miércoles, 16 de julio de 2014

EN LOS ALBORES DE ESTE PEO

EL NACIONAL - MARTES 19 DE SEPTIEMBRE DE 2000
"La paja insolvente...
Meyer Vaisman

... Del criollo ha hollado el sagrado sueño de una patria". Por los hediondos vientos que soplan, a los extranjeros y nacionalizados, y a sus hijos nacidos en Venezuela, nos llevan por mal camino. Me enteré hace poco menos de un año por bocota de la encargada de pasaportes en nuestro consulado en Nueva York, quien me afirmó que yo no podía ser venezolano si mi apellido era Vaisman. Imposible, dijo.
Y ahora y aquí, como si la fobia expresada hacia otros americanos por Marjorie Vásquez en su texto sobre educación premilitar no nos fue suficiente, de pronto contamos con la venia de un grupo de sujetos organizados bajo el nombre de Frente Simón Bolívar que proponen someter a los venezolanos de origen europeo (en específico, a españoles, portugueses e italianos) y sus respectivas proles, a la confiscación de bienes, congelación de cuentas bancarias, y a juicios populares. Me pregunto si Pompis Simón Bolívar no sería un nombre más ajustado a la madurez intelectual de dicha junta.
Hay más, un ex guerrillero, secuestrador y líder de encapuchados en la UCV, es un asesor importante del Ministerio de Educación, Cultura y Deportes en la elaboración del Proyecto Educativo Nacional. Se llama Carlos Lanz y su gran preocupación es la influencia que ejerce lo extranjero en las mentes de los venezolanos, pero se declara gramsciano, marxista y habermasiano. A aquellos que no sepan de dónde provienen los pensadores que tanto han inspirado a Lanz, en su manera de concebir la sociedad ideal, les aclaro lo siguiente: a Gramsci lo parieron en Onoto. A Marx y a Habermas en Guayabal. Eran o son danzarines de joropo, maestros del dominó, catadores de guarapita y-una-sola-joda-.
Pero cuanto más notable el mensajero, más inconsistente el mensaje. No termina el presidente Chávez de deletrearle a los Estados Unidos "!y al mundooo enterooo!" la palabra S-O-B-E-R-A-N-ê-A cuando, de la letrina que hallamos al final del arcoiris de la V República sobresalen algunos de sus mas notables asesores: Norberto Ceresole (torturador argentino), Fidel Castro (dictador cubano), Saddam Hussein (imperialista iraquí)y Muammar Gadafi (fashion victim libio), quienes le imparten, a su aprendiz favorito, lecciones de cómo es que se bate el sable -hay azotes de barrio, mas también los hay de mundo.
Pero estas peligrosas tonterías no son exclusivas del régimen en curso. Recuerdo una entrevista televisada con el presidente del INCE durante el gobierno de Caldera. El tercio afirmaba que "Venezuela era un país muy bello"...zzzzz... "que había que capacitar a jóvenes como guías turísticos" ...zzzzzz... "pero que estos jóvenes tendrían que ser ve-ne-zo-la-nos"...zzzzzzzz... "porque un extranjero no podía conocer este hermoso país"...zzzzzzzzz... "tan bien como lo conoce un criollo" ... Entre bostezo y bostezo y bostezo pensé en von Humboldt, Bonpland y Pittier... hijos célebres de Cagua, Tacagua y Tacarigua -respectivamente.
Estos xenófobos de oficio (también los hay de hobby) redactan sus odiosas diatribas en máquinas de escribir Olympus o en computadoras IBM, magnifican el volumen de su racismo utilizando altoparlantes Altec, reproducen sus panfletos incendiarios en fotocopiadoras Cannon y pare usted de contar. Claro que no todo es en pro de la revolución. También tienen tiempo para degustar un cafecito proveniente de una Gaggia. (El café pareciera ser de rigueur para la gente de zurda. Digo de "zurda" porque de izquierda fueron mis tíos Boris, Berl y José.
De hacerse realidad la voluntad de Lanz, Vásquez y asociados, en Venezuela se leería, cantaría, vestiría, escucharía, escribiría y pensaría sólo arepa.


EL NACIONAL - DOMINGO 12 DE MARZO DE 2000 / LECTORES
Nuevas firmas
Con mi arte tengo
Meyer Vaisman *

¡Tenemos viceministro! -se alegrarán aquellos que rogaron de previos gobiernos un director del Conac que pudiese sentarse entre el ministro de Defensa y el de Cordiplan, a tutearse "¿ïtalavaina campión?" entre partidas y cafecitos. El ni tan nuevo funcionario se llama Manuel Espinoza, pinta y, según su curriculum vitae, luchó contra la previa dictadura (quien no le crea, que le pregunte a un adeco cualquiera).
Pero no sólo eso es novedad en el régimen cínico-militar de Chávez. La cultura ahora tiene rango constitucional. Y así como finalmente puedo dormir tranquilo a sabiendas de que Venezuela es una república bolivariana, así sé que quien quiera ser un artista de renombre tendrá que dedicarse a pintar paisajes de los llanos, o a tocar furruco. Eso lo explica el artículo 100 de la nueva carta blanca, a quien pueda interesar.
En más de un aspecto coinciden los dos hombres fuertes. Ambos se contradicen brutalmente. En una entrevista en este diario, Espinoza explicó que el Conac será reestructurado, palabras después dijo que era partidario de hacerlo desaparecer.
Asimismo, los dos reúnen las cualidades que más desprecio de mi especie: la cursilería y la violencia, pero mientras la violencia de Chávez es frontal y en hora pico, la de Espinoza es por la espalda y de madrugada.
Como a Chávez, a Espinoza se le teme. Se le conoce como el presunto autor intelectual de cuanta cochinada ocurre en las artes plásticas, desde campañas de desinformación hasta la censura de otros artistas. Pero así como no deja huellas de talento alguno en su obra, tampoco las deja cuando comete sus fechorías.
Espinoza es ejemplar, en un país de renombrados oportunistas, en haber logrado exprimir cargos de adecos, copeyanos, convergentes y ahora de chavistas. En noviembre del año pasado, en un excelente artículo, Sergio Dahbar lo reveló como asesor del Museo Carlos Andrés Pérez. Hoy es viceministro de Chávez.
De su obra artística sólo puedo resumir que es insensible en su ejecución, vacua de contenido y tercamente convencional en su plasticidad. Virgilio Trompiz sin musa.
Habla de la necesidad de educar, pero su trasfondo es el adoctrinamiento. Se dice que quien no sabe hacer enseña, y quien no sabe enseñar, instruye Educación Física. Espinoza derrochará físico cuando declara que, en sus manos, "El panorama cultural cambiará completamente", basado en su creencia -errada y peligrosa- de que el Estado puede definir lo que hacen los artistas con decretos de ingeniería social. Así pensaron los fachas del siglo pasado que abogaban por un arte que exaltara su "revolución social", mientras pisoteaban brutalmente a los artistas de vanguardia.
Yo no, funcionario. Yo, con mi arte tengo.
* Artista plástico

EL NACIONAL - MARTES 29 DE AGOSTO DE 2000 / OPINION
Iván y Boris y Yosman y Douglanson y Fernando y Manuel, y así
Meyer Vaisman

Iván y Boris eran vecinos. El primero trabajaba y poseía tres vacas, dos chivas y una docena de gallinas mientras que Boris contaba con poco: una envidia mohosa por las tenencias de Iván, y un colchón de paja que solo abandonaba cuando le era biológicamente necesario. Pasaron los años cuando, durante un luminoso día, se la apareció a Boris su ángel guardián quien le susurró en el oído: "Os he estado observando desde hace mucho tiempo y he decidido otorgar vuestro deseo". A lo cual Boris, arqueando una ceja y sonriendo levemente, respondió: "¿Le vas a matar los animales a Iván?".
El relato que inaugura este articulo fue muy popular en la difunta Unión Soviética pero su contenido no es exclusivo ni de allá ni de entonces. En Venezuela podríamos echar el mismo cuento hoy sin necesidad de buscar muchas variables. Suficiente sería un cambio de reparto estelar: Yosman no buscaba estar mejor, o por lo menos igual que Douglanson. ¡No! Fernando buscaba que Manuel estuviese tan mal como él. Y así.
Venezuela no es ejemplar en haberse suscrito al principio de la igualdad entre los humanos, pero sí puede ser el único país en donde reside una suficientemente abultada masa de bolsas y futuros próceres que se comen, y dan de comer el cuento, como si fuesen chinos. Otras naciones, y en especial aquellas que han resuelto para sus respectivas ciudadanías los problemas de seguridad social, educación, empleo y salud, bien conocen que la clave del éxito está en aceptar que hay ciudadanos que son mas iguales que otros.
Yo, por ejemplo, no tengo problema alguno en aceptar que soy mas igual que otros. Después de todo, soy más inteligente que Mateo, mas divertido que El Zurdo y más guapo que Samuel, como también acepto que soy mas depresivo que Yuribiksaida, mucho mas impaciente que Yelitza y definitivamente menos baboso que Ibsen.
Un comunista de tal explicaría con contundencia que yo no me desarrollé bajo iguales condiciones que alguien de mi edad que nació en Los Erasos, por no irnos muy lejos. Y hay mucho de cierto en esa afirmación -yo fui bien alimentado y educado. Pero el mismo argumento puede ser usado en el caso de mis viejos, quienes llegaron a Venezuela en 1952 -un país desconocido para ellos- sin hablar una palabra de castellano, pobres como el que mas, con dos hijos pequeños y con una educación que les fue truncada demasiado tempranamente por las persecuciones de las que fueron sujeto antes y durante la Segunda Guerra Mundial. Una vez en Venezuela, ellos tampoco se desarrollaron bajo las mismas condiciones que una pareja criolla en 1952, de breve educación, con dos hijos pequeños, pobres como el que más, pero en su propio país, hablando su lengua natal y sin haber sido víctimas de persecuciones ni de una guerra, sin embargo trabajaron como Iván y se aseguraron que yo y mis hermanos pudiésemos desarrollarnos en mejores condiciones que alguien que nació en Los Erasos, por quedarnos en la parroquia.
Yo quisiera dedicarle este articulo a mi recién fallecido padre de quien aprendí algo mas de lo que me ensenó. Me contaba con frecuencia que mientras estaba en efecto el plan de emergencia de Wolfgang Larrazábal sus vecinos lo tildaban de pendejo por no ir a obtener gratuitamente lo que él pensaba que solo debería obtenerse trabajando. Nunca jugó la lotería, ni hubiese arriesgado el futuro de su familia -o el de su patria adoptiva- jugando Kino.

EL NACIONAL - DOMINGO 19 DE SEPTIEMBRE DE 1999 / LECTORES
Nuevas firmas
De re-nombre
Meyer Vaisman *

Comúnmente pensamos que la vía cumple la única función de posibilitar nuestro traslado de un sitio a otro; sin embargo, una de sus más importantes características es la de estimular el intercambio de ideas, gestos, actitudes de vida, gustos musicales, y hasta de olores. En otras palabras, desde que don Henry Ford inventó el Modelo T, la calle se ha convertido en uno de los principales lugares de socialización humana.
Basta observar la manera de conducir en cada país para conocer lo más intrínseco de su gentilicio. Los alemanes son agresivos pero muy precisos, y así conducen. Los italianos lo hacen operáticamente, los brasileños livianamente, y los gringos -pues- literalmente. Los británicos y los japoneses, porque son isleños, y eso los hace defender sus diferencias a toda costa, conducen en sentido opuesto al de nosotros los continentales. En Venezuela también tenemos un estilo, y no hay mejor lugar en donde poder observar una de nuestras más notables características: el patriotismo. Es por eso que nuestros viriles próceres tienen, cada uno, su vía conmemorativa -la Bolívar, la Sucre, la Páez y la Urdaneta. Es por eso que también, hace pocos años, evidenciamos la más dorada demostración de efervescente nacionalismo cuando compatriotas pegaron, al lado de la calcomanía del oso orinando, una del pabellón tricolor. "Gloria al bravo pueblo que mucho meó", parecía explicar la yuxtaposición.
Y como todo está cambiando, y como es el deseo de nuestro Presidente que le permutemos el nombre al país, y que intercambiemos un descriptivo "niños de la calle" por un utópico "niños de la patria", y un plural Fuerzas Armadas Nacionales por su versión singular pero enriquecida en vitaminas y minerales; yo propongo que sigamos el ejemplo que Barinas dio, y que renombremos la guerrilla, ya que hasta ella está siendo transfigurada. Pronto veremos su metamorfosis de narco-armada a gobierno representativo, Chávez mediante. En ese mismo espíritu sería igualmente justo que dejemos de mentar a Carlos Ilich Ramírez "El Chacal", y lo bauticemos "El Perro". (Por su nobleza y fidelidad, digo).
Entonces, desde hoy el hombrillo será denominado el "canal patriótico". Comerse la luz de un semáforo será conocido como "avanzada bolivariana". Atravesarse a otro motorista como "embestida lateral zamorana". Botar basura como "decoración epónima espontánea". Pararse en medio de la calle como "ocupación marcial". Tocar la bocina en las inmediaciones de un hospital como "eufonía resucitadora" -o en su versión más informal como "cornetazo levanta muertos".
Insultar a otros motoristas como "declamaciones heroicas a la madre". Ir en contra flecha como "derecho a la rebelión direccional". Una tranca como "aglomeración epopéyica". La polución extrema por falta de mantenimiento como "cortina de humo estratégica". El brazo izquierdo guindando o gesticulando incontrolablemente, como "libertad de expresión en reposo" o "activada" -según el caso; y por último, la vuelta en "u" en sitios indebidos como "vuelvan caras".
Quien respete las leyes de tránsito (o cualquier otra) seguirá siendo tildado de "pendejo", "guevón" o "pajúo", dependiendo del grado de transgresión al orden establecido por el soberano.
* Artista plástico

EL NACIONAL - VIERNES 9 DE JULIO DE 1999
Crítica de la opinión pública
Juan Carlos Santaella

Me han llamado profundamente la atención los juicios expresados por algunos lectores referidos a un polémico artículo del artista plástico Meyer Vaisman, publicado en estas mismas páginas, cuyo contenido movió las iras y los desacuerdos de un específico sector de la sociedad civil. El Ombudsman, en la edición del sábado tres de julio, reprodujo algunas de las cartas llegadas a la redacción, en las cuales se expresa el enojo por el "difamante" contenido del texto de Vaisman. La oportunidad luce, en este sentido, apropiada para discutir en torno al carácter de las opiniones y su inmediato efecto en el ánimo de los lectores. Como bien ha quedado expresado en la aclaratoria hecha por Elías Santana, todo diario debe darle cabida a las distintas opiniones y puntos de vista que se generen con respecto a disímiles materias. Sean éstas de origen religioso, político, económico o cultural, el objetivo de un buen medio de comunicación es crear un espacio de discusiones para intentar mover ciertas matrices de opinión. Es un juego perfectamente legítimo y saludable que redunda en beneficio de la participación democrática.
El desarrollo de la opinión pública en los espacios que ofrecen los medios de comunicación es una conquista importante en el orden de los criterios, la pluralidad, la tolerancia y, por supuesto, el libre diálogo que el "medio" permite en una sociedad deseosa de nutrirse de miradas múltiples en torno a muchos temas de actualidad. En el caso del artículo tan duramente cuestionado por ciertos lectores mancillados en su honor, las respuestas al mismo me parecen, con mucho, exageradas y llenas de una peligrosa inclinación a buscar castigo por la vía de la censura, el "perdón", la retracción del periódico y otras ligerezas que no se pueden aplicar bajo ningún modo. En las misivas expuestas por los lectores agraviados, se encuentran palabras como "tristeza", "vergonzoso", "difamando", "desagrado", "desprecio", "irreverencia", "esperpento" y hasta una frase que, en realidad, no sé si llamarla absurda: "sentido del pudor intelectual religioso ajeno". Vaya, pues. Frase, por lo demás, tendenciosa en grado superlativo y que da, sin menoscabo alguno, muestras fehacientes del grado de tozudez y conservadurismo extremo por parte de quien la utilizó.
Es la primera vez -salvo uno que otro caso del pasado- que observo una reacción tan virulenta a un artículo de opinión que sólo tuvo la virtud de hacer uso de cierto coraje para manifestar, según el criterio de su autor, lo que él consideraba pertinente al respecto. Y en esto quiero ser enfático al defender el derecho a ejercer una opinión en los términos que su autor considere oportunos. Opinar no es más que un inteligente y circunstancial ejercicio del criterio. El cómo se ejerce este criterio y de qué formas se explicita en el espacio de la página, es un tópico que compete a ambas partes, es decir, tanto al autor como al medio que le ha dado cabida a la opinión. Otro aspecto que demandaron algunos lectores causa verdadero estupor. Se le pide al periódico, por ejemplo, que "censure" aquellos artículos que puedan ir a contracorriente de una específica idea. Esto, en rigor, va en contra de la libertad de expresión y resultaría contraproducente que un diario le aplique a sus colaboradores o redactores lo que más ha defendido siempre. Para ello existe la réplica y ahora esta estupenda modalidad del Ombudsman, la cual permite una retroalimentación entre lectores e información. Es bueno recordar que no son muchos los medios impresos que aceptan esta cordial práctica. Por lo general, la "opinión" de los lectores no es tomada en cuenta, sintiéndose los mismos indefensos a la hora de rebatir -como en este insólito caso- cualquier diferencia de conceptos.
Mucho más insólito aún, es la amenaza de una persona perteneciente a un vicariato, la cual ha conminado a sus feligreses a no adquirir más el periódico. Esta desconcertante represalia únicamente se insinúa en círculos sociales dominados por un profundo sectarismo. Recuerdo un tanto la actitud fanática de ciertas organizaciones religiosas o políticas. Por lo demás, el hecho implica una conducta infantil que no tiene cabida en los actuales momentos. Es obvio, a todas éstas, que las protestas por el artículo de Vaisman provienen de la comunidad cristiana y católica. Pero, acaso, nos preguntamos si estos mismos católicos no suelen acudir, muchas veces, a criterios que igual ofenden, persiguen y desacreditan la postura de otros cultos y sectas religiosas. En esto existe un tanto de doble moral y de solapada hipocresía. El tono y los reparos que hemos leído recuerdan, en muchos aspectos, al conservadurismo franquista y a la intolerancia inquisitorial de antiguas épocas. El fantasma de Torquemada parece estar todavía presente. En el siglo XV, Vaisman, de seguro, habría ido a parar a la hoguera.
Email:orosant@cantv.net

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