domingo, 14 de julio de 2013

EL MENOS MAQUIAVÉLICO DE TODOS: MAQUIAVELO (5)

EL NACIONAL - LUNES 23 DE AGOSTO DE 1999
letras de cambio
El nuevo Maquiavelo para ejecutivos modernos
JOSE LUIS DIAZ A.

El Príncipe, la última y más breves obra de Nicolás Maquiavelo, ha sido por excelencia la lectura de cabecera de destacados políticos. Conocer a fondo la naturaleza humana: debilidades y fortalezas, ha servido a innumerables dirigentes y líderes para conducir y orientar muchos procesos sociales, que van desde importantes revoluciones hasta las más insignificantes elecciones de una junta parroquial. El pensador de Florencia estudio cuidadosamente la historia de Europa y desarrolló un agudo sentido para observar y estudiar la conducta de sus contemporáneos.
Ahora se nos presenta está obra, la cual pone en manos de empresarios y gerentes la posibilidad de encontrar en El Príncipe de Maquiavelo un método interesante, y casi científico por su valor psicológico, para entender los negocios.
Cada capítulo está encabezado por un pasaje del polémico texto de 1527. El autor, un viejo empresario dedicado a escribir sobre sus experiencia en la economía globalizada, enfila sus baterías hacia emprendedores que con mucho esfuerzo pueden llegar a convertirse en grandes empresarios; hacia grandes empresarios que con poco esfuerzo pueden llegar a perder todo lo heredado; hacia hombre talentosos, pero honrados, que sólo podrán ser eficientes ejecutivos; y hacia otros, no menos talentosos, capaces de ser grandes aduladores para ganarse los máximos favores de su buen benefactor.
No obstante, ninguna de esas característica son sinónimo de éxito o fracaso por sí solas. Es indispensable saber manejar los diferentes factores que implican la condición humana en los distintos contextos de la vida productiva.
Ser un protegido, por ejemplo, no es fácil dentro de una organización en la cual los aduladores sobran. Tampoco es sencillo encontrar un benefactor lo suficientemente desinteresado y poderoso que permita a su protegido independizarse y llegar algún día a ser tan importante como él.
La vanidad y la jactancia no son sentimientos fáciles de ahuyentar. Y son, según el escritor, los atributos más peligrosos en la personalidad de un empresario, quien sin darse cuenta convierte sus ambición por el dinero en una desmesurada búsqueda de prestigio y renombre, lo cual puede terminar por enterrarlo con todo y sus activos. La loca carrera por expandirse es el primer síntoma grave en los tipos de personalidad arrolladora y poco humildes del mundo empresarial.
El coraje es clave para el éxito de cualquier persona que lo busca. Se debe ser certero y correr sólo los riesgos pertinentes. Estos son proporcionales a lo que se pone en juego. Es decir, sea usted un gerente, un empresario, o un adulador de oficio, siempre deberá poner en la balanza cuánto arriesga y cuánto puede ganar con la decisión que tiene entre manos. Ante lo cual, recomienda el autor, consulté siempre en primer lugar a los fracasados, porque esos sí tiene conocimientos suficientes para orientar cualquier camino; no así los hombres de éxito, quienes por lo general mucho de lo que han logrado ha sido en buena medida por pura carambola; y que en el mejor de los casos jamás confesarán toda la verdad sobre su triunfo.
En conclusión es aconsejable acompañar esta lectura con el libro de Maquiavelo, quien en definitiva resultó un tipo fracasado y mal interpretado por la historia.
jldiaz@el-nacional.com

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