domingo, 13 de septiembre de 2015

IDUS DE MARXO

Interpretar el horizonte (y AP)
Luis Barragán


Imposible de hallar un soporte doctrinario e ideológico, sobrio, profundo y coherente del régimen predominante en Venezuela y, por ello, prestamos atención a toda suerte de literatura que lo inspire o pretenda inspirarlo clamando por las oportunidades. La improvisación ha llegado a niveles inauditos, padeciendo  una revolución que jamás tuvo la amabilidad de explicarse.

Una publicación gubernamental, Jesús Puerta ha entregado el ensayo escrito tres años atrás: “Interpretar el horizonte. El sentido ético y político de la militancia” (Fundación CELARG, Caracas, 1999).  Premio Nacional de Investigación en Ciencias Sociales Orlando Fals Borda, realiza un interesante ejercicio académico a partir de la distinción entre la verdad vital y la epistemológica, aclarándonos posturas y tendencias que, desde la filosofía política, iluminan el camino.

De inobjetable solvencia académica,  a nuestro juicio, el autor cuida de no especificar el minado terreno de las realidades que sobrevuela con sus enunciados. Por una parte,   tímidamente se distancia del marxismo-leninismo, cuya herencia es la del socialismo real, devenido ingeniería social, reivindicándolo a través de los aportes, evaluaciones y sueños de Edgar Morin y el pensamiento complejo: refiere que la identificación con la víctima es insuficiente para una filosofía de la liberación, colocando el acento en el voluntarismo, el sacrificio, la humildad, lo heroico, la nueva hegemonía, la apertura generosa al sujeto revolucionario, por ejemplo (70, 117 s., 176 ss., 173). Sin embargo, evade un examen a profundidad del marxismo oficial y oficioso en Venezuela privado del apoyo proletario que lo fuerza a sustentarse en el lumpemproletariado, la manipulación de la víctima, la imposición de una yunta cívico-militar harto interesada en prolongarse, la épica preelaborada de la maquinaria propagandística y publicitaria, la debacle económica, la corrupción y la generación de los estamentos sociales consiguientes.

Por otra,  señala que el nacionalismo bolivariano cuenta con  “nueva ideología política reciente: el chavismo”, al que disparan por mampuesto,  reconociéndolo como un mito político, pero “en todo caso, es un sistema de creencias, frase que igual puede describir una doctrina política, una filosofía (incluso epistemológica) que una religión”, cuyas inconsistencias pasan por un  “quizás, en pleno desarrollo o en elaboración no definitiva” (77 s., 80).  Quisimos hallar una contra-réplica cuidadosa de lo alegado por Germán Carrera Damas, Ana Teresa Torres y, agregaríamos, Yolanda Salas o Miguel Angel Perera sobre nuestra mitología, pero el vuelo es rasante,  convirtiendo el disenso en todo un delito: “… Consecuencia lógica, la única manera de rechazar el bolivarianismo es desde un exterior racional, pragmático, cosmopolita e individualista liberal y, quizás, hasta no-venezolano”  (72). Por cierto, el autor asegura que Chávez Frías hizo suyo el debate de los años setenta, posterior a la derrota de la lucha armada, excepto la asunción de las clases medias (82), aunque  sostenemos  que el actual régimen expresa fielmente a quienes – rehusándolo – pasaron de largo, desarrollando el ultraizquierdismo que, convertido en poder,  Puerta tampoco demuestra cuán democrático es.

Finalmente,  la militancia ha de tener sentido y verdad vital que procura para una “nueva dirección moral e intelectual, o sea, de una hegemonía”  (152, 168) que los hechos no comprueban, salvo la hegemonía. La suya es una versión heroica del revolucionario trastocado en una dignidad,  merecimiento, aspiración en el horizonte (152 ss.): dignidad del combatiente que se realiza a través de un pueblo soberano rebelde que lucha por imponer sus valorizaciones y sentidos, con voluntad de poder y ascesis popular, realizador de una mística (54, 64, 152 ss., 167).  Acotemos: la movilización oficialista que se hizo, dejándoles el camino libre quienes deben velar por el orden púlico, a objeto de violentar a los seguidores de Leopoldo López con motivo de la consabida sentencia, con el saldo de una persona muerta, apenas deja constancia de uno de los miles de ejemplos de lo que, en definitiva, es un ejercicio retórico propio de los socialismos reales que no soportan siquiera una teoría crítica que dé cuenta de las condiciones sociales e históricas de su propia concepción, como aspira Puerta (126).

Tratamos de una disertación académica que no se permite responder a las realidades en curso, apelando al discurso que, en última instancia, ha perfeccionado o dice perfeccionar el madurato. Ojalá, lo intente, por lo menos, con los Diarios de Debates de la Asamblea Nacional en los últimos años.

Alirio Palacios

Lamentamos profundamente la muerte de Alirio Palacios, quien ya galopa hacia la eternidad. Sus últimas muestras, la vimos en la Galería Ascaso en Las Mercedes: por lo menos, la podíamos ver aunque no la comprásemos, pues, sólo los enchufados pueden hacerlo y preservar las obras de arte en casa con más dinero para su protección.

Fuente:
http://www.diariocontraste.com/interpretar-el-horizonte-y-aa-por-luis-barragan-luisbarraganj/

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