miércoles, 22 de enero de 2014

LA NORMALIDAD ENFERMA

Del sutil engaño: 23-E
Luis Barragán


Nunca tan graves las amenazas, el perezjimenato había experimentado anteriores situaciones críticas, añadido el nada fácil fraude constituyente de 1952. Empero, enero de 1958, la anunciada normalización del país fue harto sospechosa, como suele ocurrir cuando se intentan ocultar los sismos que estremecen a la colectividad, francamente irreprimibles en la voz baja de sus estridencias.

Ocurrió el alzamiento del primero que tendió a prolongarse por 48 horas más, en el caso de una mayor decisión y coordinación de los elementos comprometidos, aunque los actos protocolares de año nuevo retrataron un ambiente de templado sosiego, como había ocurrido en ocasiones más o menos parecida.  El dictador hizo y recibió las salutaciones correspondientes, oficiando al frente del Estado, convencido de controlar el desajuste castrense para que el resto de la sociedad hiciese lo propio, pernoctando el despacho presidencial.

Excepto el persistente esfuerzo unitario de la oposición, conseguida la oportunidad que el  plebiscito concedió, el país parecía feliz. La economía todavía solvente, dibujaba el precursor proceso de sustitución de importaciones, mientras que el programa de restricciones voluntarias de adquisición del crudo, en Estados Unidos, tardaría en hacerse sentir.

Las figuras conocidas de los diversos ámbitos, exponían sus mejores deseos para el novísimo año, a la vez que los magazines daban cuenta de los hechos y personalidades más destacados del anterior que areció expirar rebosado de optimismo.  Valga el pleonasmo, el poderío del poder se decía gigantesco  e incontaminable, relumbrando los escenarios.

El Sputnik 1, desafiante experimento soviético que abría un puerta ya sospechada en el marco de la guerra fría, por ejemplo, generaba la opinión de aquellos que, luego, revelaron todas sus rabias antidictatoriales, ora porque supieron lanzarse en el más osado oportunismo, ora porque cumplían también una tarea pública que escondía sus luchas clandestinas. Particular faceta ésta, porque la aparente normalidad también depara sorpresas.

Probablemente, ventilamos un asunto – la normalidad y la sorpresa – que tampoco molestó al diputado ponente del oficialismo al proponer un proyecto de acuerdo recientemente, alusivo a los hechos del 23 de Enero de 1958.  A pesar que el suscrito dedicó algunas líneas de modesta reflexión al respecto, no se sintió animado para intervenir en el debate de la Asamblea Nacional del 21 de los corrientes, sobre todo por el sesgo que la propuesta, finalmente aprobada, tuvo:  la tergiversación política de los hechos y una confusa interpretación ideológica que lo remitió a la lucha armada de los sesenta,  reveló toda una hazaña del orador que obvió al Presidente Chávez Frías y el despreció por el 23-E, sin que mencionemos sus halagos a Pérez Jiménez.

Un terremoto político no puede ocultarse, así prospere la alegría en la superficie de los sobrevivientes.  Varias veces, en nuestro historial republicano, imprevistamente, la rutina ha sido un sutil engaño que todavía asombrosa.

Reproducciones: Élite, Caracas, nrs. 1684 del 04/01 y  1685 del 11/01/1958
http://opinionynoticias.com/opinionpolitica/18014-del-sutil-engano-23-e

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