lunes, 3 de marzo de 2014

CUADERNO DE BITÁCORA

Carlos Lachica ha orbitado estas fotografías que consternan, en el Facebook: "Librería Washington... 'a través del cristal´, Torre a Veroes ....otro icono de Caracas que desaparece". Le estamos muy agradecidos por el registro. Fueron muchos los ejemplares adquiridos en esa librería de vitrina atrativa al costado, dando al pasillo derecho del edificio que a alojó. Antes que se hiciera costumbre adquirirla en la "Lectura", la "Washington ofrecía la revista SIC del Centro Gumilla; y, antes de adquirirla en una librería de Parque Central, a veinte bolívares, la revista "El Viejo Topo" se exhibía en la librería del centro histórico de la ciudad.

De nuevo,  no cae una librería familiar por obra de la desleal competencia de una poderosa cadena que dijo solventar la comedia romántica "You've Got Mail" de Nora Ephron (1998), sino por la deliberada política que adelanta el Estado en Venezuela que, además de monopolizar a su antojo las divisas, impone su misma cadena también escasa de títulos. Vale decir,  el cierre de las librerías apunta al cierre de los libros, a la dificultad de imprimirlos y comercializarlos independientemente, añadidos los magazines por muy prestigiosos que fueren.

Y es que tampoco podemos hablar del impulso decidido a la digitalización, quedando como prometedora alternativa las facilidades que brinda el Estado para acceder a una versión más expedita, abaratada y eficaz, porque ahí está CONATEL en guardia permanente.  No hay sustitución alguna del papel, sino - como aquella que ha quedado impune en el estado Miranda, poco tiempo atrás - la pulverización clara e incuestionada.

Nos embarga una enorme tristeza cuando es derribada una librería que, como la "Washington", luchó por sostenerse. Hace más de un año la visitamos por curiosidad, y sólo sentimos una nostalgia polvorienta, con anaqueles enflaquecidos y la mirada triste de las dos personas que la atendían.

El cierre de una librería por extenuación y -  ¿por qué no? -  persecución, constituye una noticia de inmenso calibre, aunque la noticia realmente no es tal: únicamente la resignación. No la sustituirá otra, ni siquiera una poderosa cadena de librerías o la masiva digitalización del libro. No. El vacío la reemplaza. Para que otros echen los cuentos del libro que todavía lee, desde el pináculo del poder. Y, simplemente, con el tiempo, ya no habrá necesidad de hacerlo, porque - ágrafos - el poder adquiere toda la brutalidad de su burdo y exacto ejercicio. No habrá, como no hay, mayor legitimación que alcanzarlo y preservarlo.

LB

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