lunes, 26 de agosto de 2013

DRAMA SOLAPADO

Una victimización infundada
Luis Barragán


La más estelar de sus vocaciones, este y el anterior gobierno, siendo lo mismo, busca persistente y enfermizamente victimizarse. No hay una conspiración, un nefasto propósito, un acontecimiento oscuro, que lo haga objeto de sus más aceradas garras, y, por ello, real victimario, no responde siquiera por la alta tasa de homicidios que padecemos, a pesar de ser – precisamente – gobierno.

Pueden ser las más banales pruebas que presente, acompañadas de las no menos ocurrentes conjeturas, pero – de algo estamos seguros – no hubiese soportado un milímetro de los sabotajes, por decir lo menos, de los que supo el país medio siglo atrás. Por estos meses, el otrora Presidente Betancourt se impuso la meta de celebrar los comicios generales de 1963, y la alcanzó a pesar de la violencia  generalizada, las intentonas de golpes, el regadío de tachuelas en la ciudad capital,  la tragedia del tren de El Encanto, la división del partido de gobierno, el control opositor de la Cámara de Diputados, la crisis de la coalición gubernamental, por no citar secuestros sensacionalistas como el de Alfredo Di Stéfano o la extradición de Pérez Jiménez.

Frágil memoria la nuestra, el madurato se cree la víctima de todo el mal de ojo que pueda existir en el país, aunque – evadiendo sus responsabilidades – haya razones para protestarlo y rechazarlo. Que sepamos, más allá de quejarse por unas circunstancias duras e irrepetibles en nuestro historial republicano,  conjugadas como nunca antes, Betancourt gobernó y siguió gobernando, respondiendo a las necesidades apremiantes del país.

No se diga de una nota filobetancurista, propagandística y anacrónica de quien jamás ha sido adeco, pero hubo un concierto real, objeto y contundente de eventos que otros, como los que ahora ocupan Miraflores o el llamad Cuartel de la Montaña, o lo que fuere (porque ya ni se sabe de una fija sede oficial de gobierno), no hubiesen soportado sin perder el norte. De modo que, por si fuese poco, en una malévola operación psicológica, por insensata que sea, ahora se inventan esto, lo de la habilitante de la anticorrupción como pretexto para buscar los reales que les hacen tanta falta, luego de tanto despilfarro.

Se les ha ocurrido, después de catorce años de gobierno, que otros son los corruptos así no manejen recurso público alguno. Los victimarios convertidos en víctimas, infundadamente, truenan por la preocupación de Nicolás Maduro por el problema, transmitiéndonos un mensaje curioso: lo está como antes Chávez Frías no lo estuvo.

Ilustraciones: Sancho registra humorísticamente, dos instantes en la vida de Pérez Jiménez: uno, al ser extraditado y encarcelado en Venezuela (1963); y, otro, todavía en prisión, al enterarse del "suicidio" de Fabricio Ojeda (1966). Ambas de un dramatismo solapado, ciertamente.

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