domingo, 7 de diciembre de 2014

NO HAY MÁS PARADAS

El autobús ya se fue
Luis Barragán

En la sesión ordinaria del día 2 de los corrientes, según el hábito, la Asamblea Nacional fue escenario de otro apabullamiento que la oposición resiste y debe resistir con el estoicismo de sus mejores convicciones.  La bancada oficialista presentó y aprobó un proyecto de Acuerdo relacionado con el paro petrolero de 2002, a objeto de darle continuidad al enfermizo libreto de su ya ahogada victimización.

Negándose a discutir los vitales problemas de la actualidad, empina cualquier fecha para propagandizar al mismo y único gobierno que tenemos por más de década y media. Desde la tribuna de oradores, el ponente no sólo extremó sus ya nada originales epítetos contra la oposición, por lo demás, presumiéndola intacta desde principios del presente siglo, sino que dejó otra vez constancia de una lectura anacrónica del asunto petrolero, como si estuviese inaugurando la célebre y lejana década de los sesenta.

El diputado Arcadio Montiel respondió desde su curul, ubicada en la profundidad del hemiciclo, incluso, intentando transmitir la vivencia de aquellos difíciles días que se conmemoran. No puede decirse de un vocero radical de la oposición, pues, suele también moderarse en sus discursos, por lo que la reacción de las huestes gubernamentales lució neciamente desproporcionada y, como muchísimas veces le tocó a la colega parlamentaria María Corina Machado y también a varios de los que hemos intervenido en la plenaria a contracorriente, lidió con la golosa indiferencia de la dirección de debates ante el grito ensordecedor de los palcos y de los diputados del gobierno.

Subrayemos tres notas recurrentes en la conducta oficialista: por una parte,  la movilización nada espontánea de los trabajadores de PDVSA que, por una obvia obligación, al hacerle barra a sus parlamentarios, convierten la estridencia en la mejor credencial de lealtad. Ocupan el balcón de invitados, cuya administración monopoliza la directiva de la Asamblea Nacional, y – después de cumplido el objeto de la visita – se retiran ordenadamente, pues, el siguiente Orden del Día  no ameritará de sus gritos u otros lo relevarán de acuerdo a un específico motivo necesario de difundir a través de ANTV.

Frecuente la sopesada, serena y punzante argumentación de los opositores, por otra, no hay contrarréplica que pueda llamarse tal, ya que el escaso ingenio del vocero oficial trepa el terreno pantanoso de la descalificación personal y, como ha ocurrido, arrastra o intenta arrastrar al resto de su bancada para corear gruesas interjecciones. Empero, como ya no basta,  las barras requeridas, obsequiadas con café y el saludo a distancia de los augustos dirigentes que tiene apenas la ocasión de ver cercanamente, cumplen -  con el rigor de sus quincenas - el deleznable cometido de apabullar la palabra, la razón, la sobriedad y la paciencia de quienes la contradicen corajudamente.

Finalmente, esta movilización selecta de apabulladores es con nómina en mano, porque – absolutamente democratizada la inseguridad personal, la pobreza, el desempleo – jamás será espontánea y, menos, reflejará aquél antiguo e ingenuo entusiasmo que generó el extinto presidente. Revisando por estos días a Giovanni Meza, por casualidad hallamos una fotografía en la que el autobús de Chávez Frías inexorablemente se fue ante la vista de Francisco de Miranda,  alcanzada otra significación por la sede parlamentaria que ocupa la escena.
Fotografía: Irremediable ida, bajo la mirada de Francisco de Miranda, teniendo por fondo el Palacio Legislativo. Caracas, 30/11/2012.
Breve video: Apabullamiento en la sesión de la Asamblea Nacional, Caracas, 02/12/14.


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