lunes, 9 de junio de 2014

HACIA LA COMUNA ELECTORAL

De la electoralgia
Luis Barragán


Aconsejable e indispensable,  la supervisión ciudadana se impone para el desarrollo del trabajo de las comisiones parlamentarias  que lidian con las postulaciones para los rectores y magistrados del CNE y TSJ.  Hay una frecuente informalidad en el desempeño de la labor diputacional que acarrea la impuntualidad de la agenda, debido – por una parte – a los compromisos personales del oficialismo ahora atareado en un congreso del principal partido de gobierno,  y – por otra – a las involuntarias dificultades, incluso, económicas, de los opositores que, residenciados fuera de la ciudad capital, están sometidos a las improvisaciones de aquellos. Sin embargo, hecha esta obligatoria salvedad, se impone el seguimiento y la discusión del caso,  a través de una importantísima tribuna: la opinión pública, sustentada en el monitoreo especializado de las organizaciones no gubernamentales.

Deseándola integral, para  la renovación parcial del rectorado del CNE será necesario conocer la lista completa de los candidatos que sean capaces de cumplir no sólo con los requisitos formales, sino muestren una convincente voluntad de reivindicar al órgano comicial. Convertida en misión fundamental, no está demás citar el artículo 294 constitucional: “Los órganos del Poder Electoral se rigen por los principios de independencia orgánica, autonomía funcional y presupuestaria, despartidización de los organismos electorales, imparcialidad y participación ciudadana; descentralización de la administración electoral, transparencia y celeridad del acto de votación y escrutinios”.

Recientemente, en un foro realizado por la Movida Parlamentaria en la sede de El Nacional, en Caracas, tuvimos ocasión de escuchar con atención la exposición de sendos  expertos como Alfredo Weil, Humberto Villalobos y Dashiell López. Son severos, difíciles y exigentes los desafíos que tenemos por delante en Venezuela respecto a la materia electoral, por lo que urgimos de un elenco de hombres y mujeres de  irrefutable honorabilidad, capacidad y voluntad para encararlos.

Aquejados por una enfermedad crónica de la democracia que se dice tal y no lo es,  convertidas las elecciones semi-competitivas en clave ornamental  del neoautoritarismo,  el síndrome apunta a una dolorosa deshonestidad de sus agentes que, orgánicamente,  contribuyen a afianzar e innovar las consabidas fórmulas de la trampa, el ventajismo, la maniobra y la falacia. La electoralgia genera una desconfianza apenas mitigada por las fatigantes consignas propagandísticas y publicitarias en boga, cuyo remedio inicial y fundamental está en la activa, convincente y decisiva probidad personal de quienes se postulan como sus  ciudadanos inmediatamente  tratantes. Y, por ello, adquiere relevancia la propia lista de los candidatos al rectorado del CNE,  parte del correcto diagnóstico de tamaña dolencia.

Significa la prevención ante un fenómeno recurrente, como el de la candidatura que se dice política y partidistamente independiente, sin serlo, pues, ya es vieja noticia, por una parte, de rectores que se dijeron expresión y condensación de todo el equilibrio, objetividad e imparcialidad del mundo para – después – fulgurar como una estrella ascendente en el firmamento gubernamental, siendo el caso de Jorge Rodríguez, quien – nada más y nada menos – encabezó el órgano electoral años atrás. Por otra, hay aquellos que, decididos militantes del partido de gobierno, al postularse diligencian ante una notaría para trastocarse súbitamente en los ciudadanos impolutos e intraficables a los que apunta la formalidad normativa, como si bastase tan solemne declaración.

Por consiguiente, existen precedentes que forman parte exclusiva de la tal nueva era republicana, porque – con todos sus defectos, yerros y malentendidos – los altos funcionarios de un pasado más remoto, salvo mejor opinión, nunca fueron personalmente descalificados, cuestionados y atacados al dirigir el Consejo Supremo Electoral.  Hemos intentado constatarlo a través de la vieja prensa y de las personas conocedoras en la materia, por lo que la enfermedad y la epidemia es de estos tiempos.

Por lo demás, la selección del rectorado en cuestión tiene atravesada una posibilidad viable de acuerdo a los intereses del régimen, como es la entronización de la comuna electoral y la consagración del sufragio de segundo grado. Este solitario dato nos lleva a considerar que las postulaciones de ahora están revestidas de una capital importancia para el futuro que, según esos intereses, tendrá a un CNE  dispensable y, a lo sumo, decorativo.

Fuente:
http://opinionynoticias.com/opinionpolitica/19566-de-la-electoralgia
Fotografía: http://laprotestamilitar2.wordpress.com/2011/10/11/los-cadetes-de-la-armada-guardiamarinas-empujando-el-autobus/

No hay comentarios:

Publicar un comentario