martes, 21 de enero de 2014

23-E (I)

El otro 23-E
Ox Armand

El otro 23-E lo sintetizan los vencidos y, entre éstos, hay que establecer también diferencias entre quienes fueron o aparentaron ser los vencedores, pretexto para una larga polémica, y – el que nos interesa -  el perezjimenismo.  Inimagible, a la vuelta de diez años lo reivindicaban los sectores populares; peor aún, en el siglo XXI, hay sectores juveniles que lo exaltan. Y todo esto, a pesar de representar y muy bien, una oscurecida noche en nuestro historial de represión y corrupción que no desmiente los frutos de un régimen precursor del desarrollismo que posteriormente vivió horas estelares en el continente bajo el peso de las afiladas espadas de un militarismo persistente.  Digamos que, inmediatamente después de 1958, el hijo de Michelena fue ejemplo del terror que, confusos acontecimientos de la década, dijeron acaso reivindicar. Por una parte, la sola invocación de Marcos Pérez Jiménez llenaba de pánico a quienes lo sufrieron, incluyendo a familiares y relacionados, constituyendo un fenómeno que se creyó imposible de reeditar, como ocurriría con el indecible regreso de Perón al poder.

A principios de los sesenta, hubo serios intentos de reconstituir las fuerzas favorables al regreso de Pérez Jiménez sobre todo porque el ambiente aparentemente cercano al caos así lo aconsejaban, intensificada la subversión castrista en el país, a la vez que tentados aquellos altos oficiales que decían mejor atajarla y liquidarla;  el posible contraste de las obras públicas emblemáticas de la dictadura, respecto a las realizaciones del gobierno de Betancourt; y, requerido y presó en Venezuela, el papel de víctima del que también gozó el michelenero.  Ingredientes que hacían factible el éxito de un partido que no sólo reagrupara a sus antiguos beneficiarios, sino que las circunstancias le brindaran un afortunado regreso al poder. Antiguo aliado que cayó en desgracia en la etapa postrera del perezjimenato, Oscar Tamayo Suárez divulgaba la propia inexistencia del perezjimenismo (Élite, Caracas, nr. 1983 del 29/09/1963), negándole toda consistencia doctrinaria y,  egocéntrico, indispuesto al sacrificio necesario para derrocar a Rómulo.  Reacio a toda rectificación, no concibe al andino liderizando tamaño esfuerzo, porque “no es un jefe ni un Caudillo: sólo piensa en su propia comodidad”.  Además, da una lista de aquellos que se ofrecieron para la creación de una organización que lidere Marcos, ejemplificada – entre otros - por los Dres. Oscar Rodríguez Gragirena, Alberto Díaz González, P.A. Gutiérrez Alfaro, Julio Bacalao Lara, Raúl Soulés Baldó, Laureano Vallenilla Lanz, Armando Tamayo Suárez, Emigdio Medina Ron, Luis Felipe Urbaneja, Luis Alberto García Monzant, Ricardo González, Carlos Tinoco Rodil, Silvio Gutiérrez, Julián Sequera Cardot, Darío Parra, Julián Sequera Cardot, Carlos Siso Maury, Leonardo Altuve Carrillo, Domingo Michelangelli y Rafael Pinzón; generales Luis Felipe LLovera Páez, Néstor Prato, y Oscar Mazzei Carta:   coroneles Carlos Pulido Barreto y Roberto Casanova;  comandantes Alberto Paoli Chalbaud y Guillermo Pacanins; señores Fortunato Herrera, Pedro  Estrada, Régulo Fermín Bermúdez y  Luis Felipe Prato.  Es cosa de indagar quiénes realmente participaron de la tarea de fubdar esa organización que, antes de toda posterior división, encarnaba la Cruzada Cívica Nacionalista, tan explotada en el primer gobierno de Caldera por Pablo Salas Castillo y los hermanos Acero, prolija en curules parlamentarias y edilicias que se evaporaron con el estremecimiento de la polarización electoral de 1973. Y, por supuesto, evaporado Pérez Jiménez como emblema del terror, muy después – sacándole provecho – Chávez Frías reivindicaría como “mi general”.

Ese es el otro 23-E que ahora revive gracias a unos muchachos que alzan las banderas del Nuevo Ideal Nacional en pleno siglo XXI, hallando un líder para la – por cierto – otra necropolítica que está tan de moda. Claro está que ilustran la calamitosa crisis ideológica que experimentamos, sin dejar atrás la política. Esos carricitos, me han dicho, familiares también de los que hicieron una fortuna remota durante la dictadura,  versionrán el 23-E y quizá pesquen otra ocasión para intentar sabotear cualquier acto conmemorativo que celebre la oposición democrática, pues, diciéndose contrarios al chavismo, ni de vaina se arriesgan a desafiarlo.

Ilustración (magnífica ilustración): Élite, Caracas, nr. 1691 del 22/02/1958.
http://opinionynoticias.com/opinionpolitica/18016-el-otro-23-e

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