viernes, 14 de febrero de 2014

ESTIRPE POLÍTICA



Estudiantes y el 14-F: 1936 y 2014

Ox Armand

Un 14-F, el estudiantado también fue protagonista de las luchas democráticas y la muerte regó de indignación a todo el país. La Federación de Estudiantes de Venezuela (FEV), coincidió con los gremios del comercio y linotipistas en una inédita e inmensa protesta popular frente al régimen gomecista que deseaba prolongarse, siendo inmediata y ferozmente reprimida en el centro de Caracas con un saldo de fallecidos y heridos. Nunca la ciudad de 200 mil habitantes  había visto algo semejante, movilizadas unas 50 mil en 1936, apenas fallecido el tirano de La Mulera.  Y fue demasiado intenso el testimonio de rebeldía que, por una parte, enderezada la marcha a Miraflores, después de los actos represivos, el otrora presidente provisional la recibió y atendió a una encendida delegación que expuso sus demandas. Así, Eleazar López Contreras escuchó con atención y paciencia a Jóvito Villalba, de quien se dice que batió su pajilla en la cara del mandatario, y – después – fue a encontrarse con los otros líderes estudiantiles, como Rómulo Betancourt, en el Panteón Nacional para concluir la extraordinaria jornada cívica manchada de sangre.  Y, por otra,  en menos de una semana, respondiendo a las exigencias populares, el régimen lanzó el celebérrimo Programa de Febrero que se realizó en el contexto de otro Gabinete Ejecutivo que exhibió nombres como el de Rómulo Gallegos y Alberto Adriani. A casi 80 de la heroica protesta, sobran los comentarios respecto a la incomparable cobardía del régimen que en 2014 no ha soportado la marcha pacífica de la juventud venezolana, aún reprimida con morbo y cinismo. Y quienes, como el suscrito, llegaron a dudar de la timidez y relajación del movimiento estudiantil ya despuntado el siglo XXI, sentimos ahora un legítimo orgullo por el colosal testimonio democrático que ha dado, pasando, incluso, por encima de sus dirigentes. No hay otra evidencia que la limpia y potente voz de la inconformidad que ha insurgido en demanda de las libertades, la democracia y la paz que nos niegan. Nos satisfizo inmensamente que ya quedaran plasmadas acciones como la del estudiante anónimo que hace un llamado de conciencia en el subterráneo caraqueño (https://www.youtube.com/watch?v=Z3cqjAANTcw&feature=share). Además, se sabe heredero de la emoción, el pensamiento y la actuación de otras generaciones de luchadores que anunciaron el alba.

La Delpinada del siglo XIX, las faenas de 1914 y del 1928 que se convirtió en un grito generacional, como 1936, el formidable protagonismo de 1958, por ejemplo, pertenecen a una estirpe política de inconmensurables aportes a la republicanidad que hoy está severamente amenazada. Historiadores y sociólogos han dado cuenta de estas históricas incursiones y bien vale la pena, a modo de ilustración, volver a sesudos trabajos como los de Orlando Albornoz, para asumir enteramente el legado. Ya no podrá decirse que el cierre de una planta televisiva y la avisada campaña publicitaria, produjo el fenómeno como en 2007.  Ahora, sintetizando magníficamente la resistencia de una larga década y media, aflora una promoción generacional que nuevamente está acorde con las demandas y los anhelos de un país que desespera. La estupenda muestra de rebeldía cívica señala senderos. Tiene por escenarios, todas las ciudades y pueblos de esta patria que no debemos perder. Enfrenta no sólo la dura y masiva represión, sino el bloqueo informativo que dice reducirlo, apocarlo, aminorarlo.

Vienen otros desafíos y, precisa y significativamente, arrancan desde el Día de la Juventud, pasando por otro aniversario como el del Congreso de Angostura. Pretenden demoler el liderazgo político del momento, ordenando la captura del Leopoldo López, intentando el allanamiento a la inmunidad parlamentaria de María Corina Machado, y ya se habla de propiciar la destitución de Antonio Ledezma.  Ojalá, con absoluta sinceridad, la MUD experimente un debate que la actualice de cara a una dramática coyuntura.
Reproducción: Una escena del 14-F de 1936, en la cámara de Juanito Martínez Pozueta.

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