domingo, 15 de marzo de 2015

LAETARE

NOTITARDE, Valencia, 15 de marzo de 2015
Caminando con Cristo”
Jesús sana a un ciego de nacimiento (Jn. 9, 1-41)
Pbro. Lic. Joel de Jesús Núñez Flautes

Este cuarto domingo de cuaresma es conocido como domingo de “laetare” (alegría), porque nos anuncia la cercanía de la Pascua del Señor, donde vamos a celebrar los misterios de su Pasión, Muerte y Resurrección; es decir, el misterio de nuestra salvación y redención.
El evangelio de este domingo, nos presenta a Jesús que sana a un ciego de nacimiento. Para la concepción judía una persona enferma o que nacía con un defecto físico era considerado un pecador; por eso la pregunta que le hacen los apóstoles a Jesús viendo al ciego mientras iban de paso con Jesús “¿Quién pecó éste o sus padres?” y es la misma concepción de los fariseos y los jefes religiosos que cuando escuchan las palabras del ciego justificando la acción de Jesús en sábado le dicen: “Todo tú eres puro pecado desde que naciste y ¿nos vas a enseñar a nosotros?”. Jesús enseña a los discípulos que tener una enfermedad o haber nacido con una limitación no significa que la persona sea un pecador y que haya que rechazarlo o condenarlo como impuro. Jesús se acercó a éste hombre, no le importó que fuera sábado y lo sanó. Este milagro hizo que los judíos y los jefes religiosos se escandalizaran porque alguien había hecho un milagro en sábado y afirmaban que quien lo había hecho no era un hombre de Dios, por ir contra el descanso del sábado; pero en otra ocasión Jesús afirmó que el hombre; un hijo de Dios es más importante que el sábado; es decir, que lo más importante ante Dios es el amor; por tanto, hacer el bien es el más grande culto y alabanza a Dios. Podemos recordar aquí la parábola del buen samaritano (Lc. 10, 25-37) que nos habla de la centralidad del amor y de la importancia del prójimo.
El evangelio de hoy nos hace entender que no sólo éste hombre que Jesús sana estaba ciego; los fariseos y jefes religiosos tenían una ceguera espiritual; ya que no eran capaces de ver y entender que tenían delante de sí al Hijo de Dios, al Mesías y Salvador esperado y por su soberbia y por no saber interpretar adecuadamente Las Escrituras no entendieron el proceder de Jesús. Dios nos advierte de no dejarnos llevar por la soberbia, arrogancia o el creernos más que los demás ni con el derecho de juzgar y condenar a nadie; como lo hicieron estos hombres que se habían apropiado de lo religioso y condenaban en nombre de Dios. Jesús en cambio, muestra el verdadero rostro del Padre, muestra cercanía, bondad, misericordia, perdón y amor. Es lo que debe y necesita vivir un verdadero discípulo de Cristo. La Palabra de Dios se resume en el amor y quien ama es realmente un discípulo de Jesús.
Jesús vino a sanar y redimir al hombre, a mostrarle el camino que conduce a la felicidad; se presentó a sí mismo como la Luz del mundo; se hizo cercano a los pobres y marginados de su tiempo que eran rechazados por razones sociales, políticas o religiosas y les habló y enseñó qué es lo esencial en la vida cristiana: el amor que está por encima de cualquier sacrificio, culto u oblación.
En el diálogo que se da entre Jesús y el hombre que es sanado de su ceguera se percibe la fe y el reconocimiento de éste a la persona de Jesús, a quien reconoce como Mesías, Dios y Salvador. Jesús lo movió a la fe y éste hombre creyó, al punto de postrarse y adorarlo. Así debe ser el cristiano católico, reconocer a Cristo y adorarlo, vivir en el amor y el servicio a los más necesitados; hacer el bien y proclamar con valentía ante el mundo las maravillas que Dios hace en nuestras vidas.
IDA Y RETORNO: El próximo miércoles 18 de marzo el Padre Alfredo Fermín, rector del Seminario, tendrá la segunda ponencia en La Parroquia La Resurrección del Señor de La Esmeralda titulada: “Ángeles, demonios, evangelio y satanismo”, a partir de las 6:30 pm, la misma ponencia se realizará el miércoles 25 de marzo en el Anfiteatro de la UC a partir de las 10:00 am. Están cordialmente invitados para conocer más nuestra fe cristiana católica.
La Jornada 24 Horas para El Señor, convocada por el Papa Francisco el pasado 13 y 14 de marzo, fue todo un éxito en nuestra arquidiócesis y podemos estar seguros de los beneficios y bendiciones que Dios va a derramar cuando Él quiera y como quiera sobre el mundo y nuestra patria. Dios es bueno, fiel y nos ama.
Ilustración: Leiko Ikemura.

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