lunes, 14 de abril de 2014

ESFERAS

NOTITARDE, Valencia, 14 de abril de 2014
El desastre institucional
Domingo Sifontes*

Durante el último trimestre del año pasado el Foro Económico Mundial publicó su acostumbrado reporte de competitividad global que muestra a través de 12 pilares el conjunto de instituciones, políticas y factores que determinan el nivel de productividad de un país. Estos pilares o variables que miden la competitividad son: instituciones, infraestructura, ambiente macroeconómico, salud y educación primaria, educación superior, eficiencia de mercado, eficiencia del mercado laboral, desarrollo del mercado financiero, adecuación tecnológica, tamaño del mercado, sofisticación en los negocios e innovación.
Respecto al pilar institucional el reporte establece 21 indicadores que permiten analizar la realidad institucional de cada país. En este sentido tenemos que nuestro país sale muy mal parado. En los indicadores de derechos de propiedad, protección de propiedad intelectual, desvío de fondos públicos, independencia judicial, favoritismo en decisiones de funcionarios del gobierno, manejo del gasto público, carga de la regulación gubernamental, eficiencia del marco legal para resolver disputas y cambiar regulaciones y confianza en los servicios policiales nuestro país queda en el último lugar del estudio, el puesto 148. En términos de transparencia de las políticas del gobierno ocupa el penúltimo lugar, Haití es el único país que obtiene peor resultado que Venezuela. En los costos del crimen y la violencia, ocupamos el puesto 146, superando solo a Guatemala y Honduras y respecto al crimen organizado el puesto 145, solo Honduras, El Salvador y Guatemala obtiene peores resultados que nuestro país.
Existe suficiente evidencia empírica que demuestra la importancia de las instituciones para el desempeño de la economía y de una democracia saludable. Sin una estructura institucional que funcione no se puede progresar ni económica, no política ni socialmente. Los avances que puedan lograrse se diluyen en el mediano plazo, tal como está ocurriendo en nuestro país. No es un capricho, es un requisito para poder avanzar y lograr ser un país de verdad, no un Estado fallido.
Las cosas que ocurren en nuestro país desde hace mucho tiempo tienen una causa común: la debilidad institucional. La falta de independencia del poder judicial no es algo que haya surgido hace 15 años, el desvío de los fondos públicos tampoco. Lo preocupante es que con el paso del tiempo en lugar de haber desaparecido estas deficiencias han aumentado y eso actualmente en nuestro país es inocultable.
Venezuela vive un grave problema económico, de eso no hay duda, pero lo que está detrás de eso es una lamentable tragedia institucional que ha ido profundizándose en los últimos 35 años y eso como ciudadanos tiene que preocuparnos porque los cambios institucionales son mucho más complejos de lograr que los económicos y si queremos entender la magnitud del berenjenal en el que estamos metidos: sin un cambio institucional profundo y real no será posible un cambio económico de fondo. El petróleo podrá subir, los subsidios podrán seguir pero si no hay cambios institucionales de fondo siempre estaremos sufriendo como lo hacemos hoy.
Nuestro país vive una crisis económica y política pero sobre todo institucional y esto incide en cada una de las esferas de la vida nacional. Mejorar esta situación no es imposible pero sin duda muy complejo porque para eso hace falta voluntad política y lo que está en juego en una verdadera reforma institucional no es cualquier cosa: el dominio de la renta petrolera que te permite dominar el poder político y todo lo que eso implica por eso nuestra situación no es sencilla.

Pieza: Gao Quiang y Gao Zhen.

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