lunes, 29 de diciembre de 2014

VARIAS VECES EL PAÍS

La Venezuela perenne
Luis Barragán

A pesar de la estrechez presupuestaria, aplaudimos toda publicación académica que suelta su bocanada de oxígeno en medio del silencio que se levanta moliéndonos con sus estridencias. Cubierta cada vez más de andamios, la sociedad que se resiste a su construcción,  valora el esfuerzo de libertad que supone imprimir y distribuir el testimonio de las voces que ayudan al debate sobrio, autorizado y urgente que nos merecemos, ya hartos de las ligerezas, banalidades y precariedades que se convierten en dogma y hábitat del conformismo.

Los institutos pedagógicos del país, señalan rumbos no sólo por la tarea que llevan adelante, superando dificultades que, por cierto, no gozan de la prensa que sobra para otros ámbitos, sino por los niveles académicos que osan alcanzar para satisfacción del país que pugna por emerger definitivamente. Sin dudas, toda una osadía en el marco de nuestras preocupaciones y agobios, angustias y ocupaciones, asombros y pasiones.

Por las redes sociales, nos enteramos de una publicación indispensable, muy bien diagramada e ilustrada: “La Venezuela perenne. Ensayos sobre aportes de venezolanos en dos siglos”, bajo la coordinación de Yuleida Artigas Dugarte, Jean Carlos Bruzuela y José Alberto Olivar (UPEL, Caracas, 2014). La calificación académica de los autores, genera suficiente confianza para convertir el título en una herramienta para el debate actualizador, pues, contrariando la versión oficial, el país que lo ha sobrevivido se levanta sobre las firmes bases echadas por aquellos que desplegaron una enorme vocación de servicio, palpable en obras que trascienden el gesto efímero y la retórica de ocasión que fuerzan a un retroceso antes impensable.

Lograda la independencia, surge lo obvio no obviable: Venezuela es síntesis de una civilidad creadora, arriesgada, audaz, dinámica y desafiante, muy difícil de apagar por decreto, por  vía de la Gaceta Oficial a la que llegan o aspiran llegar, como en otras etapas de nuestro historial, los alabarderos de turno para chorrear de una floja tinta la posición burocrática que las circunstancias rifan.  El problema de estos y otros silenciadores, colgados de los frágiles andamios que tejen, es que hay un camino hecho que los irrita, pretendiendo abrir una trocha inútil, y buena parte de la cartografía, destacando itinerarios que marcan los otros que tenemos pendientes, marcan el trazo en la literatura, pero también – demostrando el necesario equilibrio ante una irreductible pluralidad – en la política con sus  nombres ideológicamente contrapuestos, y – sobre todo – en la docencia, ya que la magnífica sección “Historiadores, geógrafos y pedagogos” del libro en cuestión, retrata a los “Maestros de generaciones” que nos llenan de un legítimo orgullo.

Lejos del oropel inflamable, figuran Juan Vicente González, Gonzalo Picón Febres, Eloy Guillermo González, Simón Planas Suárez, Tulio Febres Cordero, Ada Pérez Guevara, Rafael María Rosales, Caracciolo Parra y Olmedo, José Gil Fortuol, José Manuel  Jáuregui Moreno, Mario Briceño Iragorry, Eduardo Arcila Farías, Augusto Mijares, Juan Bautista Fuenmayor, Carlos Irazabal, Pablo Vila, Rafael Caldera, Rómulo Betancourt, Jóvito Villalba, Gustavo Machado, Alberto Carnevali Rangel, Luis Beltrán Prieto Figueroa. Y todo esto, por obra de Alexandra Mendoza, Mariano Nava Contreras, Jean Carlos Brizuela, David Ruíz Chataing, Hancer González Sierralta, Rosmar Brito Márquez, María Susana Harringhton, Ildefonso Méndez Salcedo, Alí Enrique López Bohórquez, Agustín Moreno Molina, Jorge Bracho, Juan Alexis Acuña, Andrés Eloy Burgos, Omar Hurtado Rayugsen, Jaime Ybarra, Claudio Alberto Briceño Monzón, Rafael Tomás Caldera, Luis Manuel Marcano Salazar, José Alberto Olivar, Luis Alberto Buttó, Yuleida Artigas D., Ángel García, Antenor Viáfara Márquez.

Fuente:

No hay comentarios:

Publicar un comentario