viernes, 6 de septiembre de 2013

¿2,0?

EL IMPULSO, Barquisimeto, 7 de mayo de 2013
Pensar - Política virtual (1/2)
Pedro Rodríguez Rojas

La evolución de la sociedad moderna ha tendido a magnificar la vida privada en detrimento de la pública, de la política colectiva y de la democracia. Puede parecer una paradoja, pero la misma modernidad que edificó la democracia, la está banalizando o debilitando a medida que desvía los esfuerzos e intereses de los ciudadanos hacia lo privado. (Gonçal Mayos. 2009. 54) Ese proceso comporta muchas consecuencias y problemas. En el proyecto del Estado del bienestar, la política había alcanzado una relativa autonomía, en virtud de la intervención política en los asuntos del mercado, frente al sistema técnico y económico. Ahora, en cambio, el sistema político está ante la amenaza de ser desposeído de su constitución democrática. Las instituciones políticas se convierten en asunto de un desarrollo que ni han planificado ni pueden reorientar, y del que sin embargo, en cierto modo, han de responder (Ulrich Beck. 2006. 241). Bettina Martino (2001), se refiere a la massmediatización de la política. Este fenómeno ha sido descripto, en general, como la adecuación de esta última (sus tiempos, espacios, escenarios, lenguaje, etc.) a la lógica de los medios de comunicación. Hoy es común escuchas términos como: "democracia mediática", "democracia de audiencias", "democracia de públicos", "democracia sin público", "democracia espectáculo", "videocracia", "democracia televisiva"; "cyberdemocracia", "democracia electrónica", "teledemocracia", entre otros. La autora ve positivo la posibilidad de la democracia electrónica, como una  solución posible a los problemas de la escasa participación, el acceso a la información, la toma de decisiones políticas guiadas por intereses mezquinos de los representantes, la compatibilización entre una cultura individualista que repliega a los individuos en sus hogares y la posibilidad de estar involucrado en las cuestiones públicas sin necesidad de abandonar la comodidad del hogar, la superación del "ciudadano niño" que requiere que otros tomen decisiones por él, entre otros aspectos. Pero advierte sobre tres elementos negativos u obstáculo a estas democracias electrónicas: Primero, el mayor acceso a la información no implica, necesariamente, que la democracia se refuerce: más información no se traduce necesariamente en mayor y mejor democracia. Segundo, la participación política electrónica podría empobrecer la calidad de la democracia si se reduce al voto electrónico. La deliberación constituye una dimensión clave de la democracia. Tercero, existen objeciones en cuanto a la fiabilidad. Existen factores aún no controlables en la red, como los virus que podrían "torcer" una voluntad. Bettina Martino (2001), la posmodernidad llevó al declive de la historia unitaria y progresiva, la pérdida de fundamentos absolutos, la ligazón a un proyecto colectivo, la definición de un sentido único de la existencia del hombre y, fundamentalmente, el fin de los grandes relatos. En el plano de lo político, podemos enmarcar dentro de tal crisis a las categorías de nación y clase. La Nación -y específicamente, la idea de identidad nacional- como elemento de cohesión que genera identidad colectiva y sentido de pertenencia, comenzó a hacer visible sus propias contradicciones internas: la primera, respecto de la posibilidad de que la complejidad social pudiera ser reducida a una sola voluntad colectiva; la segunda, en cuanto a que la representatividad política, siendo un aspecto parcial de la totalidad social, pudiera representar a la sociedad en su conjunto, como un todo unificado. Por otra parte, la referencia al concepto de Clase, remitía directamente a los actores contenidos en la tradicional distinción dominantes-dominados. Todo conflicto o toda contradicción responderían a una sola lógica: la inherente a la lucha de clases. Hoy, ningún grupo social parece portador de intereses generales; no existe apelación a principios globales de legitimidad; el recurso a la historia se ha debilitado, en tanto ya no creemos en la sucesión de una sola forma histórica sino en la pluralidad de vías de desarrollo. Continuará… pedrorodriguezrojas@gmail.com


EL IMPULSO, Barquisimeto, 14 de mayo de 2013
Política virtual (2/2)
Pedro Rodríguez Rojas

Pensar
Este quiebre de la idea de identidad nacional y de la oposición entre una clase dominante y otra dominada, reflejaría -en cierto modo- la existencia de vastos sectores sociales hasta el momento no contenidos o negados en estas categorías y una reducción de los conflictos a universos opuestos diametralmente. Desde esta perspectiva, la crisis de lo político no se refiere, como superficialmente a veces se expresa, al plano de la administración de la cosa pública, sino fundamentalmente al plano de la definición de una identidad social compartida por el conjunto. Per la autora advierte que desde la posición "proposmoderna", estas rupturas fueron vistas con agrado. Sin embargo, las promesas iniciales de la posmodernidad fueron trayendo consecuencias paradójicas: "en nombre de la mayor tolerancia, se producía un vacío de normatividad, dejando espacio compensatorio a fanatismos racistas...; el dibujo de jóvenes sin ideales duros se parecía demasiado al de aquellos sin ideales a secas;...del abandono del fanatismo ideológico/político se pasó al abandono de toda preocupación por lo colectivo..." (Follari, 1998). Los referentes perdidos no encontraron reemplazo y la fragmentación inicial se convirtió en una fatal descomposición y desintegración de la sociedad. El festejo posmoderno fue llegando a su fin. El estado de la situación al cual hoy asistimos no es mera crisis de las organizaciones sino un fenómeno más profundo de "desinstitucionalización", en el sentido fuerte de pérdida de pautas supraindividuales de regulación de la vida social sin que exista para éstas un reemplazo. Y esto repercute fuertemente en los sujetos sociales. Para Zygmunt Bauman (2004), El poder puede moverse con la velocidad de la señal electrónica; así, el tiempo requerido para el movimiento de sus ingredientes esenciales se ha reducido a la instantaneidad. En la práctica, el poder se ha vuelto verdaderamente extraterritorial, y ya no está atado, ni siquiera detenido, por la resistencia del espacio. Este hecho confiere a los poseedores de poder una oportunidad sin precedentes: la de prescindir de los aspectos más irritantes de la técnica panóptica del poder. La etapa actual de la historia de la modernidad –sea lo que fuere por añadidura– es, sobre todo, pospanóptica. En el panóptico lo que importaba era que supuestamente las personas a cargo estaban siempre "allí”, cerca, en la torre de control. En las relaciones de poder pospanópticas, lo que importa es que la gente que maneja el poder del que depende el destino de los socios menos volátiles de la relación puede ponerse en cualquier momento fuera de alcance… y volverse absolutamente inaccesible.
Agrega mas adelante:
El fin del panóptico augura el fin de la era del compromiso mutuo: entre supervisores y supervisados, trabajo y capital, líderes y seguidores, ejércitos en guerra. La principal técnica de poder es ahora la huida, el escurrimiento, la elisión, la capacidad de evitar, el rechazo concreto de cualquier confinamiento territorial y de sus  engorrosos corolarios de construcción y mantenimiento de un orden, de la responsabilidad por sus consecuencias y de la necesidad de afrontar sus costos.  La elite global contemporánea sigue el esquema de los antiguos "amos ausentes”. Puede gobernar sin cargarse con las tareas administrativas, gerenciales o bélicas y, por añadidura, también puede evitar la misión de "esclarecer”, "reformar las costumbres”, "levantar la moral”, "civilizar” y cualquier cruzada cultural. El compromiso activo con la vida de las poblaciones subordinadas ha dejado de ser necesario (por el contrario, se lo evita por ser costoso sin razón alguna y poco efectivo) Aferrarse al suelo no es tan importante si ese suelo puede ser alcanzado y abandonado a voluntad, en poco o en casi ningún tiempo. Por otro lado, aferrarse demasiado, cargándose de compromisos mutuamente inquebrantables, puede resultar positivamente perjudicial, mientras las nuevas oportunidades aparecen en cualquier otra parte.Zygmunt Bauman. 2004.
pedrorodriguezrojas@gmail.com

Ilustración: S/f., tomada de una publicación de los años '40.

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