrían recibir electricidad cuando la propia fuese deficitaria o transmitir sus excedentes a un centro receptor. Este último se ocuparía de redirigirlos a quien los necesitase. Los vehículos eléctricos, de su parte, nutrirían sus baterías en los propios estacionamientos de los edificios.
El paraíso de la energía verde
Alemania va a la vanguardia de la Unión Europea en la persecución de este paraíso de la energía verde. Hasta el presente ha convertido a un millón de edificios en pequeñas plantas de generación de energía renovable, mientras trabaja en el desarrollo y puesta en práctica de mecanismos de almacenamiento de esa energía por vía del hidrógeno. A la vez está ensayando redes bidireccionales de "Energía-Internet" en seis regiones del país.
Si bien Europa encabeza la carrera hacia la energía verde, también China y Japón hacen esfuerzos muy importantes en sus propios términos. La gran pregunta es qué hace Estados Unidos. La respuesta a la misma la da Jeremy Rifkin, mayor especialista mundial en estudios prospectivos y artífice de la Tercera Revolución Industrial. De acuerdo a sus palabras: "En esta materia Estados Unidos no está en nada. Las compañías energéticas llevan la voz cantante y ellas han convencido al país de que es independiente energéticamente y de que el cambio climático es una falacia. Así las cosas, Estados Unidos sigue atado a los combustibles del siglo XX" (Todd Miller, "The Arquitect of Germany's Third Industrial Revolution: an Interview with Jeremy Rifkin", Huffpost Business, May 12, 2015).
Las palabras de Rifkin no tomaban en consideración, sin embargo, una variable importante. Estados Unidos cuenta en la actualidad con el Presidente más ambientalista de su historia. Según Daniel Yergin: "Más que ningún otro Presidente, Obama ha buscado darle el sector de la energía una orientación renovable. En efecto, ha elevado las apuestas de la energía renovable al nivel de destino nacional: 'La nación que dirija al mundo en la creación de estas fuentes de energía', ha señalado, 'será la nación que conduzca la economía global del siglo XXI'" (The Quest, London, 2012).
Lo que sí es indudable es que, a pesar de los esfuerzos de la Casa Blanca, la revolución del esquisto ancló fuertemente a ese país en la matriz de la energía fósil. Para la mayoría de su sector productivo, para parte importante de su clase política y para amplios sectores poblacionales, la industria del esquisto se presentaba como sinónimo de independencia energética y como motor de crecimiento de su economía.
Ataque preventivo
Esta realidad cambió, sin embargo, cuando Arabia Saudita decidió lanzar un ataque preventivo destinado a cortar de raíz la rentabilidad del petróleo de lutita. Al abrir el chorro de su petróleo al máximo, sabiendo que ello generaría una estrepitosa caída en los precios, Riad buscó acabar con la revolución del esquisto. No era desde luego tarea sencilla dada la alta flexibilidad de dicha industria, donde es fácil salirse cuando la rentabilidad baja y reentrar cuando sube. El problema es que nadie desea ser picado dos veces por la misma culebra. ¿Quién querrá volver a invertir en una industria cuya rentabilidad puede derrumbarse ante la sobreproducción petrolera? La credibilidad del petróleo de lutita fue irremediablemente destruida.
Ahora bien, sacar de escena al petróleo de lutita significa romper el anclaje de Estados Unidos con la matriz energética petrolera y dar alas a la cruzada presidencial por la energía renovable. Mientras la economía estadounidense respaldase a la matriz petrolera, ésta difícilmente podía verse desplazada internacionalmente. Sin este apoyo en cambio es difícil que resista a las fuerzas del cambio.
Gracias a la acción de Riad el grueso de sus reservas petroleras se quedará bajo tierra y con ello, de paso, las nuestras.
altohar@hotmail.com
Ilustración: Dumont.

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