miércoles, 16 de septiembre de 2015

CUADERNO DE BITÁCORA

Referido en anteriores ocasiones,  entre varios de los amigos que solemos leer, bien por el recurrente intercambio de correos electrónicos (habrá algún día que reivindicar los postales y su no menos espontánea riqueza personalizada de matices), bien por el blogueo que sostienen a contracorriente, colándose algunos en los más conocidos portales digitales de noticias, destacan Nicomedes Febres y Hermann Alvino. Con ellos, coincidimos y discrepamos, aunque la tiranía del tiempo impide extendernos e, incluso, ver sus aportes oportunamente.


En el caso de Nicomedes, sus diarias reflexiones aparecen en Facebook e Iván Méndez logra capturarlas de vez en cuando para opinionynoticias.com;  y, en el de Hermann, cuenta con un blog extraordinario, siendo pocas las veces en la que lo apreciamos por otros más amplios  medios.  En ambos, quisiéramos guardar acá, en éste blog, sus contribuciones, pero la tarea se hace ruda cuando la velocidad de la conexión no ayuda y estamos apremiados por otras diligencias escriturales (una manera de llamar la manía de escribir con regularidad):  por ello, optamos en referirlos directamente cuando falta el tiempo necesario para copiar, rediagramar, titular, pegar y buscar una imagen lo más apropiada posible.

Ocurre ahora con Hermann, porque ir a https://vivalapolitica.wordpress.com, en estos momentos, significa hallar - entre otras materias - las entregas iniciales de lo que promete ser una buena serie: Democracia Cristiana para Dummies. No hemos querido y nos abstendremos de tratar el tema por un buen tiempo más, excepto una nota pendiente sobre el 50 aniversario del documento que se llamó Una juventud para el cambio, de interés enteramente histórico, pero estas entregas de Alvino merecen la atención de propios y extraños, porque - además -lo confirman como un nombre inevitable a la hora de repensar la escuela y que tiene en su haber muchísimos años de preocupaciones, luchas y reflexiones, por cierto, en medio de la crisis de un partido que avistó muy a tiempo. Acotemos, él invoca los nombres de Barbeito y Pérez Olivares, por ejemplo, aunque sentimos que los ha superado poco a poco, allende la mar, con el alma repleta de angustias por el destino de una patria que, siendo suya por siempre, lo verá regresar para ayudar a corregir el curso de la historia.
LB

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