lunes, 4 de agosto de 2014

DIMENSIÓN SOCIAL DE LA EUCARISTÍA

NOTITARDE, Valencia, 3 de agosto de 2014
"Caminando con Cristo"
La multiplicación de los panes (Mt.14, 13-21)
Pbro. Lic. Joel de Jesús Núñez Flautes

El texto evangélico que leemos este domingo dentro de la celebración eucarística, nos presenta la primera multiplicación de los panes y de los peces que recoge San Mateo en su Evangelio. Hay varios aspectos que resaltan en este texto: Jesús siente compasión de la gente, invita a sus apóstoles a vivir y sentir la misma compasión por la multitud a quien se le predica la Buena Nueva del Reino; los pone en movimiento hacia las personas necesitadas, hace el milagro de la multiplicación de los cinco panes y dos peces y las palabras que pronuncia Jesús resuenan como las palabras que pronunció en la Última Cena y dan a entender la prefiguración que hace Nuestro Señor del milagro de la Eucaristía, que es su presencia viva, real; en alma, cuerpo, sangre y divinidad en el Santísimo Sacramento del altar que los cristianos católicos sabemos reconocer como el milagro central de nuestra fe cristiana; eje, vértice, fuente y cúlmen de nuestra vida de discípulos de Jesucristo. Aquellas palabras de la Última Cena: "Tomen, esto es mi Cuerpo", "Beban, esta es mi Sangre", no son palabras simbólicas, simples, dichas en cualquier contexto, sino que para un cristiano auténtico, para un estudioso de la Escritura, para un lector atento, que busca el significado de cada palabra en su lengua original, acudiendo a las fuentes originales, sabe que esas palabras (como por ejemplo el capítulo seis del evangelio de San Juan) van cargadas de una profunda conciencia eucarística de la comunidad cristiana primitiva que reconoce el sacramento de la Eucaristía como memorial de Jesús entre nosotros.
La compasión que siente Jesús por aquella gente que lo busca no es la simple lástima, es el colocarse en el lugar del otro, es padecer con, es sentir en carne propia lo que significa tener y pasar hambre y sin la certeza o seguridad que se encontrará algo de comer; Jesús se compadece como el Dios amoroso que atiende a las necesidades y carencias de sus hijos, se compadece al extremo que dicha compasión lo llevará a inmolarse a Él mismo en la cruz y a convertirse en verdadero alimento que sacia hasta la vida eterna. (Léase el ya mencionado capítulo 6 de San Juan). Él es el pan de Vida, quien come su carne y bebe su sangre tendrá vida eterna. Así se compadece Dios de cada uno de los hombres y es a esa compasión a la que invita Jesús a los apóstoles, hasta la entrega de la propia vida por el hermano que sufre, que pasa hambre, que está desnudo, sediento, preso o enfermo. (Mt. 25). No es la lástima de la limosna que no remedia nada o quizás es dada con desprecio, es el compromiso de vida por una causa, por la lucha de la verdadera y no politizada justicia social, de trabajar para que los bienes creados alcancen a cada uno de los seres humanos, de incomodarnos y movernos a trabajar cuando vemos a un niño de la calle, a un mendigo, a un anciano pidiendo en una esquina; es trabajar y ampliar la conciencia para elegir gobernantes con "corazón humano", aunque suene paradójico, es no descansar mientras a nuestro lado se acrecienta la pobreza, la miseria, donde los seres humanos viven como animales. Dios, manifestado en Cristo nos invita a esta compasión y empezando por los que somos miembros de  Iglesia (sacerdotes y fieles), no es sólo el ritual lo que nos salva, es la caridad, el amor como Jesús nos lo enseña lo que nos salva y justifica ante Dios, una fe sí, pero expresadas en obras de amor, porque la fe y la esperanza pasarán, pero el amor no pasará nunca, porque el amor viene de Dios y es Dios mismo (1Cor. 13 y 1 Jn. 4, 7-20). Es significativo que Mateo escribe su evangelio en un clima eclesial; es decir, hablando de la Iglesia naciente y esta Iglesia tiene como centro la Eucaristía que se convierte en testimonio y llamado de conciencia para un cristiano. Es decir, la Eucaristía no es sólo un ritual, sino que tiene una dimensión social; así como Cristo se entregó, se inmoló y se hizo alimento por los hombres, así en primer lugar, el creyente y todo hombre de buena voluntad está llamado a darse por los hermanos, especialmente a los más necesitados. Por eso, el Papa Francisco ha llamado a la Iglesia Católica a estar en salida, apela a esta conciencia de los que se llaman cristianos católicos, a vivir el amor, la compasión al estilo de Cristo, a ir a las periferias existenciales y geográficas a llevar y vivir la alegría del Evangelio.
IDA Y RETORNO: A partir de hoy y hasta el próximo diecisiete de agosto, los seminaristas de Valencia estarán de misiones en la parroquia Santos Ángeles Custodios y San Isidro de Flor Amarillo. Allí visitarán los hogares para llevar el mensaje del evangelio y tendrán actividades con los niños, los jóvenes y los adultos. Invito a los feligreses de esa querida parroquia a dar todo el apoyo a nuestros futuros sacerdotes y agradecemos al Padre Marco Noguera y su Equipo sacerdotal la amabilidad que han demostrado por recibirlos. Oremos por el éxito de estas misiones y pidamos a Cristo que siga formando el corazón de Buen Pastor de nuestros candidatos al sacerdocio. Que surjan en esa parroquia muchas vocaciones sacerdotales, religiosas y laicales.

Ilustración: Franz Kline.

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