viernes, 25 de septiembre de 2015

PRETEXTOS

De la desautoridad moral
Luis Barragán


El gobierno venezolano, el mismo en más de una década y media, insiste en ocultar sus errores en relación a la histórica reclamación del Esequibo.  Valga la ironía, David Granger y todo el gobierno guyanés nos acusa de todo el atraso y acoso que  ha sufrido su país por más de medio siglo, al igual que Nicolás Maduro, como su antecesor,  responsabiliza al imperio estadounidense de todas nuestras desdichas, aplaudido el capitalismo chino con el que voluntariamente anudaron una ya agigantada deuda.

Moralmente desautorizados, solamente desea el régimen contextualizar la reclamación en la agenda de su mera supervivencia política  y, sospechamos, que no  cuenta con un suficiente plantel de especialistas en la materia que sea capaz de orientarlo. La única vez que ha permitido el oficialismo debatir el asunto en el parlamento, demostró una pobreza de argumentos – si es que lo fueron – para un dramático contraste con los alegatos de la oposición.

Moralmente desautorizados, pretendieron convertir a la oposición en los apátridas de siempre, apelando a un libreto que muy bien justifica el problema como una rencilla de vecindario, en lugar de confiarlo como inherente a la Política de Estado que bien merece y, por ello, celebran la simplicidad de un Maduro que anuncia que esperará a Granger sentado en una oficina de las Naciones Unidas, descalificándolo personalmente,  mientras que el vecino lanza dardos de mejor precisión política. Además, si de oposición se trata, ésta ha sido diligente al plantear constantemente la materia y las iniciativas que son necesarias, incluyendo dos o tres propuestas legislativas.

Moralmente desautorizados, parece que la historia no favorece a la escuela, porque – al revisar los Diarios de Debates que modestamente hemos acumulado  de décadas anteriores – ha sido, por lo menos, confusa la postura de sus predecesores marxistas.  E, incluso, Hernán Castillo, autor que ha examinado las ya remotas disquisiciones de diputados y senadores, en torno al Esequibo, las ha dictaminado con una severidad que compartimos, asomando hipótesis – acotemos –sobre la posible denuncia del Acuerdo de Ginebra por Guyana,  ventiladas por uno de los tribunos de entonces (en: “Problemas militares venezolanos”, UCAB-UPEL, Caracas, 2009).

Moralmente desautorizados, se equivoca el gobierno guyanés, porque Venezuela jamás ha agredido a su pueblo, insistiendo en el trámite pacífico de una reclamación que no ha negado nuestra contribución para su desarrollo, incluyendo la propia independencia de Gran Bretaña, mucho antes que Chávez Frías errara. Irresponsablemente, el mandatario del este, pretende culparnos de la situación en la que se encuentra un país de asombrosas contradicciones internas al que desea conducirlo temerariamente a un tribunal internacional en el que puede perder el “chivo y el mecate”, perturbándolo para aglutinar un apoyo que posiblemente afectará a toda la región.

Fuente:
http://opinionynoticias.com/opinionpolitica/23917-de-la-desautoridad-moral

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