domingo, 13 de septiembre de 2015

EN CUALQUIER RINCÓN, PUEDE INTERROGARNOS

Evangelio Dominical: Cesarea de Filipo
Padre José Martínez de Toda, S.J.

Comentario dialogado al Evangelio que se proclama el vigésimo cuarto Domingo del Tiempo Ordinario, ciclo B, correspondiente al domingo 13 de septiembre de 2015. La lectura es tomada del Evangelio según San Marcos (8, 27-35).

¿Dónde ocurrió este episodio tan importante del evangelio?
En Cesarea de Filipo (v. 27a), al pie del Monte Hermón (2.200 m). Esto es lo más al norte que llegó Jesús en sus travesías. Allí había un templo al emperador César, que lo convertía en dios. Filipo era hijo de Herodes el Grande. Llamaron a esta ciudad 'Cesarea de Filipo', para distinguirla de otra ciudad Cesarea, localizada en la orilla mediterránea.
Fue aquí, en este ambiente impregnado de la deificación del emperador César, donde Cristo presentó esta 'encuesta de opinión'"¿Quién dice la gente que soy yo?".
Los discípulos respondieron:
-"Unos dicen que Juan el Bautista; otros que Elías; otros que alguno de los profetas" (vv. 27-28).
Se ve que la gente pensaba que Jesús no era el Mesías, sino un Gran Hombre, como los grandes de su historia.
Pero esto no era por culpa de Jesús, sino por la idea falsa que tenían de lo que debía ser el Mesías.
Los judíos pensaban que el Mesías, como sucesor de David, sería un militar, que echaría fuera al ejército romano, restableciendo la gloria de Israel y abriendo paso a una edad de oro. Y para ello utilizaría la dominación militar o económica.
Pero veían que Jesús no se inclinaba por el poder y la fuerza. Por eso no lo consideraban como Mesías.
De todas formas, Jesús quiere aclarar este punto con sus discípulos, y por eso les pregunta de nuevo: "¿Quién dicen ustedes que soy yo?"
Éste es el pasaje central en el evangelio de S. Marcos, en que revela la identidad de Jesús como Mesías.
Toda la primera parte de este evangelio va llevando a este momento crucial; y la segunda parte brota de aquí, pues cuenta cómo se cumplió esta misión del Mesías hasta la cruz y su resurrección.

¿Qué responden los apóstoles a esta segunda pregunta?
Pedro se convierte aquí en vocero de los apóstoles, y da la respuesta correcta:
- "Tú eres el Cristo, el Mesías". (v. 29).
Mesías significa "ungido." Los judíos ungían a tres grupos de gente: a sacerdotes, a profetas, y a reyes. Jesús pertenece a cada uno de ellos.
Jesús trata de explicarles con precisión lo que esto significa. Y les dijo:
"El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, tiene que ser condenado por los ancianos, por los sumos sacerdotes y escribas. Tiene que ser ejecutado y resucitar a los tres días".
Esto sí que no entró por la cabeza de Pedro. Y tomó aparte a Jesús, y de una forma vehemente trató de convencerle de que ése no era el camino para ser Mesías.
En ese momento Jesús le gritó delante de todos:
" Quítate de en medio, Satanás, porque no sabes las cosas que son de Dios, sino las que son de los hombres" (v. 33b).
Aquí, como decimos familiarmente, Pedro metió la pata. Antes había dicho la frase correcta: "Tú eres el Mesías". Pero ahora Jesús le llama 'Satanás'. En un abrir y cerrar de ojos, Pedro ha pasado de ser el Alumno Estrella a ser un Tonto.

¿Por qué reacciona tan fuertemente Jesús contra Pedro?
Precisamente Pedro toca un punto muy sensible para Jesús. La gran tentación en la vida de Jesús fue que no aceptara la cruz, sino que utilizara su carisma para reunir suficiente apoyo político para poder convertirse en lo que las multitudes querían de él.
Esta tentación de Pedro debió ser aún más fuerte y peligrosa que las anteriores de Satanás, pues venía precisamente de un amigo, de un hombre bien intencionado, como Pedro, y no del diablo, personificación de la maldad. Uno se inclina mucho más a aceptar una voz amigable que la de un conocido malhechor. Y por eso llama a Pedro 'Satanás', el Gran Tentador, pues le propone lo más contrario a su verdadera identidad: el no cargar la cruz.
"Cualquiera que quisiere venir en pos de mí, niéguese á sí mismo, y tome su cruz, y sígame" (v. 34b).
Cuando Jesús invita a seguirle, no nos invita a un hotel maravilloso del mar Caribe.
Nos invita a ponernos en camino, a peregrinar con sufrimientos y alegrías.

¿Qué significa cargar la cruz?
Al escribirse este Evangelio, era tiempo de persecuciones en Roma. Los cristianos eran condenados a cargar literalmente las cruces del martirio y allí perdían su vida. Estas palabras de Jesús se refieren directamente a aquella situación. Para salvarse la vida bastaba negar a Cristo.
Para muchos cristianos hoy eso todavía es verdad. La persecución de cristianos continúa. Más cristianos murieron por su fe en el siglo XX que en el siglo I. La lista de naciones en las que los cristianos son perseguidos hoy de manera rutinaria es larga: China, Corea del Norte, Camboya, Myanmar, Irak, Laos, Vietnam, Indonesia, Timor del Este, India, Pakistán, Afganistán, Egipto, Sudán, Irán, Arabia Saudita, etc, etc.
Pero las palabras de Jesús ofrecen una gran promesa: El final del camino de un cristiano no es la crucifixión, sino la resurrección.
Es como en el deporte.

¿Por qué se parece la cruz al deporte?
Los partidos de fútbol y béisbol no solo se ganan en el campo de juego, sino antes en el campo de práctica.
Para ser glorioso el día del partido, el atleta debe empujarse a si mismo hasta el límite en el campo de práctica. El condicionamiento físico es doloroso y agotador, pero el propósito de la disciplina no es ni el dolor ni el aburrimiento, sino la victoria. Así es también en el campo cristiano. La disciplina espiritual engendra victoria espiritual.
Ciertamente para nosotros es vital reconocer y confesar cada vez con más hondura a Jesús como el Ungido. Pero no basta llenar nuestra boca con títulos cristológicos admirables.
(Pagola).

Fuente: http://radioevangelizacion.org/noticia/evangelio-dominical-cesarea-filipo
Cfr.   José Enrique Galarreta: http://www.feadulta.com/anterior/Ev-JE_07-pensar-como-Dios.htm

Ilustración: Carla Querejeta.

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