domingo, 15 de diciembre de 2013

NECROPOLÍTICA

¿Y Gómez?
Ox Armand


A alguien se le ocurrió fechar el deceso, consecuente con los datos de su nacimiento. Nace en La Mulera, un 24 de julio de 1957; muere en Maracay, un 17 de diciembre de 1935. Así de fácil para emparentarlo con Simón Bolívar. Ya nadie sabe si la data es cierta, pero no es difícil suponer (por lo menos) la urgencia política que supuso la conclusión de 27 años de dictadura. Feliz ocurrencia, dirán algunos, porque así reforzaban la herencia, claro está, en la misma causa.  Además, este importante refuerzo simbólico no sólo favorecía al familiar del viejo que reclamase el trono, aunque don Eustoquio Gómez poco sabía de esas sutilezas, o al ministro de la Guerra y Marina que meditó largamente la transición con … Eleazar López Contreras, sino que también se convertía en una dique para la oposición disminuida en territorio nacional, aunque reenvalentonada en el extranjero.  En todo caso, como dijo Guillermo Meneses en uno de sus buenos artículos de prensa, fue larga la espera silenciosa y nadie podía creer  la noticia en Caracas, cuando llegó como un murmullo que inspiraba miedo  (El Nacional, 17/12/1965).  Por cierto, miedo que no logró transmitir Domingo Alberto Rangel en un ensayo, más que una novela, llamada “Junto al lecho del caudillo” (1981).

Sólo en las dictaduras hay miedo con la muerte del gobernante, el único que la sostiene. En las democracias no se acostumbra, porque prevalecen las instituciones en la que él es su expresión más visible, mas no la única.  Es en las dictaduras, por más precauciones que se tomen, donde el fallecimiento inminente amenaza con descalabrar todo, agudizándose las luchas entre las camarillas, casi siempre cruel como acaeció con Stalin.  Y el apellido adquiere una superior ventaja, heraldizado el poder.  El desenlace es un cambio gatopardiano, a pesar de que la dinastía de Corea del Norte es la excepción de la regla, porque la innovación es un artículo prohibido.  Sus relacionados  pudieron urgentemente reacomodarse en la apuesta que hicieron, porque los familiares de Gómez Chacón aceptaron el inmediato y dorado exilio, excepto el primo Eustoquio, literalmente desaparecido.  Otras veces, como enseña la historia de Venezuela de Francisco González Guinán y sus 14 tomos para acá, no conviene sacar de una a los deudos, sino que se les entrega unas posiciones importantes que, por el poco combustible disponible, poco a poco irán abandonando mediante el despido directo e indirecto.  Pero no siempre es así, ya que Franklin Delano Roosevelt falleció finalizando una guerra (nada más y nada menos que la II Guerra Mundial que pudo prolongarse), y funcionaron espléndidamente los mecanismos institucionales estadunidenses. Esto únicamente ocurre en democracia.

El cuento viene al caso, no porque estemos a la caza de motivos con el Almanaque de Rojas Hermanos en … mano: esa larga dictadura de Gómez se ha olvidado completamente. Emergió como una gran promesa de rectificación, y para salir de ella, no sólo bastó la muerte, sino el sacrificio de varias generaciones. Es en 1958 cuando suena otra clarinada y 40 años después, se apagó bajo  otras promesas.  Ojalá los muchachos de esta hora volteen un poco hacia atrás. Hay duras lecciones que se archivan con pasmosa facilidad. Está el otro 17 de diciembre como una gran oportunidad para la reflexión.
http://opinionynoticias.com/opinionpolitica/17692-iy-gomez

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