domingo, 1 de febrero de 2015

BREVE HISTORIA DE UNA SILLA

Sairam
Ox Armand


Los expertos podrán orientarnos, pero lo cierto es que, cuando todos los cantantes son buenos y de voces parecidas, apenas uno de ellos salta a la fama. Éste tiene un plus (ultra, para completar el latinazo de moda) que puede ser la simpatía, la presentación, la lisonja u otro factor, añadida la consabida palanca. En las lides políticas ocurre algo semejante, aunque ya pasamos del menos malo al más malo para destacar, por la preponderancia de esos otros factores que desnudan el oficio. Hay sobradas lecciones históricas que también nos consternan, revelando no pocos retrocesos. Se me ocurre pensar en Américo Martín, fresca aún la lectura de sus memorias. De un lado, he acá la diferencia con el presente, todos esos muchachos ideológicamente variopintos que lucharon contra la dictadura perezjimenista, eran buenos y hasta muy buenos. Por el otro, unos corrieron con la suerte de que les apuntara la cámara, a la vez que otros simplemente pasaron inadvertidos, siendo tanto o mejores.  Pero agreguemos otra diferencia con el presente: quzás por la estabilidad de largos años en la fuente política, permitiéndose también cultivar y favorecer amistades, hubo periodistas que cazaban talentos, por decirlo de alguna manera. Vale decir, con una buena dosis de profesionalismo, captaban el talento del joven dirigente y le daban oportunidades para expresarse. Y lo que hoy sucede en el casting para las candidatas a mises o al actorazgo, por no citar otras profesiones, simplemente no ocurre en nuestra política. Quizás porque no nos damos cuenta todavía la escasez de periodista que se apasionen por su específica fuente, pretendiendo deliberada o tácitamente farandulearla. Savaterianamente hablando, de esto no se enteró Amador.

Sairam Rivas acaba de perder las elecciones para la presidencia de la emblemática FCU de la Universidad Central. Lo temía. En el fondo, se perdió una ocasión extraordinaria para propulsar el organismo estudiantil bajo la conducción de una luchadora prestigiada por su sacrificado testimonio y, así no estemos de acuerdo, formada doctrinariamente ya que milita en Bandera Roja. Este último dato es superimportante: estamos en emergencia, necesitamos un mínimo de racionalidad para el compromiso político. Un poquito de materia gris, pues, antes que la banalidad termine de afianzar su reinado. No conozco los intríngulis del caso, ni sé en profundidad cuáles manejos políticos extrauniversitarios privaron, como le ocurrió a Gaby Arellano en la ULA.  Lo cierto es que la muchacha contó con la suerte de las cámaras, se convirtió en emblema y, sin querer, resaltó al lado de otros muchachos que estaban y están presos. Así es, presos. Ella, en su haber, tuvo una nada despreciable conquista como fue la del ganar y presidir el centro d estudiantes de Trabajo Social, nido del chavismo, objeto de los ya famosos ataques armados del oficialismo. Pero no bastó tamaña estatura moral, porque siendo la moral tan importante, se está en la política y son muchos los competidores por el cetro, tengan o no méritos. Aparentemente, estuvo confinada a esa escuela o fue poco el arraigo en el resto de las facultades porque no le dio tiempo de nada al salir, nada más y nada menos, que del calabozo (es lo que me dijeron). No sé si es mera casualidad, pero algo dice que el liderazgo emergente está representado por la mujer en Venezuela. Ahora bien, como se trató de pactar (es algo natural), el sobrepeso de los pactos vino de afuera. Esto es política. Pero la política que no tiene soporte moral no lo es. De repente, ví una mañana en un noticiero estelar de un canal de televisión de alta audiencia, a otra carricita. Esos cinco minuticos a lo Warhol, le ahorró mucho visitar escuelas y facultades. No sé cuáles fueron o sean, pero al escucharla me pareció faltarle credenciales, vocación y talento. Me reservo el nombre des u patrocinante político extrauniversitario (le gente habla) pero no me extraña que ese catapultamiento fue desproporcionado. Y miren ustedes los nombres que a lo largo de toda, toda la historia, desde sus veinte años de edad, hicieron al movimiento estudiantil de la UCV, representándolo por alguien a quien antes citamos, como Américo Martí, como podemos anotar a numerosos marxistas, socialcristianos, socialdemócratas, anarquistas, liberales, que marcaron hitos y garantizaron (mucho ojo con esto) el relevo político hecho de imaginación, pensamiento, audacia, aunque también de trayectoria, experiencia, hasta madurar. Probablemente, como le ocurrió a Gaby, por esa formación política previa, por el centralismo leninista y el sectarismo subyacente, a Sairam le faltó una mayor  amplitud. No es una condena, sino un indicio.

Me preocupa que esta extraordinaria reaparición del estudiantado en la escena política, pueda perderse al contaminarse de un modo de hacer y de concebir las cosas. Por los momentos, mi humilde tintero lamenta la derrota de Sairam. Es la democracia, se dirá, pero ojalá la realidad me traicione, porque creo que los ganadores tendrán que demostrar que son infinitamente mejores. Sobre todo al ganar autoridad moral. Ésta, la moral, no es suficiente por sí misma. Mas la política, sin ella, es un severo problema.

Fuente:
http://www.opinionynoticias.com/opinionnacional/21631-sairam
Composición gráfica: Julio Pacheco Rivas.

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