lunes, 7 de julio de 2014

ARQUEOLOGÍA DEL SABER

EL NACIONAL, Caracas, 14 de noviembre de 1998 / OPINION
Tú sumas, nosotros sumamos: todos contamos
Tibisay Lucena *

Mis vecinos de la Candelaria, al igual que el resto del país, salieron a votar desde tempranas horas de la mañana. Me recordó la época en que la abstención era tan baja, que más bien era algo de poca preocupación para los partidos y de asombro para los seguidores del proceso venezolano.
Fue una elección única desde varios puntos de vista. Y quiero comentar aquí dos de ellos: el sistema de votación, y la automatización. Los cambios introducidos en nuestro sistema electoral a partir de 1989, comienzan a verse y ha habido un proceso de aprendizaje político que ha permitido que estos cambios sean efectivos verdaderamente. Digo esto refiriéndome específicamente a la forma de votación, independientemente de los resultados. Expertos teóricos en sistemas electorales como Arendt Lijphart y Toogepera, dicen que los cambios introducidos en cualquier sistema electoral (sus virtudes y sus defectos) se llegan a manifestar después de su aplicación en sucesivos procesos electorales, de manera tal que le permite a los votantes adaptarse, aprender y sobre todo a confiar en el nuevo sistema electoral.
La gente de mi centro de votación sin necesidad de haber leído a los expertos, confirmaron esta aseveración. Pasamos de un sistema puro de representación proporcional en su versión de listas cerradas y bloqueadas, a un sistema mixto que le permite a los votantes conocer si bien no todos, por lo menos a la gran parte de sus representantes. Sin embargo, en elecciones pasadas, a pesar de tener esa misma opción, los venezolanos mantuvimos la tendencia de votar por lista, por ser más fácil, pero también por ser lo conocido, aparte de la poca información suministrada por el entonces Consejo Supremo Electoral sobre los cambios introducidos, y el poco interés de los partidos para hacer conocer a sus candidatos. Hoy la gente (electores y elegidos) ha aprendido un poco más lo que significan las nuevas reglas, y está aprendiendo a utilizar sus beneficios. Una señora comenzó a quejarse en la cola (y luego otras personas se le unieron) que ella no iba a votar por el Senado porque no sabia quiénes estaban en esas listas y ella quería saber a quién iba a meter en el Congreso. Claro, elegimos senadores por listas cerradas, como lo establece la ley, pero es que hay un grado mayor de preocupación por saber por quién se está votando (bien sea por lista o por nombre) porque no se quiere seguir haciéndolo a ciegas.
En este mismo sentido, los resultados electorales profundizan las tendencias que se venían dando: Los liderazgos regionales cada vez son más fuertes, y los partidos tradicionales van perdiendo el espacio que ocupaban dentro de la vida nacional. Esta primera vuelta no formal nos da un panorama más claro para las elecciones presidenciales, por un lado, el Polo Patriótico y por el otro, los partidos que desde ya han comenzado a llamarse el Polo Democrático. Acción Democrática, Copei y Salas saben que solos no pueden derrotar a Chávez, falta ver qué van a hacer en las próximas semanas.
Se abren las especulaciones: AD llama a sus otros candidatos que tiene en la calle (léase Miguel y el renunciante Claudio), Copei se une a Salas, Salas se une con los dos anteriores, nombre usted las posibilidades. Lo cierto es que, desde hace años, el electorado ha estado mandando señales que han sido ignoradas por los partidos políticos: no se puede seguir haciendo política desconociendo el deseo del electorado y el electorado quiere cambio.
Las reformas electorales funcionan mejor en la medida en que los ciudadanos comienzan a familiarizarse con los nuevos cambios, y los partidos políticos y grupos de electores también tienen que aprender las nuevas reglas si quieren permanecer en el juego político.
En cuanto a la automatización, debo decir que el Consejo Nacional Electoral merece un reconocimiento a pesar de los retrasos para dar a conocer los resultados. Las máquinas generaron en los votantes una ansiedad al punto tal que llegan a confundirse el acto de votar con el acto de escrutar. El primero tiene que ver con las boletas y el sistema de votación y, el segundo, con la forma de contar, y trasmitir la información, es decir, con las máquinas de votación.
La ansiedad se refleja en la queja generalizada sobre el retraso, escuchada primero en mi centro de votación y luego a través de los diferentes canales de televisión, y es atribuida exclusivamente al proceso de automatización, sin tomar en cuenta diferentes factores que pudieron contribuir a que esto ocurriera (desde las mismas máquinas, la forma de votación, la experiencia de los miembros de mesa). El esfuerzo realizado por el organismo electoral fue grande en términos de información y sobre todo en el entrenamiento en tan corto plazo a los ciudadanos comunes que en última instancia eran los que estaban en el momento culminante del voto.
En definitiva, fue un proceso lento, pero un poco más confiable. Los votantes tuvimos ante nosotros, a otro votante, no a un partidario político, dispuesto a sacar la famosa acta mata votos que tenemos incorporada en el vocabulario electoral nacional y en nuestro repertorio de chistes.
* Investigadora del IESA
tibisay.lucena@iesa.edu.ve

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