martes, 23 de julio de 2013

LOLITAS PREMATURAS

El Nacional Eme - Jueves 18 de Julio de 2013     EME/3
Relájate
Muy sexy muy pronto
Silvia Mago

A pesar de haber transcurrido muchas décadas desde el movimiento feminista de los años 60, hay sociedades en las que seguimos pegados a la costumbre de establecer diferencias de género entre niños y niñas con una perspectiva estereotipada acerca de los atributos que suponemos han de privar entre unos y otras.
Por lo general, las niñas son estimuladas a prestarle mayor atención al cuido de su apariencia y a destacar algunos rasgos de personalidad, mientras que los varones reciben mayor estímulo y reconocimiento por sus acciones y sus destrezas físicas. Así, unas veces en formas más sutiles y otras en formas más obvias, comenzamos a modelar la diferencia entre géneros y sus respectivos modos de interactuar con el mundo.
Nuestro entorno social nos envía mensajes en los que enfatiza que nuestra apariencia es lo que importa y eso está ocasionando que la nueva generación de padres y madres sientan una presión adicional a las ya existentes en la crianza de sus hijos. Hace poco una joven mamá me comentó con preocupación que ahora cuando invitan a su hija a la piñata de alguna compañerita del colegio hay mamás que llevan a sus niñas a la peluquería para que les arreglen el cabello.
Esta moda ha generado una competencia de acicalamiento entre las niñas que apenas están cursando los primeros años de la escuela básica y que ahora se fijan quién llega a la piñata peinada de peluquería y quién peinada por su mamá. Así, lo que antes era una ocasión que estimulaba la interacción social y la alegría de estar entre compañeras de colegio para compartir de modo distinto al habitual, ha dado paso a una competencia vanidosa e innecesaria.
A esta joven mamá, que no está de acuerdo con esa moda, le ha tocado lidiar con la presión que pesa sobre su hija, que está en una edad en la que es importante para ella sentirse aprobada e incluida dentro del grupo de sus compañeras de clase, por lo que ha tenido que tratar de convencerla de que hay otros valores más importantes que son ajenos a la apariencia y que hacen que una persona sea especial y admirada por quienes la conocen.
Las niñas no van solas a la peluquería: las llevan sus mamás. Y este es el punto. Si a tan temprana edad se las expone a ocuparse de intereses que son más propios de la etapa de la adolescencia, es obvio pensar que están siendo empujadas a quemar la etapa de la infancia sin que la hayan vivido. Con este modelaje acelerado que están recibiendo podemos suponer que cuando lleguen a la pubertad van a tener una visión distorsionada de sí mismas y les resultará aún más difícil lidiar con los peligros asociados con esa etapa: inseguridad de la propia imagen corporal, trastornos de conducta, desórdenes de alimentación, inicio prematuro de la actividad sexual, embarazos no deseados, alcohol, drogas y abandono de los estudios.
Así como a los ríos no se los empuja sino que se les deja seguir su curso natural, no es conveniente forzar las etapas inherentes al proceso de madurez que implica el desarrollo paulatino de la personalidad.
Déjenlas ser niñas, no las conviertan en Lolitas.

Ilustración: Rayma, tomada del catálogo de FIA 2013.
Breve nota LB: Por casualidad, abrimos la revista y hallamos el interesante artículo que está en la órbita de nuestras modestas observaciones. Además, mereciendo una gráfica decididamente ácida, optamos por esta ilustración de Rayma que quizá coloca el acento irónico deseado: avala a una magnífica iniciativa como senosayuda.org.ve, emblematizando identitariamente a la mujer venezolana sobre el fondo de la conocida obra de +10.

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