lunes, 24 de junio de 2013

CUADERNO DE BITÁCORA (4)

En nuestra estancia merideña, con motivo de la consulta del Proyecto de Ley Orgánica de Cultura, tuvimos ocasión de apreciar el busto de Germán Briceño Ferrigni. Casualmente cercano al sitio donde nos hospedamos,  constatamos los daños sufridos por la obra. Y es que, independientemente de toda adscripción política e ideológica, fue un gran servidor público y, además, se trata de un bien... público. Lamentamos mucho observar la montura partida, el rasgo bigotal que intentó darle una connotación hitleriana. Son las huellas de la intolerancia amarga que jamás resolverá un despacho ministerial con la inédita competencia sobre la Paz que, simplemente, no ha de realizar porque no es la intención.

LB

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