sábado, 18 de julio de 2015

(DES) ORQUESTACIÓN

Una tonta diferencia
Luis Barragán


Coincidamos o discrepemos con sus propuestas alternas, la oposición democrática las ha formulado por todos estos años. E, incluso, no hace mucho, Gustavo Tarre enumeró didácticamente los más evidentes y elementales contrastes respecto a las realizaciones y pretensiones del régimen. Sin embargo, hay quienes todavía la creen huérfana de lo genéricamente llamado propuesta de país.

Ocurre también que, al señalar la orfandad, en la misma acera opositora, cualquiera puede correr el riesgo de una campaña de descrédito que mejor la merece el gobierno. El Padre Peraza, a quien pocos le argumentaron para exigirle una rectificación, recibió una andanada de improperios,  aunque días más tarde coincidió el  Monseñor Roberto Lückert, libre de toda sospecha: el uno, tiene responsabilidades en la Conferencia Episcopal de Venezuela, cuyas posturas orientadoras son ampliamente conocidas; el otro, no necesita de cartas de presentación.

Pocas veces reparamos en el mismo hecho de la existencia de esas propuestas de oposición, tan palpables y suficientemente divulgadas, y la de una tonta diferencia: la negación obedece a una intensa campaña   - psicológicamente bien  orquestada -  del régimen. Ésta no apunta al acto reflexivo de constatación, sino que nos remite al imaginario social con representaciones, símbolos, predisposiciones, creencias e invectivas que, en propiedad, ocultan las inconsistencias, ausencias, improvisaciones de un marxismo de casino, presto para cualquier ocasión, esgrimido como pretexto bajo el remoquete de chavismo.

Campaña facilitada por el temor al debate abierto entre los opositores, obstruidos los canales para el flujo razonable, niega que hasta Antonio Ledezma fue aprehendido por suscribir un documento para la transición democrática que enuncia intenciones, iniciativas y mecanismos concretos para superar la crisis de todo orden. Hay propuestas del país, aunque alevosamente el oficialismo diga lo contrario, consiguiendo voceros inocentes y desavisados.

Ciertamente, el riesgo  es el de transmitir un vasto pesimismo que es a lo que, entendemos, quiso referir el Padre Peraza con aquello de la negatividad opositora a ultranza. Siendo tan necesaria la esperanza, coloquemos el debido y necesario  acento, mas no renunciemos a denunciar responsablemente la triste situación compartida.

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