viernes, 7 de marzo de 2014

ANCLAJE (S)

EL UNIVERSAL, Caracas, 6 de marzo de 2014
Ucrania y la Caja de Pandora
Sólo la vía electoral puede arbitrar un ambiente de tanta polarización y complejidad
ALFREDO TORO HARDY 

Ucrania se ha transformado en punto álgido de la geopolítica global y en factor de amenaza para la recuperación económica europea y aún para la paz mundial. Cómo ocurre habitualmente no existe una lectura única para este tipo de acontecimientos.
Desde la óptica de la prensa occidental una ola de protestas, sustentada en el legítimo derecho de sus habitantes de estrechar vínculos con la Unión Europea y con Occidente, quiso ser aplastada a sangre y fuego por el gobierno, lo que desembocó en la caída de éste. En respuesta Rusia ha invadido a Crimea, al sureste de Ucrania, en una acción que rememora a Hitler y al inicio de la II Guerra Mundial. La violación de la legalidad internacional, tanto más significativa cuanto que en 1994 Ucrania y Rusia suscribieron un acuerdo de partición, exige de una respuesta firme por parte de la comunidad internacional. Este llamado es dirigido de manera particular a Obama, cuya falta de firmeza en Siria invitó al acto de aventurerismo que hoy lleva adelante el presidente Putin.
La lectura de Moscú, sin embargo, es muy distinta. Una ola de protestas desencadenada por el deseo de la Unión Europea de jalar a Ucrania hacia su bando, y apoyada claramente desde las capitales occidentales, buscó dar al traste no sólo con el orden institucional imperante sino con los estrechos vínculos que ese país tiene con Rusia. Cuando la tensión entre las partes llegó a un punto extremo y un acuerdo entre éstas, arbitrado por Alemania, Francia y Polonia, determinó una salida apta para preservar el ordenamiento institucional, se consumó un golpe de Estado que echó por tierra lo acordado.
Más aún, para Rusia no se trata de un incidente aislado sino del último capítulo de una larga saga cuyo objetivo es debilitarla y aislarla. Luego de la humillación y desmembración de su aliada Serbia por parte de la OTAN, de la expansión de dicha organización hacia los estados del Báltico que habían integrado la Unión Soviética y de la absorción por parte de la Unión Europea de varios estados de la Europa del Este que formaron parte de esa órbita, Rusia siente que la acción envolvente de Occidente da un nuevo paso. Para Moscú se trata, en este caso, de un paso que va demasiado lejos. No sólo existe una importantísima comunidad étnica rusa en Ucrania sino que en particular la península de Crimea es demasiado relevante para Moscú. Esto último en función de una historia plena de acontecimientos, por su significación geopolítica y por tener allí su asiento la base naval rusa del Mar Negro.
Una tercera lectura es la que dan los ciudadanos ucranianos. Allí la polarización es total. Para una mitad de éstos, aquellos que apoyaron las protestas, Ucrania debe fluir hacia la Unión Europea. Para la otra mitad, en cambio, el anclaje étnico, histórico y económico con Rusia es demasiado grande. Lo interesante es que esas dos mitades se encuentran linealmente repartidas entre el Oeste y el Este del país.
Si algún mensaje deja Ucrania es que sólo vía electoral pueden arbitrar un ambiente de tanta polarización y complejidad como el allí planteado. Dejar la respuesta a las calles es abrir la Caja de Pandora.

Brevísima nota LB: "Jalar". Extraño en el autor.

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