jueves, 24 de octubre de 2013

LUCIDEZ Y PRECISIÓN

EL NACIONAL - DOMINGO 9 DE MAYO DE 1999
Paz poeta
Julio Ortega

Al comienzo de su aventura poética, Octavio Paz cultivó la forma del himno. De allí la vehemencia enumerativa, el arrebato de nombrar, y la convocación numinosa de esos poemas. La fuerza apelativa del poema debería comunicarnos una experiencia iluminada, el fluir creativo que da forma interna a este mundo.
Paz revelaba así su alta ambición poética, y también su diálogo con la lírica alemana del conocimiento poético. Luego, evolucionó hacia una formulación menos densa, más aguda, tanto por su rico diálogo con el surrealismo como por su interés en las innovaciones de la poesía de habla inglesa. Como un poeta característicamente moderno, Paz ensayó varios registros, en interacción permanente con la aventura poética de su tiempo.
Pero ya en sus primeros poemas revelaba una postulación decisiva: su culto del presente, su raigambre en el instante, su búsqueda de un exceso de presencia.
Esa presencia implica a la plenitud de la mirada y a la transparencia del nombre. Bajo la luz cenital, gozosa, el poema suscita una fuente verbal, y un flujo material, que se nos imponen como aliento y acopio cósmicos; como visión y suma. Así, el cuerpo y el eros, la mirada y su tiempo absorto, y el habla y su sílaba original, dan cuenta de una fe sin sombras, solar y generosa.
Paz debe haber sido uno de los últimos poetas que creyeron en la poesía como un mundo autosuficiente, capaz de rendir un lugar en lo absoluto. Por eso, su poesía es más contemplativa que cotidiana, más interna y reflexiva que coloquial o emotiva. Su mayor virtud tal vez sea su capacidad de cristalizar instantes epifánicos, así como su asedio sistemático de las convergencias huidizas.
Se trata de una fe formidable y asombrosa en los poderes de la palabra, de la creatividad humana, de la posibilidad de hacer sentido con el lenguaje que canta y encanta.
En su obra yo prefiero poemas como "Viento entero", con su forma cristalina y su fluidez ardiente. Esa lucidez y precisión, son a veces de una reverberación memorable y durable.
Hay que tener suerte para coincidir con lo mejor de uno mismo en el habla poética superior.
Suerte, entonces, con Paz.

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