domingo, 22 de febrero de 2015

NOVEDAD

La Cuaresma: nuevo enfoque
Fray Marcos (Rodríguez)

“Perdona a tu pueblo Señor; no estés eternamente enojado, perdónalo Señor”. Desde niños hemos cantado cientos de veces esta estrofa con el corazón encogido. Esta idea de Dios está en las antípodas del evangelio. No sólo no es “buena noticia” sino que nos hunde en la más absoluta miseria.
Hemos puesto en el perdón de Dios la meta de nuestras relaciones con Dios. Jesús nos dice que el perdón es precisamente el punto de partida. Con esta perspectiva hemos arruinado todo proceso espiritual en nuestra vida.
Nuestro concepto de pecado se basa en el mito de la ruptura. A partir de ahí, la religiosidad consistirá en una recuperación de lo perdido.
Hoy tenemos conocimientos suficientes para intentar otras explicaciones más de acuerdo con los datos que manejamos sobre el hombre, sobre el mundo y sobre Dios. Soy el fruto de una evolución y sigo avanzando. No he perdido nada, y mi obligación es alcanzar la máxima plenitud posible. La ruptura con Dios es imposible, porque Él forma parte de mi propio ser.
Esto no quiere decir que no falle. El pecado es una de las experiencias más dolorosas y humillantes del ser humano. Lo que tenemos que superar es una explicación demasiado primitiva de fallo y descubrir un modo de afrontarlo que pueda ser útil para superarlo eficazmente.
El mal moral no tiene nada de misterio. Es consecuencia inevitable de nuestra condición de criaturas. Una inercia de tres mil ochocientos millones de años de evolución, que nos empuja hacia el individualismo, no puede ser contrarrestada por medio millón de años de trayectoria humana.
En efecto, el primer objetivo de todo ser vivo, fue mantener esa vida contra todas las agresiones externas e internas. Esta experiencia se va almacenando en el ADN. Gracias a ese instinto, la vida no sólo se conservó sino que fue alcanzando cotas más altas de perfección,  hasta llegar al “homo sapiens sapiens”.
Su relativa perfección biológica permite al hombre unas relaciones con lo que no es él completamente distintas; ahora fundadas en la armonía y la amabilidad con todo ser. Pero permanece en él, el instinto de conservación que le lleva al individualismo egoísta.
La lucha está servida. La visión miope del ser vivo tiene que ser superado por un apropiado conocimiento de sus nuevas posibilidades y por un ejercicio de altruismo que le lleve a potenciar su ser por medio de esas nuevas relaciones.
Fijaros bien que los tres temas clásicos de la cuaresma son: Oración, ayuno, limosna. En ellos quedan resumidas todas las posibles relaciones humanas: con Dios, con uno mismo, con los demás.
La calidad humana del hombre depende de la calidad de sus relaciones. Si no sobrepasan lo puramente instintivo esas relaciones están basadas en el individualismo feroz, buscando el provecho biológico inmediato. Si esas relaciones está basadas en el conocimiento de tu auténtico ser, te llevarán a la armonía con todos los seres.
Contexto evagélico
En los tres ciclos litúrgicos, se lee, el primer domingo de cuaresma, el relato de las tentaciones. Este año leemos a Marcos. Es tan breve, que han tenido que añadir unos versículos de relleno. Sin embargo, la concisión no vacía de contenido la narración, sino todo lo contrario. Es impresionante la riqueza del mensaje
Explicación
El hecho de que Marcos sea tan breve, siendo el primero que escribió, nos puede estar diciendo que en Mateo y Lucas, se trata de una elaboración progresiva, y no de un olvido de los detalles. También pudiera ser que Mateo y Lucas encontraran ya el relato ampliado en la fuente Q, anterior a Marcos.
En todo caso, esas diferencias nos estarían demostrando el carácter simbólico del relato, más allá de las limitaciones de tiempo y lugar. Marcos está planteando en tres líneas toda la trayectoria humana de Jesús.
El objetivo del relato es muy distinto en Mateo y Lucas, y en Marcos. Este último no pretende ponernos en guardia sobre las clases de tentaciones que podemos experimentar. En Marcos no hay tres tentaciones, porque plantea toda su vida como una constante lucha contra el mal.
La clase de tentaciones que sufre y el resultado de la lucha será el tema de todo el evangelio, por eso no tiene sentido adelantar acontecimientos. En el evangelio de Marcos, no vuelve a aparecer Satanás. Su lugar lo van a ocupar instituciones y personas de carne y hueso, que a través de toda la obra intentarán apartar a Jesús de su misión liberadora.
“Inmediatamente”. Así empieza el relato, pero como no sabemos lo que pasó antes, no tiene sentido decir: inmediatamente después; por eso comienza la lectura de hoy con la anodina frase de siempre “en aquel tiempo”.
Es interesante saber que en el versículo anterior nos habló de la bajada del espíritu sobre Jesús en el bautismo. Es muy significativo que el espíritu se ponga a trabajar, de inmediato. Toda la actuación de Jesús se realiza bajo la fuerza del espíritu. Este espíritu, no es todavía el “Espíritu Santo” según la idea que nosotros tenemos; se trata de la fuerza de Dios que le capacita para actuar.
El espíritu le empujó. El verbo griego empleado es ekballw (ekballo) = empujar, echar fuera. No se trata de una amable invitación, sino de una acción que supone una cierta violencia. El espíritu no abandona a Jesús, pero le arrastra a otro lugar: el desierto.
Al recibir el espíritu en el bautismo, Jesús no queda inmunizado y apartado de la lucha contra el maligno. Como todo hijo de vecino (hijo de hombre), Jesús tiene que debatirse en la vida para alcanzar su plenitud. Por haber alcanzado la meta como ser humano, está capacitado para marcarnos el camino a nosotros.
Al desierto. No hace falta resaltar la importancia que tiene la figura del desierto en la espiritualidad del Antiguo Testamento. El desierto es el lugar teológico de la lucha, de la prueba; y, superada la prueba, del encuentro con Dios. Es imposible recordar todo el simbolismo del desierto para el pueblo judío. La clave de su historia religiosa se encuentra en el desierto.
Jesús sufre las mismas tentaciones que Israel, pero las supera. No se trata del desierto físico, sino del símbolo de la lucha. Es muy significativo que todos los evangelios nos hagan ver cómo Jesús encontrará a Satanás en su mismo pueblo.
Se quedó en el desierto cuarenta días. El número cuarenta es otra clave simbólica para entender el relato: 40 días duró el diluvio, 40 años pasó el pueblo judío en el desierto. 40 días estuvo Moisés en el Sinaí. 40 días para que se conviertan los ninivitas. 40 días camina Elías por el desierto. No se trata de señalar un tiempo cronológico, sino de evocar una serie de acontecimientos salvíficos en la historia del pueblo judío, que quedarán superados por la experiencia de Jesús.
Tentado por Satanás. Peirew (peireo) no significa en primer lugar tentar, sino probar. Para nosotros la tentación es un mal en sí misma, pero el sentido del verbo griego indica más bien una prueba que hay que superar. No puede haber aprobado si no hay examen.
En Mateo y Lucas, las tentaciones tienen lugar al final de los cuarenta días de ayuno. En Marcos no aparece el ayuno por ninguna parte, y la tentación abarca todo el tiempo que duró el retiro en el desierto. Marcos no nos habla de penitencia, sino de lucha. En Marcos todo sucede a la vez y durante los cuarenta días: tentación, presencia de las fieras y servicio de los ángeles. Tampoco se da por terminado el tiempo de la tentación; sigue toda su vida.
Estaba entre las fieras. La traducción oficial de “alimañas”, condiciona la interpretación. El texto griego y el latino dice: animales salvajes concretos, conocidos por todos.
Puede entenderse como que Jesús está en la vida en medio de todas las fuerzas que condicionan al hombre, unas buenas (Espíritu, ángeles), otras malas (Satanás, fieras). Pero también podría aludir a los tiempos idílicos del paraíso, donde la armonía entre seres humanos y la naturaleza entera, era total. Recordemos que el tiempo mesiánico se había anunciado como una etapa de armonía entre hombres, naturaleza y fieras.
Y los ángeles le servían. Aparte de lo difícil que resulta el saber qué quería decir la palabra ángel, tenemos el problema del verbo “servir”. El verbo que emplea es diakonew (diakoneô) que significa servir, pero con un matiz de afecto personal en el servicio. Su primer significado era, “servir a la mesa”. Pero aquí este significado iría en contra de todo el sentido del relato, porque indicaría que en vez de ayunar era alimentado por los ángeles.
Podría significar las fuerzas del bien, o la expresión de que Dios estaba de su parte. En el Nuevo Testamento, “diaconía” es un término técnico que expresa la actitud vital de servicio, de los seguidores de Jesús. Se dice de algunas mujeres que “servían” a Jesús.
Aplicación
Hoy no podemos hacer una aplicación concreta del evangelio. Toda nuestra vida tiene que estar orientada por la actitud de Jesús que acabamos de descubrir. Como él debemos afrontar nuestra existencia desde la perspectiva del espíritu de Dios, es decir dejándonos llevar por lo que hay en nosotros de divino, no por la inercia del instinto.
Meditación-contemplación
Sin lucha en el desierto, no puede haber victoria.
Oración
La tentación fundamental es hacer un dios a mi medida,
dejándonos llevar por una cómoda idolatría.
El antídoto es el Dios de Jesús,
que me dará fuerza y valor para derribar todos los ídolos.
……………
Ayuno
Si me creo sólo biología y sicología individual,
mi única meta será siempre el egoísmo.
Si descubro mi verdadero ser,
surgirá dentro de mí la armonía y la capacidad de amar.
………..
Limosna
La relación con los demás es la pantalla
en la que puedo examinar mi disco duro.
Ella me dirá lo que de verdad hay dentro de mí.
Si no examino con cuidado lo que aparece al exterior,
nunca descubriré lo que tengo que cambiar dentro.

Fuente:
http://www.feadulta.com/anterior/Ev-mc-01-12-15-MR.htm
Ilustración: William Congdon.

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