domingo, 7 de septiembre de 2014

PASAJEROS SOMOS (3)


EL NACIONAL - Viernes 19 de Diciembre de 2008             Nación/16
Al Compás de Los Días
El demócrata necesario
Manuel Felipe Sierra

¿ Si Diógenes Escalante hubiese alcanzado la Presidencia de la República con el apoyo de Medina Angarita y Acción Democrática sobre la base de un acuerdo para convocar a elecciones populares, habría cambiado la historia del país? ¿Se hubiera evitado el encrespamiento feroz del trienio 1945-48 y los siguientes diez años de dictadura? ¿Ciertamente fue en una habitación del hotel Ávila donde el entonces "demócrata necesario" cedió abruptamente a la esquizofrenia? El episodio ha sido estudiado con detenimiento. El ex presidente Ramón J. Velásquez, entonces despierto y sagaz reportero, vivió intensamente aquellas horas desconcertantes. Abundan los testimonios de protagonistas e historiadores. Pero, aún flotan numerosas interrogantes. Lo sorpresivo del hecho, el interés que despertaba la transición del gomecismo hacia formas democráticas y lo increíble que resulta que no existiera certeza previa sobre la dolencia que padecía el embajador venezolano en Washington, dejan espacio todavía para profundizar en uno de los eventos más curiosos de nuestra reciente historia. Francisco Suniaga, abogado e internacionalista que en 2005 sorprendió al medio literario con su novela La otra isla, salda lo que él denomina una cuenta familiar: la reconstrucción del caso Escalante. El pasajero de Truman es el título de su nuevo esfuerzo novelístico. Dos amigos, testigos de la vida y de la carrera del diplomático y candidato frustrado, le permiten a Suniaga fabricar la obra. En ella sobresale un lenguaje preciso y convincente, con elementos cercanos al reportaje y al mejor ensayo político. Libro esclarecedor y de vigente lectura.
Sin embargo, para el venezolano seguirán gravitando muchas dudas sobre el hecho ¿Era Escalante el hombre capaz de reconducir la nación hacia la democracia? ¿Hasta dónde su nombre fue utilizado como una pieza para facilitar el continuismo de Medina? ¿El compromiso de Acción Democrática era lo suficientemente sólido? ¿La Unión Militar Patriótica (que ya había tomado el camino de la conspiración) habría respetado un acuerdo que no coincidía con sus objetivos de modernización de la institución castrense? En entrevistas posteriores, Marcos Pérez Jiménez confesó que la juventud militar hubiera actuado contra Escalante de la misma manera que lo hizo contra Medina Angarita el 18 de octubre de 1945.

Reproducciones: Últimas Noticias, Caracas, 01 y 03/10/1945.

NOTA LB: Refiere Manuel Caballero (“El 18 de Octubre de 1945”,Libros de Hoy / El Diario de Caracas,1979: 33), que AD propuso a Medina Angarita que consensuara a favor de un candidato “civil suficientemente incoloro, inodoro e insípido, y que garantice una rápida transición hacia un régimen de elección directa y universal del Presidente de la República”.  Se ha hablado con él en Washington y Diógenes Escalante acepta, aunque no obliga a suspender las conversaciones entre AD y los militares: “¡Por qué no ver mejor el problema en los términos en que finalmente lo hemos recibido y en que seguramente se planteó en hombres políticos, enfrentados a una situación que debía resolverse ante todo políticamente? Sin perdernos en disquisiciones, sin preocuparnos por la  buena o mala fe de Betancourt, ¿qué hombre político enfrentado a dos promesas, una sin sangre y otra con ella, no escogería la primera?”.

Luce oportuna la cita de Caballero, pues, perentoria la necesidad de una candidatura presidencial, aunque tardía, surgió la de Ángel Biaggini, quien prontamente se encampañó; e, incluso,  una personalidad muy particular en nuestra historia contemporánea, Alirio Ugarte Pelayo, proclamó esa candidatura. Ciertamente, la política cuenta con una específica naturaleza que no es puramente la del plañiderismo moral, pretendiendo postergar los hechos en nombre del desconsuelo que produjo el retiro de Escalante, por muy invocado que haya sido el liderazgo en ciernes. Valga la apostilla, ya que así como suele reclamarse toda la bondad o maldad de Betancourt o el betancurismo, igualmente hemos leído en torno a la inmensa ingratitud para con Escalante y la negación de todo apoyo a López Contreras.

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